Dólar Obs: $ 950,77 | -0,31% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.232,24
IPC: 0,40%
ARTE Suprematismo y constructivismo marcan la historia del arte:

Gloria y caída del vanguardismo en la Rusia revolucionaria

domingo, 23 de abril de 2017

CECILIA VALDÉS URRUTIA
Artes y Letras
El Mercurio

Poco antes de octubre de 1917, Kazimir Malévich produjo un sismo en el arte, creando un arte nuevo, que proclamó la "supremacía de la sensación pura". Mientras, Tatlin fundó el constructivismo en la escultura. Varios más son los talentosos vanguardistas que crearon en plena revolución. Pero, a la postre, pocos pudieron alejarse del sistema totalitario.



Mientras Trotski y Lenin planeaban crear el Estado socialista y mucho antes de que Stalin tomara el poder, los artistas de la vanguardia rusa concebían un nuevo tipo de arte, más radical y extremo, que constituiría un verdadero sismo. Una revolución estética que "precede", entre 1912 a 1915, a la revolución política bolchevique.

Esa innovación conceptual y plástica dio origen a una abstracción pura llamada Suprematismo -fundada por Kazimir Malévich-, y muy luego al Constructivismo ruso, impulsado por el ucraniano Vladimir Tatlin.

Eran tiempos de búsquedas y malestar en las vanguardias. La Primera Guerra Mundial y sus efectos los había llevado a percibir que "la obsesión de la sociedad por un materialismo y un egoísmo sin límites" eran tal vez las razones principales de tanto drama y derramamiento de sangre". Malévich, Tatlin y sus seguidores coinciden en que es el momento propicio para un inicio en el que "todos pudieran vivir felices".

La Revolución de Octubre de 1917 fue apoyada por la casi totalidad de los artistas. Encontraban allí una continuación lógica de la revolución sucedida en el ámbito de la estética, esencialmente a partir de 1912. La ironía es que esas mismas vanguardias en pintura, escultura (que toman y/o se cruzan con la poesía, la narrativa, la ópera, la música) sentarían las bases para el diseño moderno del siglo XX. Y más aun: la abstracción de Malévich y de sus contemporáneos es un precedente para el minimalismo que surge, décadas después, en Estados Unidos.

Supremacía de la sensación pura

La pintora Natalia Goncharova -de la naciente vanguardia- escribe en 1912: "El arte ruso contemporáneo ha alcanzado tales cimas que hoy desempeña un importante rol en el arte mundial. Las ideas occidentales ya no pueden servirnos".

Los artistas rusos habían viajado por Europa buscando inspiración. El gran coleccionista Serguéi Shchukin invitaba todos los domingos a su casa en Moscú a creadores e intelectuales para que vieran lo último del arte moderno en su colección, propia de un museo. En 1913 el "Grupo de San Petersburgo" señala que Pablo Picasso y otros habían ido bastante lejos, "pero no lo suficiente".

Ahí estaba Kazimir Malévich (1878-1935), hijo de un administrador de una refinería de azúcar en Kiev, ciudad donde empezó sus estudios en arte. Luego se traslada a Moscú y asiste al estudio de Fiódor Roehrberg. Se integra a los círculos vanguardistas y se identifica con el movimiento futurista ruso, donde se acerca a los poetas con el fin de desvincular el lenguaje de la lógica tradicional. Exhibe en 1911, con el Grupo de San Pertersburgo y los artistas Natalia Goncharova, Mijail Larionov y Vladimir Tatlin.

En 1913 trabaja para la ópera "Victoria sobre el sol", una críptica obra futurista con música de Matyushin y una letra hilarante, basada en el sonido emotivo de las palabras, del poeta Alexei Kruchenikh. Le encargaron el diseño de los decorados y el vestuario, en medio de lo cual pintó un telón entero blanco con un cuadrado negro encima, realizando un quiebre total con lo que se había hecho hasta el momento. No fue consciente de ello.

