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ENTREVISTA A cien años de los hechos:

Orlando Figes: "Seguimos viviendo bajo la sombra de la revolución rusa"

domingo, 23 de abril de 2017

DANIEL SWINBURN
Artes y Letras
El Mercurio

Como uno de los acontecimientos más significativos de la historia del mundo, califica el destacado historiador la revolución de hace 100 años. Un hecho que, a su juicio, aún extiende sus efectos sobre la actualidad mundial. Autor de notables libros sobre los hechos que se iniciaron con la caída del régimen zarista en 1917, Figes ha logrado enriquecer la historia de los primeros años de la guerra civil que aún permanece relativamente inexplorada.



Una de las mejores historias generales sobre la revolución rusa publicadas en los últimos 20 años -aclamada por la crítica- es, sin duda, la del historiador inglés (ahora ciudadano alemán), Orlando Figes. "La revolución rusa. La tragedia de un pueblo" (Edhasa), un libro de casi mil páginas, relata con gran talento narrativo los hechos que asolaron al pueblo ruso y que desencadenarían la mayor tragedia de su historia.

Figes sitúa cronológicamente su libro entre 1891 y 1924, relatando los orígenes sociales y políticos de los intelectuales que darían forma a la idea revolucionaria a finales del siglo XIX, la estructura del régimen zarista, la Primera Guerra Mundial y luego los hechos revolucionarios desde 1917 hasta la muerte de Lenin. A su juicio, todos los elementos básicos que darían nacimiento al régimen de Stalin, que vendría a continuación con el fortalecimiento de la Unión Soviética, ya estaban formados al momento de la muerte de Lenin en 1924: partido único, sistema de terror y culto a la personalidad. Figes no duda en calificar este gran drama como una tragedia protagonizada por el pueblo ruso entero, y no solo por una banda de intelectuales fanáticos que se hicieron del poder.

Figes ha podido trabajar en los archivos de la ex Unión Soviética, que fueron la base de su libro. Pero también lo hizo con testimonios orales de personas que fueron víctimas del régimen estalinista, para dar a luz el desgarrador testimonio publicado en el libro "Los que susurran: La represión en la Rusia de Stalin" (Edhasa), en el que hace hablar a las víctimas del terrorismo de Estado.

Es autor también de "El baile de Natacha", una historia de la cultura rusa del siglo XIX, sin la cual a su juicio no se entiende la complejidad y particularidad de dicho pueblo. De hecho, su gran conocimiento en este ámbito hace que todos sus libros se lean desde esa perspectiva, dándoles a los hechos políticos mayor densidad.

Figes es invitado habitual a programas de radio y televisión para hablar sobre su especialidad; es colaborador del New York Review of Books y miembro de la Royal Society of Literature. Su último libro, publicado en 2014, es "Revolutionary Russia, 1891-1991". Visitará Chile en octubre próximo.

Últimamente, Figes sorprendió a la opinión con el anuncio que hizo en su twitter en febrero: por rechazo al Brexit, dejaba de ser inglés y asumía la ciudadanía alemana, país de origen de su familia, desde donde llegó a Inglaterra huyendo de Hitler y el nazismo.

-Usted afirma que la revolución rusa fue uno de los más grandes acontecimientos en la historia del mundo. ¿Cómo se percibe el acontecimiento al cumplirse los 100 años? ¿De qué modo sigue estando presente en la historia actual?

"Fue ciertamente uno de los acontecimientos más significativos -en términos de su impacto- de la historia del mundo. A una generación de la revolución, un tercio de la humanidad estaba viviendo bajo regímenes comunistas modelados en los bolcheviques. El miedo al comunismo fue un factor decisivo para el surgimiento del fascismo y el nazismo, lo que llevó al estallido de la II Guerra Mundial. A partir de 1945, la exportación del modelo leninista a Europa Oriental, China, el sudeste asiático, África y Centroamérica sumió al mundo en una Guerra Fría. Y seguimos viviendo bajo su sombra -en términos de los peligros de una guerra nuclear (como en el caso de Corea del Norte), el radicalismo islámico (producto de la guerra en Afganistán), y la 'nueva Guerra Fría' con la Rusia de Putin".

