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Chile necesita pymes más productivas

martes, 20 de junio de 2017

Economía y Negocios


Hernán Cheyre V.
Instituto de Emprendimiento
U. del Desarrollo

Ante el desafío de mejorar la productividad de la economía, no se puede obviar la situación desfavorable en que se encuentran nuestras pymes. Si bien a nivel global las cifras muestran que la productividad de las empresas chilenas es inferior a la que se observa en los países de la OCDE, la productividad relativa de las pequeñas empresas comparada con las empresas grandes en Chile apenas sobrepasa el 20%, mientras que en los países europeos la proporción sobrepasa el 70%(Cepal/Al Invest). Una mejor capacitación para los trabajadores, administradores y socios de las pymes, que facilite su incorporación al ámbito de la economía digital, un mejor acceso a financiamiento y mayor flexibilidad laboral, deberían ser temas prioritarios para impulsar el crecimiento de las empresas de menor tamaño. No habrá pymes más productivas si estas no crecen en el tiempo.

Hay bastante consenso en cuanto a que el emprendimiento y la innovación juegan un papel importante en la mejora de productividad de los países, y de ahí surge la relevancia de contar con un marco institucional y regulatorio que sea propicio para el desarrollo de estas actividades. Entre estos factores cabe hacer mención al respeto a la propiedad privada, a la existencia de mercados competitivos que permitan a los nuevos entrantes a “desafiar” a los actores incumbentes, y al imperio de la ley como garantía del cumplimiento de los contratos entre partes.

Lo anterior es una condición necesaria para el objetivo planteado, pero obviamente no es suficiente. En lo referido al emprendimiento, no toda nueva actividad emprendedora aporta positivamente a la productividad. De hecho, las empresas que más contribuyen son aquellas que tienen proyección global, y que por tanto logran crecer y expandirse en el tiempo. Y la razón es muy simple: es el aumento en el tamaño de la operación lo que les va permitiendo a las empresas aprovechar las economías de escala, e incorporar las ganancias de eficiencia de los procesos que deriva de lo anterior. Más aún, la opción de que los trabajadores puedan desarrollar sus labores en un ámbito de mayor especialización –factor clave para lograr aumentos en la productividad- tiene mayor probabilidad de ocurrencia en las unidades productivas que van aumentando sus volúmenes de operación. En definitiva, lo relevante para mejorar la productividad es crear las condiciones para que los emprendimientos puedan ir creciendo en el tiempo.

El corolario de lo anterior desde la perspectiva de las políticas públicas es bastante claro: la necesidad de apoyo a las pymes no se justifica por el solo hecho de que estas sean unidades de menor tamaño, sino que por la importancia que reviste el que ellas puedan expandirse.

Ante la realidad de que la productividad en las empresas de menor tamaño en Chile es significativamente inferior a la que exhiben las empresas más grandes, los esfuerzos que se puedan realizar en materia de capacitación –especialmente en lo que se refiere a su incorporación al mundo de la economía digital-, de mayores facilidades para acceso a financiamiento, y de mayor facilidad para hacer negocios, son de vital importancia para permitirles expandir sus volúmenes de operación. En esta misma línea, aliviar la carga regulatoria a las empresas y disminuir la burocracia para desarrollar negocios es algo que beneficia a toda la actividad emprendedora, pero especialmente a las unidades productivas de menor tamaño, por el mayor impacto relativo que esto tiene en sus costos de operación.

Por último, no puede dejar de mencionarse el impacto de la legislación laboral sobre la productividad de las pymes. La necesidad que tienen las empresas de menor tamaño -y de los nuevos emprendimientos en general- de poder desarrollar sus operaciones en un marco de flexibilidad, adquiere especial relevancia en lo relativo a las contrataciones de personas para poder operar con una proyección global. El rígido marco que impone la legislación vigente, agravado luego de la reforma aprobada el año pasado, atenta severamente en contra del objetivo de aumentar la productividad para poder ser más competitivos.

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