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Estudiantes de Derecho pagan en promedio un millón para preparar examen de grado

lunes, 22 de mayo de 2017

Valentina Gracia M.
El Mercurio

Empresas especializadas han proliferado los últimos años cobrando en promedio $ 120 mil al mes por interrogaciones semanales.

Sin lugar a dudas, el examen de grado más temido entre los estudiantes universitarios es el de Derecho. Miles de estudiantes de la carrera se enfrentan año a año a esta instancia, que en algunas universidades alcanza tasas de reprobación de hasta 50%.

La incertidumbre frente a esta evaluación, que solo puede rendirse un máximo de tres veces, ha generado un mercado de empresas de interrogadores particulares, dedicados exclusivamente a preparar a estudiantes de distintas universidades durante meses para enfrentar la experiencia de la mejor forma posible.

José Pablo Naranjo, abogado dedicado desde hace ya 17 años a la preparación de este tipo de exámenes, dirige una empresa que brinda asesorías de estudio a 250 estudiantes por año y que cuenta con una tasa de aprobación de 99%. "Los estudiantes llegan a nosotros motivados por el consejo de otros que han pasado por lo mismo y han tenido buenos resultados", comenta Naranjo, quien asegura que gracias al boca a boca, la publicidad tradicional no es necesaria para el negocio.

Como los cupos son limitados en cada una de los grupos de interrogadores, los alumnos pueden postular con meses de antelación, incluso más de un año, para no perder la vacante disponible.

En promedio, los futuros abogados preparan el examen en un mínimo de ocho meses y un máximo de un año y medio. Como cada sesión semanal cuesta aproximadamente $30 mil (puede ser más, dependiendo del método y la duración de las sesiones), los montos finales destinados para asegurar la aprobación oscilan entre los $860 mil, si se rinde a los ocho meses, y podrían alcanzar los $2.160.000, en el caso de quienes se preparan durante un año y medio.

"Es un tema central para nuestra profesión que los alumnos deban pagar por servicios como el nuestro para completar una formación a todas luces ineficiente, que no es capaz de dejar a sus egresados en condición de rendir un examen básico", asegura Naranjo. A estas alturas y frente al nerviosismo de los estudiantes, los interrogadores particulares parecen haberse convertido en un gasto necesario para un estudio disciplinado y personalizado que asegure la aprobación.

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