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Ganará experiencia en roles y tendrá clases con estrellas:

Ramiro Maturana, el barítono chileno que entró a la Academia de La Scala

sábado, 22 de abril de 2017

Romina de la Sotta Donoso
Cultura
El Mercurio

El cantante se va en septiembre por dos años al epicentro milanés de la ópera. Y justo antes, también becado, se perfeccionará por dos meses en Manhattan. "Todo esto es como un sueño", dice.



Hijo de padres chilenos, el barítono Ramiro Maturana (1990) nació en Buenos Aires. En 2012 se tituló en la Universidad de Talca como Intérprete y Docente Musical, donde estudió canto con Carolina Robleros y Rodrigo Navarrete. Y después siguió estudiando con Claudia Pereira.

Al titularse, audicionó para el Municipal de Santiago, y lo eligieron para tres roles. Así, en 2013 debutó en el elenco internacional de "El Barbero de Sevilla" (Rossini), como Fiorello, y además fue Paris, de "Romeo y Julieta" (Gounod), y Belcore, de "El Elíxir de amor" (Donizetti)".

Desde entonces ha participado en varias producciones del Municipal de Santiago y en montajes de Puerto Montt, Concepción, Talca y Rancagua.

Acaba de ser solista en el oratorio "El Mesías", de Haendel, con el Ballet de Santiago. "Toda mi carrera la proyecto cantando ópera y música sinfónica", dice. El año pasado, de hecho, grabó con la Orquesta Usach una Cantata de Jorge Pepi-Alos y la "Cantata del Café", de Bach. También fue con Bach que debutó con la Sinfónica de Chile, como Pilatos en la Pasión según San Juan. Después fue solista en "Réquiem de Guerra" (Britten), con el Banch, y en la Novena de Beethoven, en el verano. "Con eso me fue muy bien. La crítica destacó que me proyectaba como cantante maduro, con la voz resuelta", comenta.

Ahora, que está en el momento justo para perfeccionarse en el exterior, acaba de recibir una gran noticia: fue uno de los seis cantantes aceptados en la Academia de La Scala de Milán.

El programa dura dos años: "Los profesores asociados son leyendas vivas de la ópera, como Renato Bruson, Luciano Serra, Mirella Freni y Luigi Alva. Además de formarnos, hay posibilidades de que te integren con un rol pequeño en alguna producción de La Scala u otro teatro".

La selección fue un proceso bien exigente. Era uno de los 200 seleccionados para audicionar, lo que hizo con el Aria de Valentín, de "Fausto" (Gounod), y se convirtió en uno de los 16 finalistas. Tras entrevistas y numerosas pruebas, quedaron seis becados.

La academia parte en septiembre, pero el barítono ya tiene comprometidos los meses de julio y agosto, pues fue becado en la Manhattan Opera Studio de Nueva York. "Es bien intenso. Voy a participar en la ópera 'La Flauta Mágica', como Papageno. Vamos a tener clases con preparadores de la Metropolitan Opera, y daremos algunos conciertos en el Carnegie Hall y otros sitios", cuenta.

Junto con él viajarán otras dos voces chilenas: Matías Moncada y Eleomar Cuello. Todos pudieron audicionar gracias a que la Fundación Ibáñez Atkinson trajo a Santiago a una comisión de la entidad neoyorquina, superando así la primera barrera financiera que implican las audiciones para un joven talento. Así como hoy lo apoya esa fundación, antes lo ayudó la Corporación de Amigos del Teatro Municipal.

"Todo esto es como un sueño; voy a estar con verdaderos maestros, y mi principal objetivo es formarme, porque quiero dedicarle mi vida al arte del canto. No tengo mayores expectativas. Si puedo cantar afuera, súper, y si me devuelvo, bien también, pero quiero seguir haciendo lo que hago y con todo el cariño que lo hago", confiesa el barítono.

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