El oficialismo y una oposición fragmentada ponen hoy sobre la mesa las cartas con las que pretenden ganar el juego electoral del 22 de octubre, cuando los argentinos renueven un tercio del Senado y la mitad de los diputados, en unos comicios de medio término en que indirectamente podrían decidir el futuro del Presidente Mauricio Macri y las posibilidades del peronismo de volver al poder. El cierre de la inscripción de candidaturas es la primera escala de esta carrera, donde el suspenso lo pone la ex Mandataria Cristina Fernández, quien tiene hasta la medianoche de hoy para decidir si postula al Senado, luego de presentar esta semana su propio movimiento político y dividir todavía más a un Partido Justicialista (PJ, peronista) en esencia heterogéneo. Con la separación del kirchnerismo, las legislativas serán una competencia entre dos grandes bloques: uno con una fractura mínima; el otro partido con varias divisiones. Fernández fue la única oradora en el acto masivo del martes en la tarde en el estadio de Arsenal de Sarandí -afueras de Buenos Aires-, donde lanzó Unidad Ciudadana, el bloque K con que espera recuperar el terreno perdido en los comicios de 2015, cuando fueron desalojados después de 12 años en el poder. La esposa del fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) presentó su frente para competir, supuestamente, por un cupo senatorial por la provincia de Buenos Aires, que concentra más de un tercio del electorado nacional. Si se postula, con su nuevo frente, Cristina evitaría rivalizar en las primarias del 13 de agosto con Florencio Randazzo, su ex ministro del Interior y Transporte, quien compite por el PJ y otras agrupaciones cercanas. Las proyecciones para octubre dan a Randazzo entre 8 y 10 puntos, y a la ex Presidente un promedio de 25% de respaldo, con lo que el justicialismo tradicional resultaría golpeado en la circunscripción más importante del país y bastión histórico del peronismo. Del lado K, una buena elección podría catapultar a Cristina a las presidenciales de 2019, mientras que una derrota podría ser su jubilación política. "No hay que descartar que Cristina Fernández esté pensando en la Casa Rosada. Pero, sobre todo, va a estas legislativas para afirmar su liderazgo, más allá de la próxima presidencial", dice el analista Carlos Fara. Un escaño en el Senado tiene, además, otro valor para la ex Mandataria. Fernández, quien gobernó entre 2007 y 2015, tiene varias causas abiertas por enriquecimiento ilícito y corrupción cuando dirigió el país, y un eventual fuero parlamentario le sacaría ese peso judicial de encima. La estrategia no es nueva: el ex Presidente Carlos Menem evitó en 2015 una condena de 4 años y 6 meses de cárcel por el pago de sobresueldos durante su gestión (1989-1999) gracias al fuero parlamentario, y ya había sido condenado a siete años de prisión por venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia entre 1991 y 1995. Menem fue el senador con menos asistencias a la Cámara Alta durante la última legislatura y ahora va por la reelección. La tercera alternativa peronista es el Frente Renovador, del ex candidato presidencial y ex jefe de gabinete de Cristina, Sergio Massa, en alianza con la centroizquierdista Generación para un Encuentro Nacional (GEN). Además de postergar la renovación en el peronismo, el posible retorno de Cristina dio para páginas y páginas en los diarios argentinos y podría favorecer la polarización con la coalición oficialista Cambiemos del centroderechista Mauricio Macri. Y hacia allá apuntó la ex Mandataria el martes: "Necesitamos ponerle un límite a este gobierno para que pare el ajuste", dijo Fernández ante miles de seguidores con banderas argentinas. El macrismo enfrenta sus propios fantasmas. Problemas antiguos La división peronista contrasta con la unidad de Cambiemos. El bloque con que Macri ganó la Presidencia está integrado por su agrupación Propuesta Republicana (Pro), los radicales y otras formaciones como la Coalición Cívica de Elisa Carrió. La ciudad de Buenos Aires es el único distrito en el que no van como Cambiemos debido a un desencuentro con el frente de centroizquierda ECO, del ex ministro K Martín Lousteau, quien irá apoyado por los radicales. Los problemas del oficialismo van por otro lado. Un año y medio después de la salida del kirchnerismo, las preocupaciones de los argentinos, según las encuestas, son las mismas: inseguridad y economía. "Hasta ahora el gobierno tiene claroscuros. Aseguró la gobernabilidad, está normalizando la economía lentamente, y está haciendo regresar a la Argentina al mundo. Sin embargo, la actividad económica está tardando en reaccionar, hubo mucha improvisación en decisiones importantes, y es percibido como un gobierno para ricos", dice Fara. Para el analista Rosendo Fraga, "al no poder dar respuestas en el campo social", Cambiemos buscará polarizar con Cristina y mostrarse activo en materia de seguridad en el conurbano. Con cada bloque con sus propios problemas, Fara ve la balanza inclinada: "Creo que el gobierno puede ganar la elección legislativa, no tanto por sus logros, sino por los miedos que generaría una derrota y la amenaza kirchnerista. De modo que sus candidatos este año se verán favorecidos por dichos factores". Un escenario favorable para Macri le pavimentaría el camino a la reelección en 2019. Pero otro cuento sería con un resultado a favor de Cristina, en una carrera de imprevistos que arranca hoy.