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David Gallagher: "Piñera es la única opción para volver a la sensatez que reinó entre 1990 y 2014"

domingo, 16 de abril de 2017

M. Soledad Vial
El Mercurio

Liberal convencido y ex votante de Lagos, "a mucha honra", no solo critica a la administración Bachelet. También afirma que "otro gobierno de la Nueva Mayoría podría ser aún peor".

Con la ruleta diaria que Trump ha impuesto -"la gente acá está demasiado obsesionada"-, las megacrisis de Siria y Corea del Norte y la próxima elección francesa, "felizmente Chile pasa piola", dice David Gallagher desde Nueva York, donde pasa unos días, mezcla de negocios y familia.

Una segunda vuelta entre Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon -"o sea, una fascista y un comunista"- es una posibilidad que impulsa el interés de los norteamericanos en esos comicios. Sería como "volver a los peligrosos años 30", reflexiona el intelectual y asesor financiero.

Respecto de nuestro país, sus clientes más conocedores no ven con buenos ojos "el presente y su bajo crecimiento", aunque se han puesto más optimistas en el futuro, "porque creen que va a ganar Piñera". Él mismo dio un inesperado paso la semana pasada: se sumó al consejo político de esa candidatura. Tratándose de un liberal-liberal como Gallagher, de esos que nunca han tenido domicilio partidario y que fueron críticos de algunos giros de su gobierno, fue un fichaje sin duda destacado para Piñera. Y que se explica no solo porque ve al ex Mandatario como otro "liberal liberal", sino también como la "única opción para volver a la sensatez".

-¿Por qué el único?

-Para que un país crezca y florezca, tiene que haber un pacto implícito entre las élites políticas, de ceñirse en sus ofertas a lo posible, a la realidad, sin dejarse tentar por voluntarismos populistas. Eso era lo que había en Chile hasta 2014, un consenso en torno a las bondades de una economía de mercado con un fuerte foco social, todo administrado con profesionalismo. Ese pacto se acabó. El gobierno de la Nueva Mayoría rompió el pacto, abolió el consenso, y para colmo, abandonó el profesionalismo, dando lugar a la improvisación. Para el Chile que yo quiero, eso ha sido fatal. Todo indica que otro gobierno de la Nueva Mayoría podría ser aún peor: aun más de izquierda, por susto al Frente Amplio. Y aún menos profesional.

"Piñera ya hizo un muy buen gobierno, es la única opción para volver a la sensatez que reinó entre 1990 y 2014".

-Él no ha explicitado aún cómo se separará de sus negocios e intereses. ¿Cuán importante es que lo haga?

-Es importante que se separe por los cuatro años de su presidencia. Haber sido tan exitoso en sus negocios es una tremenda credencial para ser Presidente, y mucha gente votó por él por eso mismo. Pero para sacar a relucir esa credencial, necesita blindarse contra cualquier acusación de conflicto de interés. No evita que lo sigan acusando, pero sí que quienes lo acusen parezcan de mala fe.

-Como experto en inversiones, ¿qué fórmula da más garantías?

-No conozco sus negocios lo suficiente como para recomendar una fórmula. A priori, diría que poner todos sus activos en fideicomisos ciegos a ser administrados por instituciones internacionales. O algo de efectos similares.

-Usted fue crítico hacia el final de su gobierno, le habló de ser más reflexivo. ¿Diría que ha cambiado?

-Lo veo más reflexivo, más empático, y con mucha fuerza. Con la fuerza que le da el dolor de ver tan deteriorado el país.

"Entiendo por qué quiso prescindir de los partidos al comienzo; su aporte dejaba mucho que desear. Pero al final fue un error que me imagino no repetiría. En cuanto a la falta de relato que parecía haber, criticábamos en especial el excesivo énfasis en la buena gestión, pero ahora Chile añora una buena gestión, por lo que hacer las cosas bien -sin arrogancia, eso sí- debería estar en el centro del mensaje. Importante va a ser también atender con cariño y generosidad al Congreso, y para asegurar gobernabilidad, incorporar a nuevos aliados. Con un sistema proporcional, no está claro que los partidos tengan que seguir encerrados en bloques férreos".

-Hace cuatro años, usted consideró que él había "corrido el cerco ideológico" hacia la izquierda. ¿Sigue pensando lo mismo?

