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Lanzamiento Novela del desarraigo, la inmigración y las segundas oportunidades:

El verano invencible de Isabel Allende

domingo, 28 de mayo de 2017

María Teresa Cárdenas
Entrevista
El Mercurio

En "Más allá del invierno", la incombustible escritora chilena nacionalizada estadounidense vuelve al tema del amor maduro -antes lo hizo en "El amante japonés"-, esta vez entre un académico y una profesora visitante de la Universidad de Nueva York. El lanzamiento en España y Latinoamérica será el 5 de junio, en Madrid, pero a Chile llegará dos semanas después.



"Recibo cientos de cartas de fieles lectores que me mandan sus historias para que yo las escriba, pero no puedo hacerlo, porque no las siento mías", explica Isabel Allende (Lima, 1942) desde California, poco antes de viajar a Madrid, donde el lunes 5 de junio presentará "Más allá del invierno" (Plaza & Janés), en Casa de América, y el jueves 8 firmará ejemplares de todas sus obras en la Feria del Libro. Pero no tiene problemas en reconocer que el "esqueleto" de este nuevo libro se fue formando con las ideas que su hijo, su nuera y tres personas más de su entorno le dieron mientras tomaban café en una casa de ladrillos oscuros en Brooklyn, durante la Navidad de 2015. Se acercaba el 8 de enero, fecha en que -como es sabido- Isabel Allende empieza a escribir sus libros, y "no tenía nada pensado".

"No es la primera vez que me dan ideas para escribir un libro -recuerda-. Hace varios años mis nietos y mi amiga Tabra me sugirieron algunas de las aventuras de la trilogía juvenil 'El Águila y el Jaguar'. Claro que de la primera idea al resultado final muchas cosas cambian en el camino".

Por eso cree que sus cercanos tal vez no van a reconocer sus sugerencias en "Más allá del invierno", pero remarca que no las habría aceptado si no la afectaran de manera personal. "Esta novela trata algunos temas que me importan mucho: uno de los personajes es una refugiada indocumentada de Guatemala en los Estados Unidos, y en el clima actual de xenofobia y odiosidad en este país, el tema me toca de cerca. Otro personaje es una periodista chilena que salió exiliada por el golpe militar, alguien como yo misma y como varias amigas mías". Se refiere a Evelyn Ortega y Lucía Maraz, quienes protagonizan la novela junto a Richard Bowmaster, un atormentado académico de la Universidad de Nueva York que, aparte de ser jefe de Lucía -como profesora visitante-, le arrienda un pequeño departamento en el sótano de su antigua casona de ladrillos... en Brooklyn.

Un hecho fortuito -Richard choca por detrás el auto que Evelyn ha sacado sin permiso de sus patrones y ella descubre que hay un cadáver en la maleta- los reúne durante toda una noche en la casa de Richard, donde soportarán una tormenta de nieve mientras van compartiendo los dolores y heridas del pasado. A pesar de sus diferencias de carácter, o por lo mismo, Richard y Lucía se sienten mutuamente atraídos. "La pareja principal descubre el amor a los sesenta años, es decir, por segunda vez escribo sobre amor maduro -antes lo hizo en "El amante japonés"-. Me divorcié después de cumplir 70 años y, lógicamente, me hago preguntas sobre la soledad y el deseo de volver a tener pareja. ¿Por qué se acaba el amor? ¿Por qué comienza? ¿Se puede amar para toda la vida? ¿Es posible enamorarse en la vejez? Todas estas preguntas y otras similares he explorado en 'El amante japonés' y 'Más allá del invierno'. No puedo decir si hay distancia entre lo que escribo y mi vida, supongo que a veces la hay, como en el caso de 'El Zorro' y 'El Juego de Ripper'. Sin embargo, casi siempre mis libros reflejan un cierto momento de mi vida o una cierta inquietud fundamental".

-¿Le interesa llegar a lectores que viven esa etapa?

"No me propongo dar un mensaje a un lector específico, sino solamente contar una historia que a mí me conmueve".

Su separación se sumó a la muerte de dos amigos y de su perra Olivia -a quien nombra en la novela-, así como a la vejez de sus padres y la lejanía de los nietos. Fue entonces cuando Isabel Allende sintió que se acercaba al "invierno" de su vida. Pero una vez más la salvó la escritura. "Es cierto que han sido años difíciles, pero parece que yo florezco con los desafíos", afirma. Y encontró la frase perfecta para el epígrafe de su novela. "Albert Camus escribió algunos textos memorables, muchas de sus citas son traducidas y conocidas en todas partes. La que empleé en mi libro es una de ellas: 'En medio del invierno aprendí por fin que había en mí un verano invencible'".

A descubrir ese verano también le ayudó Roger Cukras, su nuevo enamorado y a quien le dedica el libro. Pero admite que hay otras formas de salvarnos del invierno. "A veces es simplemente un propósito, algo que nos impulsa hacia adelante y nos conecta con el mundo y con otros seres humanos. Lo que nos sume en el invierno es contemplarnos el ombligo", afirma.

La elección de Trump me obliga al activismo

Es imposible no pensar en la propia Isabel Allende al conocer la energía y la pasión de Lucía Maraz, así como también sus divertidos comentarios sobre su físico y su estatura: "Estaba harta de contemplar desde abajo los vellos de la nariz del resto de la humanidad", se lee en el libro. Con ella comparte, además, el "síndrome del árbol de Navidad".

"Me resultó fácil describir el síndrome de Lucía, que adorna a sus amantes con los chirimbolos del árbol de Navidad, porque también yo he hecho lo mismo, atribuyéndole virtudes y cualidades inventadas al objeto de mi amor. Lo he sufrido siempre, pero ahora estoy tratando de curarme de ese mal. Muchos años de terapia, dos divorcios y algunos fracasos amorosos me han enseñado a palos. Tarde o temprano, los chirimbolos navideños se caen y una queda con el esqueleto de un pino muerto".

Con una obra traducida a más de 35 idiomas y más de 67 millones de ejemplares vendidos en el mundo, Isabel Allende es la escritora viva más leída en lengua española. No es extraño entonces que viaje a Madrid a presentar "Más allá del invierno", que se publicará simultáneamente en España y Latinoamérica, en formato impreso, digital y audiolibro, con 300.000 ejemplares. Lo que sí sorprende es que las librerías chilenas tendrán que esperar hasta el 20 de junio para contar con ejemplares de esta novela, que llegarán por barco.

-Evelyn es refugiada y Lucía y Richard tienen raíces familiares fuera del país. ¿Es ese el Estados Unidos que le interesa novelar? ¿Cómo lo ve ahora, con Trump en el poder?

"Al escribir ficción no tengo un propósito determinado, no se trata de dar un mensaje o plantear una posición política o filosófica. Empecé a escribir este libro antes de que Trump fuera candidato. El problema de los refugiados estaba en el aire. La elección de Trump me obliga al activismo y la resistencia".

Además de 21 libros publicados, Isabel Allende tiene su propia fundación, cuya misión es proteger a mujeres y niñas de Chile y del mundo contra la violencia de todo tipo. En ese sentido, cree que tanto en Estados Unidos como en Europa el tema de la inmigración y los refugiados se considera un problema político más que una crisis humanitaria, y que se han perdido de vista las razones por las cuales existe este fenómeno: para escapar de la guerra, el crimen y la miseria.

Sobre la idea de unir a estos tres personajes por la violencia y la injusticia que los ha marcado personalmente -Evelyn y Lucía- o a sus antepasados, en el caso de Richard, Isabel Allende no cree que haya sido una decisión consciente: "La novela se dio así, los personajes aparecieron solos". Y enfatiza: "La violencia y la injusticia son temas recurrentes en mis libros".

-¿Cómo investigó la violencia de las maras y la corrupción en Guatemala?

"Por mi fundación conozco casos como el de mi protagonista, Evelyn Ortega. He estado un par de veces en Guatemala y es bastante fácil investigar sobre las maras. Beatriz Manza, del Centro de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Berkeley, es una especialista en el tema de la violencia, la represión y la pobreza en ese país, ella me ayudó mucho".

"Me encantaría escribir como Vargas Llosa"

En la novela se van mezclando las historias de Richard, Lucía y Evelyn, con capítulos dedicados a cada uno en diferentes épocas, y a veces, a dos de ellos o a los tres juntos.

