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Programa para atraer talentos

Nueva Zelandia: su aislamiento seduce en una era de agitación

sábado, 22 de abril de 2017

J. WILLIAMS y D. STREITFELD The New York Times
Internacional
El Mercurio

WELLINGTON Su ubicación remota se vuelve un activo en tiempos del Brexit, Trump y el terrorismo global; el país al fin logra atraer talentos para ser polo tecnológico.



En el Pacífico Sur, el software ya no necesita un fuerte argumento de venta. Nueva Zelandia había querido desde hace tiempo ser un centro tecnológico, pero la distancia era un problema. Ahora, en un momento de turbulencia política en todo el planeta, ese aislamiento se ha convertido en una ventaja.

Se esperaba que un programa municipal para llevar al país a 100 programadores en mayo recibiría 2.500 solicitudes. Pero el programa LookSee Wellington superó los 48.000 postulantes, incluidos empleados de Google, Amazon, Facebook, el MIT y la NASA.

Por todo tipo de razones, hace sentido que quieran venir a Nueva Zelandia. El costo de la vida es menor que el de San Francisco. Los traslados son menos agotadores. Y la política estadounidense, el "Brexit" y el Estado Islámico están del otro lado del mundo.

"Es solo una de esas cosas donde las estrellas se alinean", dijo David Jones, gerente general de la Agencia de Desarrollo Económico Regional de Wellington.

Los recién llegados describen a Nueva Zelandia como más idealista y menos frustrante que otros lugares.

"En Estados Unidos me siento extremadamente desconectada", dijo Alanna Irving, de 33 años, quien llegó de San Francisco para iniciar dos empresas. "Todo el tiempo suceden cosas con las que no estoy de acuerdo, o no comprendo, o no pienso que sean realmente buenas para la mayoría de la gente, y no veo manera de que eso pueda cambiar".

Esta es la segunda vez que Nueva Zelandia ha intentado usar a Silicon Valley para dar un empujón a su naciente economía tecnológica. El esfuerzo actual es en alguna forma un fruto del primero, e incluye a los mismos actores.

Peter Thiel, el inversionista inconformista que hizo su fortuna con PayPal y Facebook, hizo una propuesta financiera irresistible a Nueva Zelandia a principios de 2011. Él llevaría a la economía local -cuyas mayores exportaciones se concentraban en la leche y la carne de ovejas y cabras- a la era de la alta tecnología. Theil serviría como embajador tecnológico itinerante del país, abriendo puertas en todo el mundo que están cerradas a los simples funcionarios gubernamentales.

Incluso antes de presentar su solicitud, estableció Valar Ventures, un fondo de inversión bautizado con el nombre de los dioses en "El señor de los anillos". Valar invirtió unos US$ 3 millones en Xero, una firma de software de contabilidad online , y fue parte de una inyección de efectivo de US$ 4 millones en Pacific Fibre, que propuso un cable submarino transpacífico. Y eso, dijo Thiel, sería solo el principio.

"Pretendo dedicar una cantidad importante de mi tiempo y recursos a la gente y las empresas de Nueva Zelandia", escribió en su solicitud de ciudadanía. Donó unos US$ 750.000 a las actividades de ayuda tras el sismo que sacudió Christchurch en febrero de 2011.

Nueva Zelandia, con una población menor a los cinco millones de habitantes, recibe alrededor de 30.000 solicitudes de ciudadanía al año. El temor al potencial de corrupción y explotación hace que expida solo un puñado. Thiel fue uno de ellos.

"Nos asombró tanto que Peter Thiel estuviera interesado", dijo Rod Drury, el director ejecutivo de Xero. "Que obtuviera un pasaporte no significaba mucho en ese entonces. Nadie realmente pensó en ello". De hecho, nadie siquiera lo mencionó, pero cuando se reveló el secreto, creó un pequeño alboroto.

"Que alguien pueda invertir y obtener la ciudadanía va en contra de ese importante valor neozelandés que es la igualdad", explicó Drury. "Esa es la razón de que haya captado tanta atención en los medios aquí".

"Guerra por talento"

Drury es el personaje más importante en el escenario tecnológico de Nueva Zelandia, una versión local de Bill Gates o Mark Zuckerberg. Él recomendó a Thiel para la ciudadanía, y Xero fue puesto como modelo de lo que, con la ayuda del inversionista, podían llega a ser todas las nuevas empresas emergentes.

Valar ahora tiene su sede en Nueva York, donde ha estado invirtiendo en compañías europeas y brasileñas. Thiel declinó hacer comentarios. Xero, que tiene 1.400 empleados y clientes en 180 países, tomó un camino diferente. Su objetivo es convertir a los contadores en "consultores de crecimiento", volviéndose una plataforma que se eleva por encima de las fronteras nacionales.

La iniciativa LookSee Wellington para atraer a 100 ingenieros de software se enfocó inicialmente en estadounidenses. Luego se corrió la voz. Para cuando finalmente se cerró la convocatoria el 30 de marzo, India había superado a EE.UU. en solicitudes.

"Estamos en una guerra mundial por el talento", dijo Chris Whelan, director ejecutivo de la Agencia de Desarrollo Económico en Wellington.

Drury ya está esperando que LookSee sea un programa anual. Después de todo, le quita de las manos el costoso problema del reclutamiento a Xero y se lo deja al gobierno.

"Habrá un período de auge en los próximos 10 años", dijo Drury. Entre más inmigrantes, mejor. "Recibiremos a muchos. Recibiremos a cientos".


48 mil personas postularon para los 100 cupos para programadores que ofrecía LookSee Wellingon.



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