Cuando lo percibió, muy luego, se puso a trabajar en secreto. En 1915, para una segunda puesta de la ópera, le dice al compositor que "estaría muy agradecido si me colocaras mi diseño del telón (del cuadrado negro) para el acto en que se consigue la victoria. Este cuadro tendrá un gran significado para la pintura". Llama a esa forma de abstracción pura Suprematismo. Consistía en formas geométricas pintadas sobre un fondo blanco, en las que cada cuadrado, círculo o rectángulo los pintaba en negro, rojo, amarillo o azul, en ocasiones verde". Malévich dice estar eliminando todo indicio visual para que el observador "pueda disfrutar de la experiencia de la no objetividad, de la supremacía de la sensación pura".

Pinta un cuadro manifiesto: blanco y encima un cuadrado negro, ubicado al medio del soporte. Lo llama "Cuadrado negro" (1915). En diciembre exhibe en Petrogrado con otros artistas como Aleksandra Exter, la propia Goncharova (antes de dejar Rusia) y Nadezhda Udaltsova. Una de ellas, Natalia Davidova (1875-1933), fue clave. Cofundadora de la Sociedad Artesanal de Kiev, organizó un mes antes de la histórica muestra del Suprematismo -llamada "La última exposición futurista: 0,10"- el estreno real de dicho movimiento revolucionario.

El Suprematismo era más extremo que la abstracción de Vasili Kandinski (1866-1944), pionero de ese estilo. Las pinturas de Kandinski son de una abstracción más controlada, con mayor uso y despliegue del color, de gran factura y belleza. Kandinski también se sumó al carro de la Revolución de Octubre. Tenía 51 años. Venía de fundar el movimiento "Der Blaue Reiter", en Alemania. El comisario del Pueblo y la Educación, Lunacharsky, lo invitó a participar. En 1919, Kandinski funda el Museo de Cultura Pictórica y participa en el Instituto para la Cultura junto con Kasimir Malévich.

Rivalidades, Tatlin, instrucciones del régimen

Uno de los artistas que exhibieron en "La última exposición futurista: 0,10" fue el escultor ucraniano Vladimir Tatlin (1885-1953), fundador del Constructivismo. Junto con Malévich eran líderes en la "Unión de la Juventud", una asociación de escritores, poetas, músicos y artistas radicados en San Petersburgo. Pero las rivalidades entre ambos no eran menores. El pintor Alexander Rodchenko describe a Malévich "como un hombre insincero, con ojos desagradablemente huidizos. Era sumamente engreído e intransigente en sus juicios".

Ambos prepararon sus obras en secreto para esa muestra. Pero lo que extremó el quiebre fue cuando Tatlin descubrió que el suprematista había colgado su "Cuadrado negro" en una esquina, la misma que el escultor había escogido, antes, para desplegar su pieza "Contrarrelieve de esquina". La estrella de esa muestra terminó siendo el cuadro de Malévich. Pero la historia del arte reconoce, después, los contrarrelieves de Tatlin como una revolución en la escultura.

Esos volúmenes -en estaño, cobre, cristal y yeso- tenían un sentido estético y además político: el cristal, el hierro y el acero representaban el futuro en la era industrial inspirada por los bolcheviques. Tatlin estaba convencido de que podía proyectar obras más fuertes y poderosas que las pinturas sintéticas de Malévich.

Tatlin figuraba instalado en un alto cargo en la academia junto a artistas como Liubov Popova, el mismo Rodchenko, gran pintor de lienzos monocromos, a quien se asocian autores posteriores como el estadounidense Rothko, aunque el ruso es claramente materialista en sus postulados: dice que sus obras son solo material pintado. En 1921 escribe un manifiesto del constructivismo en el que proclama la muerte del arte, por ser "burgués".

En la nueva Rusia soviética ,"el arte tenía que ser inteligible para millones, sirviendo al régimen y al pueblo". Ante ello, impulsado por su convicción de libertad, Kandinski deja Rusia, en 1920. Parte a Alemania invitado por Gropius.

Los constructivistas acatan la tarea fijada por la revolución: crear una identidad visual para el comunismo, donde "el artista es un constructor, un técnico, un líder y un capataz". Popova, Ekster, Varvara Stepanova, tuvieron un rol esencial en el desarrollo del arte constructivista, en donde la pasión por los materiales y los avances tecnológicos los hace transitar muy cercanamente a la arquitectura. Se llaman "artistas ingenieros".