"Me pareció que era la única estructura posible para que la historia fluyera -señala-. Me encantaría escribir como Vargas Llosa, saltando de un personaje o de un momento a otro sin transición, pero no soy capaz. En mi mente siempre hay una manera más o menos lineal o cronológica de contar, aunque a menudo doy muchos rodeos para llegar al núcleo".

-En la novela se descubre un cadáver en la maleta de un auto, pero el desarrollo del relato no está dado por la búsqueda del culpable...

"No pretendía escribir una novela policial. En el primer manuscrito la historia comenzaba con el descubrimiento del cadáver, pero lo que seguía no era lo que se espera de una novela policial, eso habría desconcertado a los lectores. Por sugerencia de mis amigas Elizabeth Subercaseaux y Delia Vergara cambié la estructura, para que no se produjera esa confusión".

A pesar de las tragedias que describe, las novelas de Isabel Allende siguen siendo optimistas y su prosa, ligera. Pero niega que esto la haya limitado para abordar otro tipo de escritura.

"Nunca me he sentido limitada para explorar en la literatura. He escrito memorias, novelas históricas, una policial, tres juveniles, cuentos cortos y hasta un libro con recetas de cocina. Cada uno tiene su estilo, sus exigencias, sus desafíos".

-¿Es entonces su fortaleza?

"No tengo idea en qué reside mi fortaleza. Tengo la suerte tremenda de contar con la lealtad de mis lectores, que me siguen en cualquier aventura literaria que les proponga".

-Usted misma ha sufrido grandes tragedias, ¿la han salvado el amor y el humor?

"El amor y el humor son el bálsamo del dolor. En mi familia hay varios depresivos, pero yo nací con el gen del optimismo y una tendencia natural a la ironía, que no siempre cae bien, pero me ayuda mucho y he tenido una notable buena suerte. Sin duda, lo más trágico que me ha sucedido fue la larga agonía y la muerte de mi hija Paula. Sobreviví ese dolor con la ayuda incondicional de mi madre, mi padrastro, mi hijo, algunos amigos muy cercanos y Willie, que en esa época estaba conmigo. Después de haber pasado por eso, todo lo demás, por fuerte que sea, me parecen pelos de la cola".

-La novela también toca el tema de la culpa y el aprender a perdonarse. ¿No hacerlo es "un pecado de soberbia", como le dice a Richard su amigo Horacio?

"Si podemos perdonar a otros, podemos perdonarnos a nosotros mismos. No somos el centro del universo, no somos perfectos, tratemos de no darles tanta importancia a nuestros pecados y errores. Creo que el único pecado que uno no debe perdonarse es la intención de hacerle daño a otra persona o a un animal. La crueldad, el abuso de poder, la violencia es lo que debe pesarnos en la conciencia".

-A Evelyn le dicen que se encomiende a la sagrada madre jaguar de los mayas y a la madre de los cristianos. ¿Se rinde, como Lucía, ante el misterio?

"Me rindo ante el misterio, pero no pertenezco a ninguna religión organizada. Procuro mantener una minipráctica espiritual de meditación diaria, de dar las gracias constantemente, de juntarme regularmente con 'las hermanas del perpetuo desorden', cinco amigas y yo, que nos mantenemos unidas por el misterio, como lo llamas. Venimos de diversas tradiciones, judía, católica, protestante, budista, animista, etc. Compartimos la creencia de que rezar por el bien de otros puede ser muy positivo. Nuestra oración consiste en mandar energía y cariño a quienes lo necesitan. Curiosamente, he visto resultados casi milagrosos, como el caso de una de nosotras, a quien le diagnosticaron cáncer al pecho, rehusó tratamiento y se mejoró sola".

-¿Sintió alguna vez, como Lucía, que quería vivir en el extranjero, "porque en Chile la aplastaba el peso de lo conocido, de las rutinas y limitaciones"?

"Mis razones para vivir en California son que estuve casada con Willie por casi tres décadas; mi hijo, mis nietos, mi trabajo y casi todos mis amigos están aquí. Voy a Chile a menudo, siento que tengo un pie allí. A mí me acogen mis lectores con mucho cariño, no podría sentirme limitada ni aplastada".

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