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Los nuevos aires de las tablas chilenas

viernes, 19 de mayo de 2017

Magdalena Andrade N.
Crónica portada
El Mercurio

Montserrat Ballarin, María Jesús Marcone (ambas en "La gaviota"), Josefina Fiebelkorn ("El cómo y el porqué") y Adriana Stuven ("La casa de Rosmer") son parte de la generación de recambio del teatro: cuatro intérpretes que están dando o que darán de qué hablar con sus proyectos este 2017.



María Jesús Marcone (26) comenzó su carrera con el pie derecho. Después de ser ayudante en varios ramos y asistente de dirección en una obra de egreso del actor y director Alfredo Castro, en 2015 fundó, junto a su ex profesor de teatro Francisco Albornoz y a la también actriz Montserrat Ballarin, la compañía Departamento de Teatro, con la que se propusieron autogestionar sus obras y pasar por todos los roles: desde la interpretación hasta la producción. Ya habían trabajado juntos en "La escala humana" (2014) -protagonizada por la actriz Paola Volpato-, y luego, con la compañía ya formada, el año pasado estrenaron "Parecido a la felicidad", texto de Alejandro Sieveking que convirtió a María Jesús en una de las sorpresas actorales de 2016. Hoy está ensayando "La gaviota", de Chéjov, que estrenarán el 1 de junio en el centro GAM y donde será Masha, una joven que llega a hacer un quiebre en la historia.

Montserrat Ballarin (30), al igual que María Jesús, también es integrante de Departamento de Teatro. Fue mientras actuaba en "La escala humana" que conoció a Paola Volpato, quien le sugirió enviar su currículum al área dramática de Mega, donde obtuvo el papel que la hizo conocida: el de la acomodada adolescente María Jesús Risopatrón en la teleserie "Pituca sin lucas". Desde entonces, la actriz ha sido fija de todas las producciones de ese canal, pero nunca ha abandonado el teatro. El año pasado fue la productora de "Parecido a la felicidad" y hoy interpreta un papel protagónico: en "La gaviota" será la aspirante a actriz Nina.

Otra historia es la de Josefina Fiebelkorn (28): luego de terminar su carrera estudió un año en los talleres del Teatro La Memoria. Mientras, trabajaba como promotora de supermercado, anfitriona de eventos, babysitter, garzona. Al poco tiempo comenzó a desesperarse por no poder actuar: entonces fue canal por canal pidiendo hablar con productores, dejándoles su currículum y un CD con fotos de sus trabajos. Hasta que Moira Miller, de la escuela de talentos de TVN, la llamó para la nocturna "Vuelve temprano", lo que le dio la estabilidad económica para volver al teatro con compañía propia -La fibra- y hacer obras como "Átopo", que estrenó el año pasado en la Universidad Mayor. Hoy, junto a Solange Lackington, es la protagonista de "El cómo y el porqué", que estará en funciones hasta el 1 de julio en Mori Bellavista.

Adriana Stuven (24), en cambio, no supo de enviar currículum ni de tener trabajos alternativos cuando se tituló como actriz. Apenas puso un pie fuera de la escuela la llamaron para un papel protagónico en la obra "Closer", dirigida por Cristián Campos en 2015. Y fue Paulina García, una de sus profesoras en la universidad, quien recomendó que la llamaran. Desde entonces no ha parado: al año siguiente fue parte del musical "Happy end" y de "Cerati, nada personal", además de ser asistente de dirección de Álvaro Viguera en la obra "Sirenas, el musical". Hoy es una de las protagonistas de "La casa de Rosmer", de Henrik Ibsen, en cartelera hasta este fin de semana en Corpartes.

Han seguido caminos distintos, pero todas se conocen de cerca: las cuatro son egresadas de la Escuela de Teatro de la UC, y por su cercanía de edad, más de alguna vez se encontraron en los patios y en clases.

-Por suerte he podido vivir del teatro -dice Adriana Stuven, y lo dice porque nunca ha hecho televisión, ni tampoco está entre sus proyectos a corto plazo, aunque sí entre sus deseos.

-Después de que se acaban las grabaciones disfruto irme al teatro -agrega Josefina Fiebelkorn, quien está en TVN con un rol en la teleserie "La colombiana"-. El teatro es la escuela que te pone en conflicto, te hace dudar. Es un encuentro no solo con tu compañero, sino con el público en tiempo presente.



SER (O NO SER)

UNA ESTRELLA. Amparo Noguera, Claudia Di Girolamo, Tamara Acosta, Paulina García. A la hora de hablar de sus referentes, esta generación nombra a las actrices que admiran y con las que han podido intercambiar experiencias. Ninguna se imagina teniendo aún el éxito de sus antecesoras, sino construyendo su propio camino y aprovechando el buen momento por el que pasan.

En algún momento, cuando Josefina Fiebelkorn era una de las protagonistas de la teleserie "Matriarcas", de TVN, muchos pensaron que sería la próxima María Elena Swett.

Ella también escuchó el comentario. Eso la hizo reflexionar: un protagónico en TV dejaría casi nulas sus posibilidades de hacer teatro.

