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Maite Alberdi habla de su última cinta, "Los niños":

"Esta película no tiene angustia"

viernes, 19 de mayo de 2017

M.A.N.
Reportaje
El Mercurio

Inspirada en sus vivencias junto a su tía con síndrome de Down, la cineasta dedicó dos años a indagar en las vidas de quienes han llegado a los 50 años con esta condición: la primera generación que vive tantos años, pero que sigue siendo tratada como si no hubiera crecido. Así nació "Los niños", que el Club de Cine Wikén preestrenará este martes 23 de mayo: una película llena de humor y emoción, "donde mejor lo he pasado", confiesa la documentalista.



"Los niños" es una película sobre el amor. Sobre el amor de Ana María y Andrés, un hombre y una mujer con síndrome de Down que han pasado los 50 años y que se conocen desde hace 40; que por cuatro décadas han ido al mismo colegio, han seguido las mismas rutinas, han hecho los mismos alfajores y los mismos merengues en el taller de gastronomía en el que pasan sus días. Y que ahora, durante esta sesión de fotos, no se sueltan la mano ni siquiera cuando les piden posar.

-Me pongo nerviosa -dice Ana María cuando la cineasta Maite Alberdi le pregunta qué sintió mientras estaban filmando la película documental "Los niños", de la que ella y Andrés son protagonistas.

-Permiso -dice entonces Andrés, y le da un beso en la mejilla a su novia-. El beso de la suerte, para que no te pongas nerviosa.

-Me gustó. Me gustaría ser actriz de cine -responde Ana María-. Ese trabajo me gustaría tomar, aunque mi mamá me rete.

"Los niños" es una película sobre el amor, pero habla de mucho más que eso.

Habla, también, de las ganas que tiene Ricardo, otro de los personajes de la cinta, de conseguir un trabajo para ser, a sus 42 años, un hombre independiente.

-Todo el mundo consigue un trabajo. Lo pasan bien y conocen la frustración. Pero después de la frustración hay cosas lindas -reflexiona él.

Y habla, también, de los deseos. Por ejemplo, de las ganas que tiene Rita, a sus 45, de comer chocolates y dulces, a pesar de estar a dieta. Y de cómo su gusto la lleva, durante la película, a comer pedacitos de cacao que saca del taller de gastronomía a escondidas.

Cuando hace ya tres años Maite Alberdi (34) se propuso hacer una película documental sobre la vida de un grupo de adultos con síndrome de Down, lo hizo pensando en Francisca, su tía 12 años mayor, con quien se crió y quien le había mostrado que cada persona con síndrome de Down es un mundo distinto: uno muy poco conocido y que se mueve bajo el lugar común de que todos son "alegres" y "cariñosos".

-Si bien es cierto yo siempre viví con la Franci en una relación súper normal (antes de hacer la película), también estaba llena de categorizaciones y pensaba que eran todos iguales. Pero estando con ellos rompí todos los estigmas. Por eso, traté de elegir personajes que mostraran esa diversidad, sus sueños y formas de ser distintas. Hay unos más inteligentes que otros; unos más rápidos, unos más lentos, unos muy simpáticos, otros mañosos, otros insoportables, como en cualquier grupo. Eso, antes estaba fuera de mi órbita -cuenta la documentalista.

Antes de filmar "Los niños", Maite Alberdi pasó seis meses yendo -sin cámara- todos los días al colegio Coocende, en Las Condes, uno de los pocos especializados en Chile en la educación para adultos con síndrome de Down, y que conocía porque allí se educó su tía Francisca. Esa generación es la que más le llamaba la atención: son los primeros que están llegando vivos y sin complicaciones a pasar los 50 años. Muchos tienen padres nonagenarios, que los criaron en una época en que se les recomendaba ni siquiera sacarlos a la calle.

Ahora, sus hijos están en una bisagra: se sienten -y los han empoderado- para ser adultos autónomos, se manejan con el computador y usan celular. Pero sus padres viven con la intranquilidad de saber quién los cuidará como lo hacen ellos cuando mueran.

