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Sobre Ossandon, las redes sociales y la mediatización de la política

lunes, 19 de junio de 2017

Economía y Negocios


Daniel Halpern
Director de Tren Digital UC

Una persona debería ser inocente hasta que se demostrara lo contrario. Y si se lo acusa en base a una declaración, no debería la sociedad tomar palco en el linchamiento y disfrutar de su sufrimiento hasta que logre defenderse. Al contrario, debería exigirle al acusador pruebas concretas que respalden la acusación. Eso es una sociedad civilizada.

Sin embargo, vivimos en una sociedad de espectáculo, en que todos dicen lo que piensan. Es la cultura de las redes sociales. No importa el grado de conocimiento, idoneidad o interés detrás de la opinión. Subimos al olimpo el derecho de expresión digital y nos vanagloriamos por la transparencia que ello implica.

El problema fue que le dimos mayor importancia al discurso que al hecho. Nos preocupamos más de lo que dijo que de lo que hizo. Y eso es un error. Sobre todo si se acusa a otra persona. El modelo en que el periodismo ponía el micrófono quedó obsoleto.

Hoy se requiere de pruebas para acusar. ¿Quiere decirle al país que hay un senador fraudulento? Muestre la boleta. Eso es oficio. ¡Es que el otro lo dijo! Es cultura de redes. Y por favor detengamos el espectáculo de las cartas. Cuando se tiene un argumento no se necesita a la familia. Porque eso también es cultura de redes.

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