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Platos térmicos

sábado, 22 de julio de 2017

Beatriz Montero Ward. Fotografías, Carla Pinilla G.
Anticuario
El Mercurio

Estos platos de porcelana, cerámica o metal, con un doble fondo de estaño que podía llenarse con agua hirviendo para ayudar a mantener la comida caliente, fueron populares durante los períodos Regencia y Victoriano.



Hasta comienzos del siglo XX, las chimeneas y braseros seguían siendo el único medio de calefacción en la mayoría

de los hogares, incluso en los de las clases más adineradas. La cocina, con sus fuegos, solía ser el espacio más templado y, por lo mismo, no era raro que en él se instalara la familia a leer, coser o jugar. Desde allí, en las casas con sirvientes, estos hacían verdaderos malabares para llegar, lo más rápido posible, hasta el comedor con las fuentes, de manera que la comida se sirviera caliente, o al menos templada. Entonces, solo unos pocos, los con mejor situación económica, contaban en sus cocinas con un calentador de platos, un especie de clóset donde la loza recibía un baño de agua hirviendo que provenía de una caldera ubicada detrás del fogón.

Fueron estos esfuerzos los que llevaron a idear platos térmicos, que prometían mantener las carnes, pescados y guisos a buena temperatura. No eran más que los tradicionales platillos hondos de loza, porcelana o metal, a los que se les agregaba una base de estaño o aluminio con una apertura por donde llenarlos con agua recién hervida. Y como los metales son buenos conductores del calor, este se traspasaba a la superficie superior y también a los alimentos allí servidos.

Este tipo de vajilla, que fue muy popular durante los períodos Regencia y Victoriano, es decir, a lo largo de todo el siglo XIX, fue de mucha utilidad, sobre todo para servir la comida a los enfermos en cama y a los niños, que siempre tardan en comer. Para estos últimos se fabricó una variedad de modelos con diseños infantiles, muchos de ellos ornamentados con calcomanías.

Pero también en esta época se hicieron grandes fuentes con este sistema, sobre todo de plata, que permitían a los empleados llegar con la comida caliente a la mesa y servirla a la redonda, ya fuera a la inglesa o francesa, a buena temperatura. Algunos modelos, además de asas, contaban con una base con patas que permitía dejarla sobre la mesa o el aparador cuando se trataba de un bufé.

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