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Visitas, estudios y misiones motivaron sus viajes

Pío IX, Benedicto XVI y Francisco: los tres pasaron por Chile antes de ser Pontífices

martes, 20 de junio de 2017

Valentina González
Nacional
El Mercurio

El entonces cardenal Joseph Ratzinger estuvo más de una semana; en cambio, el actual Santo Padre y Giovanni María Mastai Ferretti vivieron en el país.



Los alfajores y el charquicán fueron dos recuerdos de la gastronomía chilena que el Papa Pío IX se llevó hasta el Vaticano. Cuando era un joven sacerdote, Giovanni María Mastai Ferretti llegó a Santiago como parte de la primera delegación pontificia que visitó Chile en 1824, y sonó incluso como un posible nombre para asumir como obispo de Santiago.

El italiano integró la llamada misión Muzi, liderada por el vicario apostólico monseñor Juan Muzi, que había sido solicitada por Bernardo O'Higgins, pero arribó al país durante el gobierno de Ramón Freire. Según escribió en su propio diario del viaje, cruzó la cordillera sobre el lomo de una mula y con los ojos cerrados. Ya en Chile, el religioso se sorprendió con la habilidad de las mujeres chilenas para fabricar dulces prácticamente con cualquier cosa, y hasta tuvo reparos con el vino del país: le pareció demasiado pesado.

Estaba interesado en trasladarse hasta la Región de La Araucanía para misionar entre los pueblos indígenas de la zona, pero factores ajenos a su voluntad lo impidieron. La misión Muzi abandonó abruptamente el país ese mismo año en medio de la tensión política -se exigía la derogación de la Constitución, algo que finalmente se logró- y el sacerdote fue llamado a Roma. Sin embargo, se llevó el recuerdo de Chile y, sobre todo, de sus sabores. Cuentan que en Roma pedía que se prepararan alfajores para los alumnos chilenos que estudiaban en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano, con motivo de las festividades de la Inmaculada Concepción. Con una cuota de humor, ideó también una particular bendición: beati chilensis qui manducant charquicanem; es decir, "felices los chilenos que comen charquicán".

Espíritu de continuidad

En 1988, un año después de la visita de Juan Pablo II al país, el entonces cardenal y Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, llegó a Chile invitado por la Conferencia Episcopal, el arzobispo de Santiago y Caritas Chile.

La idea era que el futuro Santo Padre estuviera en la inauguración del Establecimiento Nacional de Educación Caritas Chile, por el aporte de Alemania a este proyecto.

En ese entonces, su visita fue igualmente vista como un signo de continuidad luego del reciente viaje del Papa. Una idea que solo fue reforzada por su petición de presidir la ceremonia de entrega del Sacramento de la Confirmación en Antofagasta, algo que fue leído como un mensaje de que el cardenal había viajado a confirmar la fe chilena en la Iglesia Católica.

Durante su estadía en el país, que duró ocho días, Ratzinger se reunió con el entonces canciller Ricardo García y con estudiantes y académicos de la Pontificia Universidad Católica.

El nexo de Benedicto XVI y Chile no terminó con ese viaje. En 2002 donó su anillo episcopal y su solideo rojo -el gorro redondo que usan los cardenales- al museo interior de la Cruz del Tercer Milenio, en Coquimbo. Dos años más tarde envió, asimismo, su cruz de pecho.

Francisco, el estudiante

Antes de convertirse en Sumo Pontífice, Jorge Bergoglio estudió latín, griego y retórica en el Centro de Espiritualidad Loyola, en la comuna de Padre Hurtado, a fines de la década del 50.

De acuerdo con el catálogo provincial de la Compañía de Jesús, que registra a los religiosos de esa orden que viven en el país, estuvo durante la etapa del juniorado -última fase de la formación inicial- en esta casa, donde además siguió los mismos cursos que otros sacerdotes, como el padre Fernando Montes.

Hizo clases de religión en una escuela, y en una carta que envió a su hermana en mayo de 1960 se mostró conmovido por la situación de algunos de sus alumnos: "Los chicos y las chicas son muy pobres; algunos hasta vienen descalzos al colegio. Muchas veces no tienen nada que comer, y en el invierno sienten el frío en toda su crudeza".

Solidarizó tras el 27-F
El Papa Francisco fue uno de los primeros obispos en América Latina que enviaron ayuda, según el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati.

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