Tatlin proyectó su trascendente "Monumento a la Tercera Internacional: el Cuartel General del Comunismo". Una estructura de cristal, hierro y acero curvo, de 400 metros de altura, que iba a ser emplazada a orillas del río Neva, en San Petersburgo, y en su cima emitiría propaganda política. El diseño lo terminó en 1921, en plena hambruna durante la guerra civil, momento imposible para levantar un proyecto así. La idea de su diseño era "superar" la Torre Eiffel y dar cuenta de que Rusia era mucho más grande, mejor y más moderna que el resto. Los constructivistas, después de 1921, y con Stalin, se vuelven más radicales en lo político. Hacen "cosas útiles", según exige la revolución. Diseñan carteles, libros, ropa, muebles, escenarios. Liubov Popova -pintora reconocida por sus composiciones más arquitectónicas- se dedica a pintar edificios públicos, diseña carteles y vestidos. Rodchenko trabaja en una imprenta y en diseño gráfico. Su portada para el libro de Trotski, "Problemas de la vida cotidiana" (1923), debe mucho al arte no objetivo, que protagoniza un cuadrado rojo sobre fondo blanco.

Lissitzky (1890-1941), formado como arquitecto antes de integrar el movimiento suprematista, también se adhirió a la causa diseñando carteles. Fue crucial su afiche con formas geométricas y planos superpuestos, en rojo, blanco y negro, titulado "Golpead a los blancos con la cuña roja". Su influencia demostró la fuerza del arte no objetivo.

Malévich bajo sospecha

Marc Chagall -quien adhirió a la revolución- había invitado a Malévich, en 1918, a enseñar en la escuela de arte de Vitebsk. Pero se enemistaron. Malévich intentó ocupar su cargo en la dirección de la escuela, aprovechando los viajes de Chagall a Moscú. Al regresar Chagall a Vitebsk vio que el letrero de "Escuela Libre" había sido cambiado por el de "Escuela Suprematista". Chagall renunció al cargo y, desilusionado por el régimen totalitario, abandonó Rusia con destino a Berlín. Malévich bautiza a esa escuela con el nombre de "Colegio del nuevo arte". Sus seguidores se cosieron un cuadrado negro en las mangas. Pero la difícil relación de los suprematistas con las autoridades locales los llevó a que, a fines de 1921, fueran obligados a abandonar la ciudad.

Las autoridades rusas le cedieron luego a Malévich unas habitaciones (como estudio) en el Museo de Cultura artística de Leningrado. Siguió en contacto con artistas del exterior. Expuso en Venecia, en 1924, y lo autorizaron a exhibir en Varsovia y Berlín, en 1927. Allí se entrevistó con Gropius, estuvo con Hans Arp, Kurt Schwitters, László Moholy-Nagy. Mientras, las autoridades del régimen soviético empezaban a sospechar de su conducta abierta a Occidente, de validación de un arte contrario al impuesto del realismo socialista.

En junio de 1927 fue requerido para volver urgente a Moscú. Dejó sus pinturas y manuscritos con sus amigos de Alemania, pensando regresar. En 1928 se organizó la última retrospectiva de su obra en Rusia, en la galería Tretryakov de Moscú. En 1930 fue arrestado por recibir una segunda invitación para exhibir en Alemania. Obtuvo la libertad, gracias a sus amigos que escondieron documentos y pinturas suyas más comprometedoras. Malévich habría vuelto obligado por las circunstancias políticas, a una cierta figuración, como en sus inicios, pero ahora imbuido de una atmósfera de realismo socialista que, a veces , él incorpora con elementos renacentistas, como en su autorretrato. Pinta a deportistas y dibuja también a campesinos rusos. Y en silencio sigue elaborando textos y algunas pinturas que no respondían del todo al ideario estalinista. Malévich puso fechas anteriores a esos cuadros, por seguridad. Aunque incluso en sus obras más cercanas al ideario del régimen totalitario de Stalin (quien enviaba a los artistas disidentes a Siberia) reconoce Petrova que el "suprematismo sigue presente en la ingravidez de esas figuras, en la pureza de los colores".

En 1934 le diagnostican un cáncer. Kazimir Malévich muere en 1935. Pide que lo entierren en su Dacha, cerca de Moscú. Su ataúd habría llevado motivos suprematistas que él mismo había pintado.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia