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"Girlboss" y "Las chicas del cable":

(No) hemos cambiado tanto

viernes, 21 de abril de 2017


Opinión
El Mercurio




Ya lo anunció Netflix a comienzos de año. Su programación del primer semestre estará centrada en las historias femeninas fuertes, algo aún escaso en todas las pantallas: en el cine, por ejemplo, en 2016 solo el 17% de las grandes películas fueron protagonizadas por mujeres. A "Orange is the new black", que en junio estrenará su quinta temporada, se suman "Glow" -la nueva serie de Jenji Kohan, creadora de "OITNB", sobre las mujeres en la lucha libre en los 80- y dos shows que debutan por estos días: "Girlboss" (que se estrena hoy) y "Las chicas del cable", que se libera este 28 de abril.

"Girlboss" y "Las chicas del cable" pertenecen a universos y formatos muy diferentes. "Las chicas...", coproducción de Netflix con Bambú, detrás de dos de los grandes éxitos de la TV española -"Velvet" y "Gran hotel"-, es un drama de época donde el nudo principal no es la reivindicación femenina, sino el romance entre Lidia (Blanca Suárez, "El internado") y Francisco (Yon González, "Gran hotel"), dos jóvenes que dejaron de verse hace diez años -lacrimógena (y algo inverosímil) separación mediante- y ahora se reencuentran, con él como director de la compañía telefónica donde ella llega a trabajar como operadora de la moderna central que la empresa ha construido en 1928. Solo bajo ese gancho se despliega la realidad de la época: el marido machista e infiel, que le pega a su mujer y la obliga a dejar de trabajar; la joven de "buena familia" que trabaja a escondidas de sus padres; la -un poco caricaturescamente instalada- feminista lesbiana.

En las antípodas está "Girlboss", la serie producida por Charlize Theron e inspirada en el libro de la emprendedora Sophia Amoruso, creadora en 2008 de Nasty Gal, gigante online que vendía prendas de segunda mano customizadas y de marcas de lujo. Aquí, la fuerza narrativa no se basa en el romance, sino en el desenfado de su protagonista (una efectiva e insolente Britt Robertson), que en el primer capítulo no teme, por ejemplo, renunciar a la tienda de zapatos donde trabaja porque está cansada de tener que adaptarse a las reglas del juego laboral. Con atisbos a lo que hoy reconocemos como características "millennial", la protagonista de "Girlboss" muestra, en tono comedia, la cara femenina más radiante: segura de sí misma, arriesgada y dispuesta a cruzar los límites con tal de lograr su objetivo, ser su propia jefa y ganar mucho dinero. Sin embargo, siempre habrá un padre (Dean Norris) que quiera "enrielarla".

Entre 1928 y 2006 hay casi 80 años de diferencia. Ocho décadas donde las mujeres entraron a la universidad, consiguieron derecho a voto, se emanciparon de sus maridos, demostraron ser buenas trabajadoras. Sin embargo, basta mirar las noticias para ver que algunos problemas siguen siendo los mismos: mujeres golpeadas o sin espacio para el ascenso en el mundo laboral, en medio de marchas para relevar los derechos femeninos cuestionadas por los hombres en las redes sociales. Han pasado ocho décadas, pero la veinteañera de "Girlboss", la mujer que logra tocar la cima, todavía es una excepción a la regla.

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