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Experiencias se multiplican en Norteamérica y Europa:

Residencias intergeneracionales rescatan el valor de convivir con adultos mayores

domingo, 28 de mayo de 2017

Paula Leighton N.
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Condominios y hogares donde ancianos comparten espacio con estudiantes universitarios o familias con niños pequeños permiten interacciones donde todos entregan algo y se enriquecen.



En un condominio en North Portland, Oregon, nueve padres adoptivos y los 30 hijos que suman entre todos, forman una activa vecindad con 30 adultos mayores de escasos recursos que les ayudan a supervisar a los niños o comparten conversaciones y juegos en jardines y áreas comunes. En Deventer, Holanda, seis estudiantes universitarios viven en forma gratuita en la residencia de la ONG Humanitas que acoge a 15 adultos mayores. Los jóvenes se turnan para comer con ellos los días de semana, salen juntos de compras o paseo y les organizan un bingo mensual.

Algo similar ocurre en Judson Manor, un hogar para adultos mayores en Cleveland (EE.UU.), donde también viven estudiantes del Instituto de Música de esa ciudad, que a cambio del alojamiento realizan conciertos y actividades culturales para los ancianos.

Dentro y fuera

Estas son algunas de las experiencias que viven cotidianamente adultos mayores en residencias multiedad y "comunidades intencionalmente intergeneracionales", diseñadas para tender puentes de colaboración y compañía entre personas de distintas edades, generando interacciones que les aporten beneficios mutuos. "Los estudiantes traen a la residencia el mundo exterior, para los mayores es como actualizar su vida y los estudiantes se vuelven más pacientes", dice a "El Mercurio" Peter Daniels, funcionario de la residencia donde los seis universitarios juegan el rol de "buenos vecinos" y, además de compartir un té o una cerveza con ellos, les enseñan a usar el mail o Skype, o simplemente se acompañan viendo juntos una película.

El modelo se extiende cada vez más en países de Europa y Norteamérica. Según datos de la asociación Generations United, en EE.UU. existen al menos 500 centros intergeneracionales donde adultos mayores conviven a diario con niños y adultos jóvenes, principalmente.

"Para los adultos mayores el aislamiento social genera más mortalidad que el tabaquismo y el sedentarismo. Iniciativas como estas no solo reducen el riesgo de depresión y el deterioro cognitivo. Además, el sentir que pueden aportar a otros y sentirse útiles, les da un sentido de trascendencia, de dejar un legado, que es una de las grandes angustias que muchos sienten al final de sus días", señala el doctor Roberto Sunkel, psiquiatra del Instituto Nacional de Geriatría y director del Diplomado Integral en Longevidad de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.

En las residencias intergeneracionales las actividades no se dan solo puertas adentro.

En muchos casos, los mayores autovalentes hacen voluntariado en organizaciones comunitarias o escuelas de su barrio, donde ayudan con el cuidado de niños o con las tareas escolares, los acompañan a eventos culturales o museos, dan charlas o hacen acompañamiento a jóvenes inmigrantes que hoy pasan por situaciones que ellos ya vivieron o incluso, cuidan o acompañan por algunas horas a ancianos enfermos o con demencia.

Para María Teresa Abusleme, socióloga del Ministerio de Salud y anteriormente del Senama, estas iniciativas "ayudan también a potenciar una imagen más positiva de la vejez, que en Chile está muy asociada con enfermedad y dependencia, en circunstancias de que 78,5% de los adultos mayores en el país son autovalentes".

En ese sentido añade, "mantener a los adultos mayores segregados hace que como sociedad perdamos toda la experiencia y conocimiento que ellos pueden seguir aportando".

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