Dólar Obs: $ 981,71 | -0,07% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.072,05
IPC: 0,60%


Impuesto al arresto en Bolivia

domingo, 04 de junio de 2017

Matías Rivas, escritor y director de publicaciones en Ediciones UDP.
Mi primer viaje
El Mercurio




"Íbamos al norte, pero terminamos en Bolivia. Éramos tres: yo y dos compañeros de colegio. Sabíamos poco de Bolivia, algunas cosas históricas, pero nada de la situación, de las tensiones. Yo iba a pasarlo bien, fundamentalmente. Pero no fue tan entretenido, finalmente.

Estuvimos un mes allá. Fuimos aprendiendo de a poco los códigos. Había una cosa de jerarquías raras. Dentro de los restoranes había fuerzas policiales. Ese tipo de cosas. Uno va a buscar a los lugares cosas que uno cree que existen: fiestas, conocer gente. Pero no había nada visible que fuera contracultural en las calles. No había punkis. La juventud no se vestía de una manera muy distinta a los viejos. Eso me llamaba la atención.

Primero pasamos por Cochabamba, que me gustó muchísimo. Recuerdo un amanecer en una plaza, mientras se escuchaban unos loros. Una amanecida tropical. Había cosas insólitas: un concepto del colectivo, pero que eran camionetas, que te bocineaban para que las tomaras. Mucho ruido, pero heavy. Si en ese tiempo hubiera sido mayor, me habría vuelto loco de mañas.

En La Paz dimos vueltas por la ciudad tratando de comer las cosas que comían ellos, muchas sopas, plátano frito, mucho pollo. Me acuerdo de haber visto El Alto, esa pobreza con una estética parecida a la fotografía de Martín Chambi. Había gente con peluquerías en la calle, y gente muy formal haciendo la cola. Una formalidad mezclada con pobreza que me llamaba la atención.

Una noche fuimos a una disco y en ese lugar fracasamos. No nos dejaron entrar. Nadie quería conocernos. Andábamos con una pinta bastante improbable, de joven, medio rockero. El equivalente a la moda chilena era visto como algo sucio. Nos miraban como a unos chilenos medios agringados, harapientos.

En Santa Cruz estaba el mito de las mujeres más lindas de Sudamérica y la verdad no era para tanto. Eran como brasileñas que hablaban castellano, pero uno esperaba a Angie Cepeda.

Me impresionó que antes de salir la gente carreteaba en plazas, tomando unos whiskys carísimos. Chivas Regal de no sé cuántos años. Estaba todo el cuento de la coca, que nos era ajeno. Desconocíamos el código de la droga. Nunca pudimos entrar. No de buenas personas, sino porque no cachábamos nada.

Una noche en Santa Cruz paramos un taxi de vuelta de un carrete, y de pronto el taxista se puso a gritar. Fue absurdo. Gritaba cosas en contra de los chilenos y no entendíamos mucho, pero a los 10 minutos llegó la policía y nos llevó presos. Primero nos llevaron a la pensión donde nos estábamos alojando y nos revisaron buscando droga. No encontraron nada, y nos llevaron a un retén donde nos cobraron plata por habernos llevado presos. Plata para la bencina. Primera vez en mi vida que tuve que pagar una coima."

Entrevista: Arturo Galarce. 

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia