Dólar Obs: $ 956,32 | -1,25% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.207,48
IPC: 0,40%


Perros vagos en litoral central

domingo, 28 de mayo de 2017

Bororo, pintor.
Mi primer viaje
El Mercurio




"Después de salir del colegio, con un amigo quisimos irnos a la aventura. Yo no había quedado en la universidad. Estaba perdido. Pensaba que porque me gustaba dibujar autitos de carrera podía ingresar a Ingeniería en Mecánica. Por suerte mis padres eran la raja y me dieron permiso, pero por ese entonces no tenían ningún peso para pasarme. Haciendo dedo, y después de mucho esperar, nos fuimos al Quisco en la parte trasera de un camión que no tenía barandas: con el calor que hacía, y los saltos que dábamos, éramos como dos papas doradas viajando sobre una sartén.

Cuando llegamos, por supuesto no teníamos dónde quedarnos, aunque la idea siempre fue dormir a la intemperie. Nos fuimos a las rocas, en la playa, y ahí dormimos durante los 5 días que estuvimos, tapados con frazadas y comiendo pan con leche condensada.

No sabíamos nada del litoral central. Yo solo había ido una vez con mis papás, por el día, y lo encontré siniestro, porque había una neblina tremenda. Ese recuerdo tenía. Pero esto fue distinto. Dormir en la playa es algo que me gusta hacer hasta el día de hoy, a la intemperie, con las estrellas encima. No sé qué habrá pensado la gente que nos veía, porque seguro parecíamos un par de vagos, tapados con frazadas, rodeados de 15 perros que se nos acurrucaban al lado y nos acompañaban para todos lados.

Una tarde, deambulando, nos encontramos con un cineasta amigo de mi compañero, que hablaba hasta por los codos. Yo no tenía ninguna esperanza en esa conversación, hasta que el tipo nos invitó a almorzar una palta reina y unos porotos granados. Imagínate lo que fue. Me lo comí todo. Y ese mismo cineasta le prestó unas lucas a mi amigo, que usamos para comprar cervezas en vez de comida. Cuando nos quedamos sin plata, nos devolvimos a Santiago con las únicas lucas que jamás tocamos.

Pasaron muchos años, me casé, tuve hijos y conocí al pintor Nemesio Antúnez, y nos hicimos amigos. Él era mi ídolo. Nunca pensé que iba a ser mi amigo. La relación se hizo tan cercana, que me prestaba todos los años su casa en Isla Negra, en un lugar llamado Los Chaguales, que era demasiado lindo, donde también estaba la casa de José Balmes y de los Irarrázaval, puros pintores. Como El Quisco estaba al lado, cada vez que volvíamos a la casa de Nemesio, pasábamos por esas rocas donde dormí con mi amigo, y le contaba una y otra vez la historia a mi esposa, pensando en lo raro que fue alguna vez estar tirado ahí en las rocas, sin saber qué quería para mi vida. Lo más lindo de ese lugar, pienso, es cuando me lo imagino sin casas. Cada vez que regresamos hacemos eso. Vamos en el auto y le digo a mi señora: 'Imagínate que no hubiera gente, que no hubiera ninguna casa'. Y es un paisaje fantástico."

Entrevista: Arturo Galarce.

"Dormir en la playa es algo que me gusta hacer hasta el día de hoy. No sé qué habrá pensado la gente que nos veía, porque seguro parecíamos un par de vagos".

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia