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Pilar del pensamiento moderno:

Publican biografías de Spinoza

sábado, 22 de abril de 2017

Juan Rodríguez M.
Cultura
El Mercurio

Con traducción de Alan Pauls, un libro de Ediciones UDP reúne tres biografías tempranas del filósofo holandés, atacado por judíos y cristianos debido a su heterodoxa idea de Dios.



Baruch Spinoza (Ámsterdam, 1632), hijo de una familia judía sefardí, desde niño mostró dotes intelectuales que auguraban a un futuro teólogo, tal vez a un rabino. Pero como llevó sus capacidades más allá del dogma y los textos, fue expulsado del judaísmo "sin exceptuar ninguna de las maldiciones, anatemas, proscripciones y excomuniones lanzadas desde la época de nuestro legislador Moisés", según se lee en la fórmula de excomunión, junto a otras frases, como que "se lo trague la Tierra" y que "la opresión y la angustia lo invadan en todas partes".

El texto está recogido en "Vidas de Spinoza" (Ediciones UDP), un volumen que reúne tres biografías tempranas sobre el filósofo, traducidas por el escritor argentino Alan Pauls: "La vida de Baruch Spinoza" (1706), de Jean Colerus; "La vida de Spinoza" (1735), de Jean Maximilien Lucas, y "Spinoza" (1696), de Pierre Bayle.

Pilar del pensamiento moderno junto a Descartes y Leibnitz, en el sistema de Spinoza confluyen elementos del estoicismo, del racionalismo judío medieval, del cartesianismo y de Hobbes, según reseña la Enciclopedia de Filosofía de Standford: "Su visión extremadamente naturalista de Dios, el mundo, el ser humano y el conocimiento fundamentaron una filosofía moral centrada en el control de las pasiones en vistas de la virtud y la felicidad", se lee. "También permitieron la fundamentación de un pensamiento fuertemente democrático y de una profunda crítica de las pretensiones de las Escrituras y la religión sectaria. De todos los filósofos del siglo XVII, tal vez ninguno tenga hoy mayor relevancia que Spinoza".

También la tuvo en vida y en los años siguientes a su muerte, en 1677. De ahí el mérito de las tres biografías: su cercanía. Mérito que tiene menos que ver con los hechos que con la inmediatez de los sentimientos y la vigencia de la polémica en torno a un autor que molestó ("Spinoza, ese filósofo cuyo nombre tanto ruido hace en el mundo", dice Colerus). Y cómo no iba a hacerlo, si en su "Tratado teológico-político" dice "que el método de interpretación de las Escrituras no es diferente del método de interpretación de la naturaleza" y que cada uno tiene el deber de adaptar los dogmas a su entendimiento. Y en su "Ética" (póstuma), que la "naturaleza no tiene un fin puesto fuera de ella y que Dios, la única sustancia, es pensamiento y cuerpo".

Por eso se ganó el mote de ateo. Colerus y Bayle tachan su obra como "abominable", "veneno", "perniciosa", "detestable" y "monstruosa". En cambio, Lucas lo enaltece con palabras como "las más sanas luces de la razón" o "no hay ninguno que ofrezca ideas más hermosas sobre la divinidad". En lo que coinciden los tres es en reconocer su buen juicio, dedicación al estudio, austeridad, templanza e independencia; o sea, su virtud. Bien lo dijo Deleuze, pensando en Spinoza: "El filósofo se apropia las virtudes ascéticas para ponerlas al servicio de fines completamente particulares, inesperados, en verdad muy poco ascéticos. Hace de ellos la expresión de su singularidad".

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