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Pleno de la Suprema cambió de sala al ministro por lazo con fiscal del mismo tribunal:

Caso Brito reabre debate sobre relaciones entre integrantes de la judicatura

domingo, 02 de julio de 2017

C. Carvajal, M. Herrera y M. Pinto
Reportajes
El Mercurio

El juez, conocido por su perfil "progresista" y fallar causas de DD.HH., enfrenta un complejo escenario, menos de tres meses después de que su pareja, Lya Cabello, fuera ratificada por la Cámara Alta para un puesto clave. Hoy, los senadores defienden su decisión y argumentan que la propia ley permite solucionar conflictos de interés planteados por vínculos de este tipo.



La pregunta formulada por el senador Alberto Espina (RN) en la comisión de Constitución de la Cámara Alta, el 18 de abril pasado, cobró sentido este jueves, cuando el pleno de la Corte Suprema sacó de la sala penal del tribunal a uno de sus rostros más visibles: el ministro Haroldo Brito.

En la sesión de abril, Espina consultó a la entonces ministra de la Corte de Apelaciones de San Miguel, Lya Cabello, si ser pareja de Brito implicaba una "causal de inhabilidad" para que se le designara como fiscal judicial del máximo tribunal. Nominación que al final fue aprobada ese mismo día por la sala del Senado, de manera unánime y sin debate.

La relación de Brito con Cabello -conocida en el ámbito público desde hace años- gravitó en la decisión que, por ocho votos contra siete, tomaron el jueves los magistrados de la Suprema al trasladar a su colega desde la sala penal a la sala laboral.

"Esto se debe exclusivamente a que el ministro señor Brito, en varias causas que conoce en la Segunda Sala, no podría entrar por estar inhabilitado dada su relación con la fiscal judicial, la señora Lya Cabello. Como ella es parte en las causas penales del sistema antiguo, el ministro Brito no puede participar en la vista ni en el fallo de esas causas y hace, de alguna manera, compleja la situación de la sala, porque hay que ir cambiando al ministro cada vez que se produce esta situación", explicó ese día el vocero de la Suprema y presidente de la sala penal, Milton Juica.

Junto con ello, el pleno resolvió que, cuando falten miembros titulares, Cabello no integre ninguna de las cuatro salas de la Suprema, por incompatibilidad.

Veinticuatro horas antes, la sala penal había inhabilitado a Brito para conocer causas originadas en el sistema procesal antiguo. También se esgrimió como argumento la relación con Cabello.

Otras parejas

El escenario que enfrenta hoy el ministro destapa el debate que a lo largo de los años se ha dado en torno a las relaciones de pareja entre jueces y sus repercusiones en el trabajo de los tribunales.

Entre los casos que allí rememoran se cuenta el del matrimonio del ex presidente de la Corte Suprema, Mario Garrido Montt (hoy fallecido) y la ex fiscal del tribunal, Mónica Maldonado, en 2003. Entonces, no hubo mayores cuestionamientos, pues el ministro ya finalizaba su carrera.

Una relación que también se recuerda es la que mantiene la actual ministra de la Corte Suprema Gloria Ana Chevesich y el magistrado de la Corte de Apelaciones de Santiago, Carlos Gajardo. Ella incluso declara su "relación afectiva" en el sitio del Poder Judicial, en el ítem "Otras Fuentes de conflicto de interés".

Masón y contactado

"Mejor juez". Ese fue el reconocimiento que el ministro Brito recibió en 2008 por parte de la Asociación Nacional de Magistrados. Mismo año en que el Ejecutivo lo nominó para integrar la Suprema.

Aquella vez, el Senado lo confirmó por unanimidad. No se cuestionó su perfil "garantista" ni su cercanía con el gobierno concertacionista de la época. Sí entró al debate su pertenencia a la masonería. En concreto, la entonces senadora Evelyn Matthei criticó una supuesta "sobrerrepresentación" de la Orden en el máximo tribunal. "No va a haber una bancada masónica", le respondió él.

En círculos judiciales lo califican como uno de los supremos "más políticos", por su capacidad para entenderse con distintos sectores, desde la Nueva Mayoría a la UDI.

Se lo define como un ministro con "perfil progresista" Y es conocida su postura en favor de la imprescriptibilidad de las causas de Derechos Humanos.

En el mundo judicial destacan su labor formadora, algo que realiza, por ejemplo, a través del Instituto de Estudios Judiciales (IEJ), que actualmente preside. Es, además, un referente de Jurisdicción y Democracia -junto al también supremo Carlos Cerda- sector de magistrados que algunos catalogan de "garantistas".

