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Biografía Un intelectual radicalizado

Feltrinelli, editor y revolucionario

domingo, 28 de mayo de 2017

Pedro Pablo Guerrero
Revista de Libros
El Mercurio

En Senior Service , Carlo Feltrinelli relata la vida de su padre, el editor italiano conocido en todo el mundo por publicar libros como El doctor Zhivago y El Gatopardo , y que acabó trágicamente sus días en 1972.



"¿Cómo se explica que un hombre de cuarenta y tres años que ha sido varias veces número uno en el mundo de la edición, con ilimitados contactos internacionales, cuatro idiomas, un hijo en edad de crecer, una 'novia' de veinte años, una esposa que confía en que vuelva con ella y una excelente situación económica, renuncie absolutamente a todo?". Es la pregunta que se hace al comienzo del capítulo 9 de Senior Service , Carlo Feltrinelli, hijo y heredero de un editor clave del siglo XX. La interrogante atraviesa todo el libro y, de seguro, es también su origen. A los diez años de edad, Carlo, el único hijo de Giangiacomo Feltrinelli y la fotógrafa alemana Inge Schoenthal, perdió definitivamente a su padre -sumergido desde hacía años en la clandestinidad-, cuando estalló la bomba que intentaba colocar en la base de una torre de alta tensión en una carretera próxima a Milán. Una muerte, al igual que tantas de los "años de plomo", con demasiados cabos sueltos como para darla por aclarada.

Al comienzo de Senior Service , su autor -actual presidente del Grupo Feltrinelli y propietario de editorial Anagrama- indaga en los orígenes de la fortuna familiar, amasada durante la segunda mitad del siglo XIX en el negocio de la madera pero rápidamente extendida al de la generación eléctrica y la banca. Es la parte menos placentera del libro, aunque resulta imprescindible para entender el contexto de Giangiacomo al momento de nacer, el 19 de junio de 1926. El primogénito de un matrimonio que solo tuvo dos hijos perdió a su padre a los nueve años. La mayor parte de la guerra la pasó junto a su hermana, encerrado en la villa de la familia, a cargo de profesores particulares. Sus únicos amigos fueron los sirvientes; conversando con ellos, se dio cuenta de la pobreza en que vivían y de la represión llevada a cabo por Mussolini. Razones más que suficientes para incorporarse, en 1944, como voluntario en el Cuerpo de Combate Legnano, del V Regimiento. Al año siguiente se afilió al Partido Comunista, del que llegará a ser un militante muy activo y apreciado hasta que, en 1956, manifieste sus críticas a la invasión con la que los soviéticos aplastaron la rebelión popular en Hungría.

La ruptura se hizo definitiva como resultado de la publicación de El doctor Zhivago , en 1957. La historia de cómo Feltrinelli se enteró de esta novela y se comunicó clandestinamente con Pasternak, sin llegar a conocerlo nunca, constituye una auténtica "novela dentro de la novela", como la llama el autor de la biografía. Lo mismo, las negociaciones con las autoridades soviéticas para que la aparición del libro en el extranjero, en calidad de primicia mundial, no perjudicara aun más la ya comprometida situación de su autor y su familia. El estruendoso éxito de la obra, considerada uno de los primeros best seller mundiales -agotó 12.000 ejemplares en dos semanas-, le trajo a Pasternak tanto dolores de cabeza como satisfacciones. La Academia Sueca le concedió el Nobel, pero el novelista se vio conminado a rechazarlo y tampoco pudo disfrutar a plenitud de las ganancias por sus derechos de autor, calculadas en más de 235.000 dólares. El propio Feltrinelli debió entablar, en Francia, una ingrata batalla por la representación de Pasternak y lidiar contra las ediciones pirata que aparecían en todo el mundo.

El editor italiano volvió a demostrar su olfato publicando El Gatopardo (1958), novela póstuma del aristócrata Giuseppe Tomasi di Lampedusa, rechazada por Mondadori, Einaudi y Vittorini. Lo que parecía una historia "reaccionaria" se convirtió en un fenómeno de ventas, leído por todos los sectores de la sociedad italiana.

En vez de repetir la fórmula, a comienzos de los 60 Feltrinelli se lanzó a editar los "Trópicos", de Henry Miller, y Los subterráneos , de Kerouac. La justicia italiana los censuró por obscenos, pero el editor la burló promoviendo el contrabando. Una vez, un policía de aduana hizo detener un auto atiborrado con ejemplares de Trópico de Cáncer . "Cuántos libros sobre el cáncer", le dijo al librero que lo conducía. A lo que este contestó: "Es una enfermedad terrible".

