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La revancha de un estilo

sábado, 22 de julio de 2017

Texto, Claudia Pérez Fuentes. Fotografías, José Luis Rissetti.
Patrimonio
El Mercurio

Para algunos no pasó de ser una moda que en arquitectura se centró más en las formas "y el decorado". Pero el art déco, estilo de amplias repercusiones que surgió en las primeras décadas del siglo XX, cobró represalia. Ha vuelto a ser valorado por especialistas que destacan su correlato con el periodo que abarcó, también aspectos como su expresividad y calidad constructiva. Chile no quedó ajeno a sus influencias.



Tiene a representantes tan icónicos como el edificio Chrysler en Nueva York, hito de un estilo que pese a contar con obras de este tipo, ha sido, según algunos, poco apreciado y reconocido. Se trata del art déco, género nacido en el período entre guerras -con Francia y Estados Unidos como referentes- que en los últimos años -sobre todo por la valoración del patrimonio arquitectónico-, ha tenido una revancha. "Es fascinante. Hay arquitectos que lo aborrecen por considerarlo decorativista e irracional, pero creo que son críticas superadas por la historia", dice Eugenio Ferrer, arquitecto y académico de la Universidad Central. Junto a su par, Carolina Castillo, formó Art Déco Chile (facebook.com/artdecochile), agrupación con la que busca visibilizar y proteger el estilo y sus expresiones en el país. "Estamos en deuda

con él", afirma.

-Probablemente no es la mejor arquitectura, pero está ahí y hay que cuidarla. Es la encarnación de lo que pasaba en una época; tiene un correlato con lo que se estaba viviendo -dice el arquitecto y experto en patrimonio Dino Bozzi-. Desde que se empezó a hablar de patrimonio, valoramos las cosas viejas por viejas. Esto hizo que el art déco empezara a mirarse de otra manera -agrega.

La obsolescencia ayudó a pasar por alto lo que según el profesional habría influido en su descrédito: "Que no representa a ningún movimiento, algo importante para los arquitectos, y que su expresión está en lo formal, no en lo espacial: hace concesiones al decorado, lo que ha sido criticado históricamente, por ejemplo, por el modernismo, esta especie de verdad revelada con la que le tocó convivir. Le falta un sustento reflexivo, pero es expresivo y voluntarioso, eso siempre es valorable".

También destaca la amplitud de disciplinas -arquitectura, arte, diseño, moda, cine- que adoptaron el estilo que de Europa saltó a Estados Unidos, donde surgió la variante conocida como streamline. Las dos vertientes -europea y norteamericana- se repartieron por América Latina. Una con sus líneas rectas, tendencia a la verticalidad, geometrización de figuras y superposición de planos en fachadas, entre otras cualidades; la otra, con la inclusión de la horizontalidad, voladizos y esquinas curvas. Ambas, sin embargo, con la intención "de atenuar y suavizar la frialdad del racionalismo moderno", explica Ferrer. También con el propósito de dejar atrás el trauma de la Primera Guerra y el crack de la bolsa en EE.UU.; de responder a las nuevas tecnologías y materiales, asumiendo las formas que el desarrollo industrial "y las máquinas" de la época requerían. "Estaba la idea de hablar e imaginar el futuro, frente a eso apareció este estilo renovador". Chile también

recibió su influencia con ejemplos que se repartieron en distintos lugares y escalas.



Visión nacional

Si bien en sus inicios el art déco se asoció al lujo, el glamour y el poder de hacer cosas en una sociedad con ganas de vivir y pasarlo bien, el estilo cuyos orígenes se relacionan con la Exposición Universal de Artes Decorativas realizada en 1925, en París -y que se extendió más o menos hasta la década de los 40, 50 en algunos países-, en Chile tuvo una particularidad: "Fue adoptado por el Estado y las clases medias. Se hizo modesto", dice Eugenio Ferrer, y agrega: "Es notable que la República haya visto en él un imaginario para mostrarse". Lo hizo a través de arquitectos como Ricardo González Cortés, uno de sus máximos exponentes, quien tomó de manera sobresaliente las características del género "eminentemente urbano". Entre ellas, una bastante particular: la incorporación de referencias al mundo antiguo. Si en Europa hicieron guiños a civilizaciones como la egipcia, en Chile, González Cortés lo hizo a los pueblos originarios. A él pertenecen obras como el ex Seguro Obrero -hoy Ministerio de Justicia- y la ex Caja de Accidentes del Trabajo, actual Tribunal Calificador de Elecciones, Tricel. "Hay una reafirmación de lo nacional dentro de algo que es tan internacional, eso es muy interesante. Habla de identidad", comenta Dino Bozzi.

El profesional también destaca la obra de Luciano Kulczewski. "Ocupó lo que en otros resultó ser un cliché para reforzar una idea de arquitectura". Considera que ambos profesionales usaron de manera "muy inteligente" el estilo, explotando cualidades como la calidad de sus terminaciones y técnica constructiva. "Hay todo un tema con los materiales, hacen líneas recias, pero luego aparecen el bronce y los estucos bien cuidados", explica. Ferrer complementa: "Se repiten detalles en la fachada como si fueran en serie, pero son artesanales y dan cuenta de la voluntad expresiva del estilo. Si hoy se quisiera hacer algo así, no habría mano de obra". Por eso insiste en la injusticia que se ha cometido con el art déco y sus referentes. "Son de una nobleza y calidad técnica altísima", afirma.

"FALTA ANÁLISIS, NO SOLO UNA DESCRIPCIÓN QUE ES LO POCO QUE SE HA HECHO EN CHILE SOBRE EL ESTILO", DICE EUGENIO FERRER.

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