Perfil gremial

"Sabemos que Lya desempeñará estas funciones con gran profesionalismo y rectitud". Estas palabras fueron parte del discurso que el presidente de la Corte Suprema, Hugo Dolmestch le dedicó a la flamante fiscal de la Suprema cuando juró el pasado 18 de mayo. En la ocasión se destacó su trayectoria judicial, iniciada en 1981 como jueza de Letras en Río Bueno.

Además de su relación de pareja, con el ministro Brito comparten su gusto por los temas gremiales. De hecho, se la premió en 2016 "por su convicción y trabajo por dicha actividad".

En el ámbito estrictamente judicial, hace unas semanas, Cabello hizo para la Sala Penal de la Suprema un informe en el que se pronunció en favor de extraditar al ex frentista Raúl Escobar, homicida del senador Guzmán.

¿Incierto camino a la presidencia?

A la luz de lo ocurrido esta semana, en círculos judiciales se debate si la relación con la fiscal seguirá incidiendo en la carrera de Brito. Especialmente en lo relativo a su posible elección como presidente de la Suprema.

El período de dos años del actual titular, Hugo Dolmestch, finaliza en diciembre. Entonces, el pleno escogerá a un sucesor.

Históricamente la designación ha recaído en el ministro más antiguo. Sin contar a Milton Juica y Sergio Muñoz, quienes ya ejercieron la presidencia, esa condición la ostenta Patricio Valdés. Pero su nombramiento se descarta, pues en febrero de 2018 cumplirá 75 años, edad en que los jueces deben jubilar.

Le siguen Héctor Carreño, Carlos Künsemüller y Brito. De ellos, quienes tendrían más opciones son el primero y el tercero.

Algunas versiones indican que Carreño podría ser elegido para el bienio 2018-2019 y Brito para el siguiente. Pero también se menciona la posibilidad de que en diciembre los jueces terminen inclinándose por el segundo.

Los mismos antecedentes señalan que a la hora de definir un eventual apoyo a Carreño, sus colegas considerarían la acusación constitucional que este enfrentó en la Cámara, en 2014, por un caso del Sename. Al final, el libelo fue desechado.

En el caso de Brito, más allá del ascendiente que tiene en algunos jueces, se prevé que las inhabilidades derivadas de su relación con Lya Cabello puedan restarle apoyos para encabezar la Suprema.

Los argumentos de Cabello en el Congreso

El nombramiento de la pareja del juez como fiscal de ese tribunal se tramitó en el Senado junto al del ministro del misma corte, Arturo Prado.

Ambos expusieron ante la comisión de Constitución el 18 de abril. Y ese mismo día, las designaciones de los dos fueron refrendadas -sin un voto en contra- en el hemiciclo.

En el Senado admiten que lo anterior fue posibilitado por un acuerdo entre los comités oficialistas y opositores que apoyaban a Cabello y a Prado, respectivamente. Nombres que, a su vez, habían sido propuestos por la Presidenta Michelle Bachelet.

Las dos designaciones fueron aprobadas sin debate en la sala. De hecho, el único orador fue el senador Felipe Harboe (PPD), quien informó a sus colegas que Cabello y Prado cumplían "con los requisitos, formalidades y procedimientos previstos" para optar a los cargos.

Junto con lo anterior, destacó las trayectorias profesionales de ambos y sintetizó las materias tratadas con ellos en la comisión.

Espacio este último en el que sí hubo debate y preguntas. Al punto de que la propia Lya Cabello abordó su vínculo con Brito. Lo hizo cuando el senador Espina le preguntó por una posible inhabilidad para ejercer el cargo, tomando en cuenta su vínculo con el ministro.

Senadores que estuvieron presentes en esa sesión recuerdan que la entonces jueza de la corte de San Miguel puso tres puntos sobre la mesa. Dijo que efectivamente es pareja de Brito. Anotó que tiene un juicio independiente para resolver sobre las materias que le toca conocer en su trabajo. Y previno que si eventualmente debía inhabilitarse, lo haría.

Esos argumentos se conjugaron con la convicción que se formaron los congresistas respecto de que no había impedimento legal ni ético para dar luz verde a su nombramiento. Que era injusto truncarle la carrera por ser la pareja de un ministro. Y que si llegaba a darse algún conflicto de interés, la vía de solución se perfilaría a partir de las normas vigentes.

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