-Fueron muy proféticas sus palabras en las conclusiones de su historia de la revolución, diciendo que una de las posibles consecuencias del colapso de la URSS y la revolución comunista sería el advenimiento de un nacionalismo autoritario que llenaría el vacío que dejó dicho colapso. Y termina con la frase "los fantasmas de 1917 todavía no descansan". ¿Los fantasmas de la revolución siguen viviendo en la Rusia de Putin?

"Sí, creo que sí. Eso no quiere decir que Putin esté a favor de los bolcheviques. Está en contra de ellos y ha dicho que la revolución fue una catástrofe (incluso se encargó de reivindicar al general del Ejército Blanco, Denikin). Pero es un "hombre de la KGB" y su enfoque de la política, su autoritarismo, su nacionalismo y su desprecio por los valores democráticos son legados de la cultura política soviética (como también de la zarista). Más importante aun, su régimen está basado en las mentalidades y actitudes populares hacia el poder que son los legados más profundos de la revolución: la aceptación de la violencia estatal en pos de objetivos nacionales, la pasividad política de la población rusa, su actitud incondicional hacia el gobierno, su disposición a creer lo que les cuentan los medios controlados por el Estado, su desconfianza hacia los extranjeros, etc. Todo esto proviene de décadas de gobierno soviético".

-Usted tiene simpatía por el pueblo ruso y lo pone como principal protagonista en su libro. En lugar de ser una víctima de la historia, sería en parte responsable de su propia tragedia de enormes proporciones. ¿Piensa que el pueblo ruso no ha sido capaz de labrar su destino histórico?

"La tragedia del destino de Rusia ha sido su incapacidad para superar su pasado autocrático y estabilizarse como democracia -esa fue la tragedia de 1917-. Ocurrió en un período en el que el pueblo ruso estaba en una guerra internacional y guerra civil, sin las instituciones ni experiencia necesarias para resolver el problema del poder sin una 'guerra de clases' o violencia política. Fue por eso que se convirtió en una dictadura. Las causas de dicho fracaso estaban enraizadas en la historia del país, en la debilidad de la clase media y las instituciones civiles, y sobre todo en la pobreza y aislamiento del campesinado, la gran mayoría de la población rusa en 1917".

-Usted pudo acceder a los archivos de la URSS para trabajar en sus libros, antes de que los cerraran, lo que permitió una renovación en la historia de la revolución. Incluso la policía rusa le confiscó material. ¿Queda mucho para investigar allí?

"Yo trabajé en los archivos soviéticos desde 1984. Tenía buenos contactos con historiadores que eran 'semi-disidentes' pero además con archivistas. Luego en 1987 comenzaron a abrirse los archivos y, por primera vez, los extranjeros pudieron trabajar con los catálogos. Así que tuve la suerte de poder acceder a nuevos materiales, principalmente de la vida campesina y la política en y después de 1917, que fue el tema de mi primer libro. En los años 90, los archivos seguían estando fácilmente disponibles. Bajo Putin las condiciones se han vuelto más difíciles, pero en general los archivos están abiertos. Mi trabajo no se vio afectado por la incursión policial de 2008 a Memorial, la organización de derechos humanos que había llevado a cabo historias orales sobre la represión soviética y recopilado archivos privados del período estalinista. Todos los materiales le fueron restituidos a Memorial. Pero la incursión fue un acto de intimidación, una advertencia a los historiadores".

-Stalin sigue vivo en la memoria de muchos rusos que añoran la grandeza que alcanzó su país en términos militares e industriales. Se han retirado en general las estatuas de Stalin, pero no las de Lenin. ¿Qué motivaciones profundas pueden explicar esta situación con respecto a los principales símbolos y héroes de la revolución?

"Es cierto que Lenin sigue en muchas plazas. Representa a un país que mucha gente mayor añora, un símbolo de logros e identidad que les dio sentido a sus vidas. Esa fue la razón que dio Putin para no retirar el cuerpo de Lenin del Mausoleo en la Plaza Roja. Argumentó que ofendería a la generación mayor de los rusos, que habían hecho tantos sacrificios por el sistema soviético, al implicar que habían acariciado falsos ideales. Esa generación está desapareciendo, así que tal vez Lenin obtendrá lo que deseaba: ser enterrado junto a su madre en el Cementerio Volkov de San Petersburgo. Pero aún queda un problema más profundo: el que la gente considere a un Lenin, Stalin, o Putin como maestro, líder y personificación de sus propios intereses políticos".