Por eso, para "Los niños", Maite eligió como personajes a Ana María, Andrés, Ricardo y Rita: todos bordean los 50.

-Mi propia historia me permitió filmarlos, acercarme a ellos de manera horizontal. Cuando yo era chica tenía que jugar con mi tía, y si nos íbamos a pelear por una muñeca, se la tiraba por la cabeza tal como se la tiraba a mi hermana. Entonces llegué a ellos sin ningún prejuicio ni ningún tipo de miedo, ni con preguntas del estilo: ¿pu-e-do ha-blar-les así? ¿O-no? Les hablo como les hablo a mis amigos, o como le hablo a cualquier personaje; si tengo que discutir con ellos, discuto. Desde esa cercanía me acerqué y los filmé, y para ellos fue cómodo. Me volví una compañera de curso.

*

No es que "El salvavidas" (2011), "La once" (2015) o "Yo no soy de aquí" (2016), sus aplaudidos filmes anteriores, hayan sido fáciles. Pero Maite Alberdi cree que "Los niños" ha sido su película más complicada hasta ahora, por varias razones.

La primera: aquí nada fue consensuado ni conversado desde antes, sino que la documentalista se limitó solo a filmar lo que ocurría.

-En "El salvavidas", por ejemplo, Mauricio cantaba una canción de Bob Marley y le pedí que no lo hiciera, porque no podía pagar los derechos de autor, entonces cantó otra cosa. En otros trabajos te vas poniendo de acuerdo con los personajes, vas trabajando en los diálogos, pero acá se ve lo que ellos querían hacer, y eso es la forma más pura del documental. Anita, por ejemplo, quiso cantar una canción de Luis Miguel y yo le dije: "No puedo pagar los derechos", pero ella no quiso hacer otra cosa. Al final tuvimos que pagarlos, pero Luis Miguel fue súper amoroso y los cedió muy bajos -recuerda Maite Alberdi.

Al igual que en "La once", "Los niños" también comienza con una introducción de su protagonista. Maite cuenta que ella le escribió el texto a Anita, pero que se negó a leerlo.

-"Ah, no, es que no estoy de acuerdo con esto y no lo voy a decir", me contestó. "Voy a decir: Andrés tiene los ojos azules". Aunque Andrés no tenía los ojos azules, eso quería decir ella. No le podía dar instrucciones de nada -se ríe la cineasta, quien, luego de los seis meses de investigación, pasó durante un año y medio filmando a sus protagonistas en Coocende, tres veces a la semana.

Y si en "La once" fue una testigo muda de las tardes de té de su abuela y sus amigas, y en "Yo no soy de aquí" se tuvo que disfrazar de enfermera para no perturbar a sus pacientes -ancianos con Alzheimer que vivían en una casa de reposo-, acá, Maite y su equipo -un sonidista y un camarógrafo- se limitaron a estar, a mirar, a aprovechar la cotidianeidad.

-Los documentalistas habitualmente graban eventos, el día de esto, el día de lo otro, en que se supone que va a pasar algo. Pero acá había mucho de estar ahí y de que ellos se acostumbraran a que fuéramos parte del lugar, porque yo no hago: "Acción", no hay nada así. Ellos no sabían a quién estaban grabando -recuerda, y agrega:

-Hubo una dificultad que se transformó en una ventaja cinematográfica. Yo siempre digo que en los documentales hay que tener paciencia, pero acá son otros ritmos, otros tiempos. En las producciones hay ciertos timings; por ejemplo, hacer en un cierto período cinco tomas. Pero acá caminaban tan lento que solo podíamos hacer una. Eso me favoreció. Y como a veces hablaban diez veces lo mismo, podía filmarlos plano contra plano. Por eso se ve una ficción visual, porque podíamos prever cada situación.

*

-Fue como hacer un reality -dice Ricardo, el personaje de "Los niños" que solo quiere conseguir un buen trabajo para ser "adulto" y valerse por sí mismo, sobre su experiencia de haber participado en la cinta. "Ojalá que todos los que la vean lo pasen bien, lo disfruten, que nos vean cómo trabajamos, qué hacemos, cómo bailamos, cómo vamos a las fiestas", dice. Y aprovecha de preguntarle a Maite:

-¿Cómo lo pasaste haciendo la película?

-Aprendí varias cosas -contesta ella-. La primera, que todos ustedes son diferentes. Pensé que eran más parecidos a mi tía Francisca. También aprendí a cocinar. Comimos tanto. Bailamos tanto.

Tanto ella como sus protagonistas están ansiosos. Maite, porque quiere saber cómo será la reacción de ellos y de sus padres, que recién verán la película el día de su estreno, el 8 de junio. Cree que "Los niños" deja una serie de preguntas para los padres de las generaciones más jóvenes de personas con síndrome de Down. Cuando hace poco mostró la película en Holanda -donde obtuvo el premio a la Mejor Dirección Femenina en el Festival de Cine de Ámsterdam- y en Francia, por ejemplo, varios asistentes le comentaron las diferencias entre países:

-En Europa casi no existen personas con síndrome de Down, salvo en España. "Hace mucho tiempo que no veía a alguien con síndrome de Down", decían. Y les llamaba mucho la atención lo poco resuelto que está el tema. En Holanda me llevaron a lugares donde vivían y trabajaban, edificios completos donde vivían solos, tutoriados por cada piso. Tenían un restaurante en la planta baja que ellos mismos atendían. Era un mundo ideal, iban a ver a sus papás los fines de semana. Está tan resuelto el tema, con una seguridad social que se preocupa. Acá, en cambio, mis personajes nacieron en una sociedad en que no iban a estar bien sin los padres. Y me saco el sombrero con los papás de las nuevas generaciones -dice Maite.

Porque es cierto: hoy la realidad de las personas con síndrome de Down es distinta. Los colegios públicos deben cumplir con una cuota de inclusión, y si un colegio privado no los acepta, se les acusa de discriminación. Pero hay cosas que van más lento. En la película, por ejemplo, se ve cómo Ricardo, Andrés, Ana María y Rita reciben sueldos "simbólicos" por los productos de repostería que realizan y venden en el taller de gastronomía del colegio. Una situación que recién cambió hace un par de semanas, cuando gracias al trabajo de las distintas fundaciones -a los que se sumó una campaña comunicacional que hizo la documentalista junto a 40 organizaciones- se logró abolir la ley que permitía pagarles a las personas discapacitadas un sueldo bajo el mínimo: el resultado de un mundo adulto que insiste en ver a las personas con síndrome de Down como "niños".

Por eso, la cineasta Maite Alberdi decidió que en su película ningún "adulto" se viera con el rostro enfocado. Todos ellos aparecen, como voces, en segundo plano.

-Sentía que uno tenía que olvidarse de que ellos tienen síndrome de Down Visualmente quería que ese universo fuera la normalidad, al inverso de lo que uno ve en la realidad, donde ellos son el bicho raro. Acá es al revés: ellos son normales, y los adultos, los bichos raros -dice. Y agrega:

-La lata del documental es que la empatía es con la tragedia, con el drama, pero acá, en "Los niños", la conexión inicial es desde el humor. Esta película no tiene angustia. Si pienso en mis recuerdos de rodaje, es la película en la que mejor lo he pasado. Nos reímos tanto que teníamos que ponernos la polera en la cara para poder parar. Si bien era un tema duro, se nos hizo cotidiano y agradable. A ellos les pasan cosas complicadas. Pasan por cosas difíciles. Pero dicen: ¿cantemos?

"La lata del documental es que la empatía es con el drama, en cambio acá la conexión es con el humor", dice Maite Alberdi.

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