-Trabajas desde las 8 a las 5 y media todos los días, 14 escenas diarias. Así vas a hacer las dos cosas mal. Yo no tengo la intención de hacerme una estrella de la noche a la mañana. Es algo que se construye. Eso de "la mejor actriz de Chile" y esas cosas que se dicen no sé si son mi ambición. Quiero que valoren mi trabajo y para eso hay que hacer las dos cosas, porque en la TV te empiezas a entrampar en ciertas maneras -dice la actriz, y agrega:

-He tratado de ser lo más honesta conmigo misma, aunque uno tiene esa ansiedad de decir: chuta, no estoy ahí, ¿debería estar?, ¿debería estar donde la gente me ve? -cuenta Josefina, que prepara junto a su compañía la obra "Una delgada línea", sobre el boom inmobiliario en los 90 de pequeños departamentos pensados para las mujeres que comenzaron a separarse en esa época.

Montserrat Ballarin agradece hacer televisión, pero el lugar donde vuelve al origen, dice, es el teatro: la vocación que la llevó a viajar desde Punta Arenas a Santiago para estudiar en la UNIACC, donde duró dos años y entró en una crisis que la hizo dejar la carrera. Pensó en cambiarse a Pedagogía Básica, a Educación Diferencial, incluso a Psicología. Pero terminó reincidiendo: preparó la PSU y entró a Teatro en la UC.

-He podido compatibilizar mis tiempos con hacer teatro y cine (estuvo en la cinta "Desastres naturales"), y mientras uno tenga los pies bien puestos en la tierra, la TV no te consume para nada. Te vas haciendo una súper buena musculatura actoral, emocional; en una escena te toca llorar, reír -dice.

Sin embargo, su principal preocupación está en las tablas: en cómo lograr que su compañía pueda conseguir recursos, dejando a la vez una huella en la cultura.

-Uno ha estado en obras donde se asignan 20 millones de pesos, ganas tu sueldo y haces las funciones que tienes que retribuir por el Fondart. Y se acaba: se acaba la compañía, se acaba el experimento. Es cortoplacista. Necesitamos tener políticas públicas que le den proyección al trabajo de los artistas -dice, y propone el sistema de las compañías residentes: la posibilidad de que un centro cultural reciba a un grupo que pueda ocupar el espacio para ensayar y mostrar sus obras durante el año, a cambio de dar clases a niños, hacer ensayos abiertos, talleres para la tercera edad.

-Debiéramos empezar a concentrarnos en el proceso y no tanto en el resultado -recalca la actriz, quien en el segundo semestre hará una obra fuera de su compañía: "Blackbird", producción de The Cow Company que se estrenará en Mori Bellavista y que cuenta la historia de una joven que se reencuentra con un hombre que se enamoró de ella cuando tenía 12 años, y él, 40.

Una opinión similar tiene María Jesús Marcone, que desde siempre ha combinado la actuación con la producción. De hecho, cuando no está actuando, trabaja en una productora. Sin embargo, después de las buenas críticas que recibió por su protagónico en "Parecido a la felicidad", y ahora, con su papel de Masha en "La gaviota", el bichito de la actuación está muy vivo.

-Me gustaría hacer todo lo que motiva. Brecht me motiva, Tennessee Williams, el trabajo de Manuela Infante, el de David Atencio. Quisiera hacer algo de Antonio Acevedo Hernández. Y algo de Radrigán. Al teatro chileno hay que sacarle el polvo, hay obras alucinantes.

Con "La casa de Rosmer", dirigida por Pablo Halpern, Adriana Stuven se ha enfrentado a un protagónico de peso: el papel de Rebeca West, una mujer inteligente y fría que ha urdido un plan para desviar las convicciones del dueño de casa, Johannes Rosmer (Nicolás Pavez), pero que termina enamorándose.

-Lo que más me ha costado es entender la obra no a nivel racional, sino que comprender el cuerpo, los sentimientos, hacerse cargo de un discurso tan político, tan lejano y tan profundo -cree ella. Y aunque ha recibido críticas dispares -"no les hago mucho caso, no porque crea que esas opiniones no son válidas, sino porque son subjetivas; trato de que no me afecten tanto y de rescatar lo que más me hace sentido de ellas", dice-, no se queda atrás: está preparando "El zoológico de cristal", la obra de Tennessee Williams en la versión de Álvaro Viguera; una coproducción de Mori y The Cow Company que se estrenará en julio y donde ella es Laura, una joven con una pequeña discapacidad física, que vive con una madre sobreprotectora (Claudia Di Girolamo) que a toda costa quiere que se case. También está preparando un nuevo proyecto junto a Cultura Capital, productora con la que el año pasado hizo "Cerati, el musical".

Lo importante, dice, es siempre actuar. Siempre hacer teatro.

-No quiero alejarme de eso. A nivel de gestión creo que hace falta una mayor calidad de espacios, falta no ver el teatro como algo amateur. Y a nivel humano, creo que todos nos debiéramos respetar un poquito más. Me da rabia cuando nos ninguneamos entre nosotros mismos: "Tú te mereces este nivel, tú no". Tengo muchas amigas que hacen teatro muy under y son grandes actrices; no son menos que aquellas que salen en todas las obras. Pero nos hemos vuelto superficiales.

"Después de que se acaban las grabaciones en TV, disfruto irme al teatro. Es la escuela que te pone en conflicto, te hace dudar. Es un encuentro no solo con tu compañero, sino con el público en tiempo presente", dice Josefina Fiebelkorn.

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