-Con respecto a estos 100 años de revolución en Rusia, ¿es una efeméride incómoda para el gobierno, o no? ¿Piensa que habrá algún tipo de conmemoración de parte de los ciudadanos?

"Creo que la revolución de octubre es un tema demasiado divisivo como para ser conmemorado a gran escala por el Estado. Para algunos fue el comienzo de una gran civilización, pero para otros fue una catástrofe. Rusia está dividida entre Rojos y Blancos. Es poco probable que Putin haga algo grandioso para el centenario. A él no le gustan las revoluciones y tiene miedo de que tal vez haya otra en Rusia como la que hubo en Ucrania".

-Usted llega hasta 1924 en su "Historia de la revolución rusa". ¿Piensa en futuros libros avanzar hacia el período del estalinismo en este formato de historia general, más allá de los testimonios recopilados en "Los que susurran"?

"Creo que dije lo que quería decir en 'Los que susurran: La represión en la Rusia de Stalin', un libro que explora la vida interna de los ciudadanos soviéticos durante el período estalinista. Un libro sobre el 'estalinismo' que penetró en el alma de los rusos, y en cierta medida aún sigue ahí. Sin embargo, en mi último libro, 'Revolutionary Russia, 1891-1991', escribí sobre la era estalinista en el contexto de la revolución rusa de cien años".

-¿Qué períodos de la revolución rusa necesitan una actualización histórica o permanecen aún en la oscuridad?

"Creo que la Guerra Civil (1917-1921) sigue siendo relativamente inexplorada, sobre todo en términos de guerras menores (guerras nacionales, guerras campesinas) que se libraron detrás de las líneas principales entre Rojos y Blancos".

-Su libro sobre la revolución tiene una excelente iconografía. ¿Es posible descubrir nuevo material gráfico?

"Sí, de todos modos. Hay excelentes colecciones de pósteres, fotografías, películas, dibujos animados, cuadros, banderas y banderines, que no han sido bien explotadas y que nos dicen mucho, particularmente sobre el poder de los símbolos visuales para movilizar a las masas".

-Usted ha tratado de probar que es imposible conocer la historia de Rusia en el siglo XX y su tragedia sin conocer antes a fondo su cultura y ha escrito libros notables sobre este tema. ¿Cree que los líderes políticos de Occidente tienen suficientes conocimientos sobre la cultura rusa?

"Desgraciadamente, no, y ése es un punto importante. Creo que los líderes occidentales aún siguen pensando en Rusia en términos de estereotipos rusofóbicos (el oso agresivo, el país que únicamente responde a la fuerza, etc.). Corremos el peligro de crear a un enemigo de Rusia debido a nuestra incapacidad para comprender a los rusos en sus propios términos".

-¿Ha podido ver el trabajo periodístico de la ganadora del Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexievich? Utiliza un género, como el suyo, de historia oral para estudiar la revolución.

"Sí, conozco a Svetlana Alexievich, e hice una crítica de su último libro, 'Secondhand Time', para el New York Review of Books. Admiro su trabajo. Recuerdo cuando su libro 'La guerra no tiene rostro de mujer' salió en Rusia en 1984: para la Rusia soviética de aquella época, era una manera totalmente nueva de abordar la historia de la II Guerra Mundial. Mi enfoque de la historia oral es distinto al de ella, y tengo ciertas reservas sobre su metodología, pero las voces que ella nos ha dado son valiosas".

-¿Leyó la novela "Limonov", de Emmanuel Carrère, sobre la vida de un líder leninista nacionalista?

"Sí, es un libro extraordinario, poco común, y Carrère es un escritor brillante que supo sacarle mucho provecho a ese material".

"Creo que los líderes occidentales aún siguen pensando en Rusia en términos de estereotipos rusofóbicos".

"La tragedia del destino de Rusia ha sido su incapacidad para superar su pasado autocrático y estabilizarse como democracia".

"El régimen de Putin está basado en las mentalidades y actitudes populares hacia el poder que son los legados más profundos de la revolución".

"Creo que la revolución de octubre es un tema demasiado divisivo como para ser conmemorado a gran escala por el Estado ruso".

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