La otra sal del Himalaya

martes, 25 de julio de 2017
Por Alison Delplace
Bienestar
El Mercurio

1 Qué es: Como cualquier sal, su principal componente, y el que le da su sabor salado, es el cloruro de sodio. Pero ya en el año 300 A.C., Maharishi Charaka, el padre de la medicina ayurvédica de la India, sospechó que la sal negra de los Himalayas -conocida como kala namak o sulemaninamak- tenía además otros atributos. Entre ellos, minerales imprescindibles para el organismo, como el hierro y el magnesio. 

Se trata de un tipo de sal de roca, con un tono rojizo oscuro, aunque a veces puede ser rosáceo o morado claro, y un aroma a azufre y ocre. No debe confundirse con la sal de lava, también negruzca, que contiene carbón activado y proviene usualmente de Hawai o Chipre. Al cocinarse a altas temperaturas, puede tomar un sabor ligeramente agrio, debido a su alto contenido de bisulfatos. 

2 Lo bueno: Según explica Kusuma Priya, terapeuta del centro Ayursala, la medicina tradicional de la India valora esta sal como una buena fuente de antioxidantes, pero también se cree que favorece la producción de hemoglobina y glóbulos rojos, por lo que puede ayudar a combatir la anemia. Se utiliza además como laxante y para mejorar diversos trastornos digestivos (la acidez, entre ellos). También se ha usado para tratar problemas de la piel. "Puede incluso utilizarse para hacer pasta de dientes, al combinarse con otros ingredientes minerales y vegetales", explica Kusuma Priya, quien se formó en el Indus Valley Ayurvedic Centre, en Mysore, India. 

3 Los límites: Las bondades de la sal negra no implican que pueda consumirse a destajo: la idea es que reemplace a la sal normal, y siempre dentro de un consumo moderado. Daniela Herrera, nutricionista y health coach chilena radicada en Vancouver, Canadá, recuerda que el exceso de cloruro de sodio se relaciona con un aumento de la presión arterial. Por eso aconseja reducir el consumo de sal refinada solo a la que viene en los alimentos procesados y en la casa, al cocinar, optar por sales más naturales, como la negra o rosada. Hay que recordar que estas sales no suelen estar fortificadas con yodo, como ocurre en Chile con la sal de mesa común desde 1979, cuando esta medida se instruyó para suplir su carencia. 

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