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Además, registraron temperatura más baja del año, con una sensación térmica de -50° C:

Marinos de base Prat soportan en Antártica viento más fuerte en una década: 380 km/h

sábado, 24 de junio de 2017

ROLANDO MARTÍNEZ VERGARA
Nacional
El Mercurio

Con una visibilidad de apenas 10 metros, nadie salió de la base en dos días, mientras que los pingüinos se refugiaron en unos roqueríos y las focas se protegieron bajo la nieve. La bandera, ya rasgada por el viento, flameó hasta que se rompió la driza.



"A pesar de que la base resiste los vientos, fue incómodo estar, porque era igual como si estuviera temblando. Se estremecían todas las instalaciones".

Así resume el capitán de fragata Octavio Rodríguez, comandante de la base antártica naval "Arturo Prat" de la Armada -vía Skype a "El Mercurio"- las adversas condiciones climáticas que enfrentaron anteayer en isla Greenwich, a poco más de 4.500 kilómetros al sur de Santiago.

Un sistema frontal que se desplazó desde el oeste del área oceánica y afectó a la península antártica provocó que los nueve efectivos de la Armada destinados en la base "Prat" vivieran la temperatura más baja del año hasta ahora (-18,7° C) y soportaran la racha de viento más fuerte de la última década, según los registros disponibles.

Esta alcanzó a los 205 nudos (380 km/h) a las 9 de la mañana del jueves. Ambas condiciones, temperatura y viento fuerte, permitieron establecer que la sensación térmica en el exterior alcanzó los -50° C.

El comandante Rodríguez afirma que el sistema frontal ingresó el miércoles y las malas condiciones climáticas permanecieron hasta tempranas horas de la mañana de ayer. Aunque sabían que se acercaba mal tiempo, admite que nunca imaginaron que el viento sería tan fuerte. El lunes y martes se prepararon y reforzaron los sellos en las ventanas de la antigua base y aseguraron con madera los cierres de las puertas al exterior.

Mientras estuvo el sistema frontal, el viento se mantuvo constante en 50 nudos, pero hubo rachas que bordearon los 200, registrándose una máxima de 205 nudos. Casi 400 km/h.

"Con esta condición tan extrema de vientos y temperatura tan baja no se podía salir, y si una persona lo hiciera, no duraría de pie y no duraría muchos minutos, porque empezaría a congelarse", señala.

Afuera la visibilidad se redujo a solo 10 metros, y la fauna cercana se protegió del viento: los pingüinos se escondieron en medio de roqueríos y las focas se enterraron en sectores nevados.

El sistema frontal hizo caer cerca de 15 centímetros de nieve, pero el fuerte viento se encargó de levantarla, hasta disiparla en la ensenada Iquique, que ya está completamente congelada.

La bandera, ya con daños evidentes, flameó hasta que se cortó la driza, y desapareció. El constante viento acorta la vida útil de estas a solo dos meses en la base, y por ello mantienen un stock de más de una decena para todo el año. Hay otro par reservado solo para ceremonias oficiales.

"La base resistió bien. Hoy (ayer) salimos a dar una vuelta para ver las instalaciones, y no tuvimos mayores inconvenientes. El mayor cuidado que teníamos era por las torres de las antenas. Tenemos cuatro que son muy altas y que están sostenidas cada una con nueve cables de acero. Temíamos que alguno se cortara, pero los revisamos, y soportaron bastante bien", relata.

El cabo primero Daniel de la Fuente, meteorólogo de la base, explica que, a diferencia de las otras bases chilenas, allí se registran fuertes vientos por la geografía de la isla Greenwich: "Acá tenemos dos cerros que nos afectan con viento catabático, que es frío y que baja por la ladera del cerro y nos pega justo hacia donde está la bahía".

Con todo, el comandante asegura que a pesar del mal tiempo, mantuvieron sus actividades normales, e incluso pudieron ver el partido de Chile contra Alemania. Ello, comenta, pese a que "tenemos dos antenas satelitales, y cuando hay viento asociado con nieve, estas se empiezan a llenar de nieve, la señal de televisión comienza a caer y la telefonía se pone intermitente".

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