Los empeños de Feltrinelli sobrepasan el campo literario. Incluso, antes de la creación de la editorial, en 1955, viaja por Europa comprando libros, periódicos y manuscritos que documenten la historia del movimiento obrero y la revolución. Los reúne en la Biblioteca Feltrinelli, una de las mejores del mundo en la materia.

Hasta mediados de los años 60, el pensamiento crítico de Feltrinelli se manifiesta en el debate de ideas. Sin embargo, luego de su primera visita a Cuba, en 1964, se abre paso la necesidad de acción. Llega hasta la isla con el plan de editar las Memorias de Fidel Castro a partir de una serie de entrevistas en las que pone a trabajar a dos colaboradores de confianza. El propio Feltrinelli se reúne en varias ocasiones con él. Castro lo desafía a jugar básquetbol y a demostrar quién cocina el mejor plato de espaguetis. Habla durante horas. El "barbudo" está obsesionado con transformar la isla en una potencia ganadera ("Sueña con inmensos criaderos de ganado vacuno"). También le revela sus opiniones acerca de otros líderes revolucionarios. Stalin era "un loco que liquidó la flor y nata del Estado Mayor soviético y del partido". Mao es "un viejo arteriosclerótico". La verborrea del comandante es imparable. Feltrinelli abandona el proyecto de memorias. Nace, en cambio, una amistad sin admiración. Se da cuenta de que Castro tiene enormes lagunas culturales. Es un puritano que desprecia a los "maricas" y considera a los intelectuales cubanos unos "parásitos", con excepción de Carpentier.

Feltrinelli adhiere a la línea tercermundista de los países no alineados y a las luchas de liberación nacional. Incluso, viaja a Bolivia durante la aventura guerrillera del Che Guevara con el propósito de obtener la liberación de Régis Debray, capturado por el ejército. No consigue nada, solo ser detenido y expulsado del país. Años después, según revela Carlo Feltrinelli en esta biografía, su padre tendrá un rol importante en la ejecución de uno de los militares que aniquiló a la guerrilla guevarista. De vuelta en Italia, Feltrinelli viaja cada vez más seguido a Cerdeña, convencido de que la isla puede ser una nueva Cuba.

La radicalización es irreversible. Le confiesa a un amigo que ha terminado su rol de editor europeo y que se considera, a partir de ahora, un "combatiente antiimperialista". A fines de 1967, Castro le entrega en La Habana una copia del Diario del Che Guevara en Bolivia. Lo hace traducir de inmediato y se vende como pan caliente en 1968, un año especialmente álgido en todas partes. Las ganancias van para "los movimientos revolucionarios de Latinoamérica". Alberto Korda le regala el negativo de una foto del guerrillero que se hará famosa cuando Feltrinelli la imprima en miles de pósteres que vende en su cadena de librerías. Sin embargo, el negocio va de mal en peor. Al empresario solo le interesan las publicaciones políticas, y cada vez más contingentes. Empieza a ausentarse con frecuencia.

¿En qué está metido? Es lo que se preguntan sus colaboradores, pero también su familia y, sobre todo, los servicios secretos. No solo de Italia. La CIA, el FBI, hasta los israelíes le siguen los pasos. Convencido de que la política italiana dará un giro a la derecha, probablemente un golpe de Estado, como en Grecia, Feltrinelli retoma contacto con sus viejos amigos partisanos. Junto a ellos recluta a jóvenes descontentos, obreros, incluso elementos sin mucha formación política, provenientes de barrios periféricos. Funda los GAP. Sí, los Grupos de Acción Partisana. Son contemporáneos de las Brigadas Rojas, a las que Feltrinelli propone una alianza, pero solo llegan a coordinar acciones menores de represalia contra grupos neofascistas, también en alza por esos años.

El editor deja de vivir con su familia. Por seguridad, pero también porque conoce a Sibilla, su cuarta y última esposa. Todo acabará mal, presienten los amigos. "Su destino está marcado", dice un camarada. "Toleran todo, incluso la subversión en tu propia casa, pero cuando suministras armas a los otros, firmas tu condena de muerte".

En 1972, el fin anunciado llega en forma de una explosión que ocurre antes de tiempo. Los materiales son precarios. Los tiempos que corren lo son. "Morir por las propias ideas es la más radical de las fábulas", anota Carlo Feltrinelli en Senior Service. Biografía de un editor . "Senior Service" era la marca de cigarrillos que compraba Feltrinelli. El contenido del libro es mucho mejor que su título, que en castellano no sugiere nada. Al terminar de leerlo, queda una sensación de déjà-vu. El final de Giangiacomo Feltrinelli se parece al de Steiner, el atormentado intelectual, amigo de Marcelo, que aparece en "La Dolce Vita" (1960), de Federico Fellini.

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