-Sí, pero si lo dije como crítica, ya no me parece criticable. En retrospectiva, Piñera se ciñó a ese pacto implícito y a ese consenso que tanto bien le habían hecho al país. O sea, hizo un gobierno ejemplar en cuanto a economía de mercado y responsabilidad fiscal, pero mantuvo el fuerte foco social de la Concertación, con innovaciones creativas, como son los incentivos que hay en el ingreso ético familiar. Pude haber pensado que eso obligó a la izquierda a izquierdizarse más, pero la verdad es que esta ya se había lanzado por el despeñadero de la autoflagelancia y no había fuerza en la Tierra que la detuviera.

-"Hacer política" fue uno de los consejos que José María Aznar le dio a Piñera. ¿Cómo se "hace política" hoy, en esta sociedad fragmentada y compleja?

-Las sociedades complejas son mucho más ricas y estimulantes; celebro que cada chileno sea distinto y que pueda aportar mucho más que si fuéramos todos iguales. Hay tres formas nefastas de hacer política en las sociedades complejas y fragmentadas que cabe evitar. La primera, la de congraciarse con una parte de la sociedad y azuzarla a que se sienta en guerra contra otra: es la estrategia del luchador de clases o del racista. La segunda, la estrategia perdedora, por insincera, de Hillary Clinton: hablarle distinto a cada fragmento, a cada minoría, creyendo que una coalición de minorías le va a llevar al triunfo, como si una no oyera lo que se le dice a otra. La tercera: en vez de fomentar que cada individuo o familia o grupo viva su propia utopía, tratar de imponerles una sola utopía nacional soñada por un puñado de personas en, por ejemplo, La Moneda.

"La labor de un buen gobierno es hacer que nos sintamos unidos en nuestras diferencias, ayudando a que cada uno tenga la oportunidad de realizar su potencial".

-Si es elegido, Piñera tendría que lidiar con reformas que han sido profundas y en sectores estratégicos. ¿Cuál es su consejo?

-Desde el primer día habrá un golpe de confianza, porque los agentes económicos van a sentir que hay un gobierno que entiende lo que es el mercado y sabe en qué condiciones se invierte. En cuanto a las reformas, hay que enmendarlas, sin duda alguna. Simplificar la tributaria, no para que paguemos menos impuestos, sino para que no dediquemos tantos recursos en tratar de entenderla. Hacer que las reformas educacionales sean más racionales; que de verdad contribuyan a que la educación mejore. Flexibilizar el mercado laboral; es increíble que bastante menos del 50% de las mujeres esté en la fuerza laboral. Incorporarlas sería un golpe muy positivo para el crecimiento y para reducir la desigualdad.

-Él dice que "enterrará la retroexcavadora", pero parece difícil que pueda cohabitar con políticas del signo que implementó este gobierno. ¿Cómo podría corregir el rumbo sin demoler la obra de Bachelet?

-"Demoler la obra de Bachelet": es usted muy generosa. Hay que reconstruir lo que su retroexcavadora demolió.

-Pero los movimientos sociales ya le hicieron difícil la vida a Piñera y arrinconaron a su gobierno. Ahora se han fortalecido, han sido un "partido" más en la negociación de las reformas.

-El mundo digital ha multiplicado los grupos de presión y de interés, lo importante es reconocerlos por lo que son: grupos que presionan por obtener lo que les conviene con demandas contradictorias entre sí. El movimiento estudiantil, que según las encuestas es bastante impopular a estas alturas, es un grupo de interés por antonomasia. Ha sido muy exitoso, porque los gobiernos no entendieron que lo era; logró que la gratuidad universitaria tenga prioridad sobre la educación prebásica, la salud, las pensiones, los sueldos, la seguridad ciudadana. El deber de un buen gobierno, en vez de "hacerle la pata" a los grupos de interés que marchan, es sopesar sus demandas en función del bien común de todos los chilenos.

-¿A qué no debería renunciar un segundo gobierno de centroderecha?

-No va a ser fácil. La primera prioridad es buscar una mayoría en el Congreso. De allí, el crecimiento, porque genera más ingresos fiscales para reducir el déficit, y crea más empleo y mejores sueldos, lo que pone en perspectiva los gritos de la calle.

"Debe ser fiel a sus convicciones, evitando cualquier atisbo de populismo. Hablándonos con la seriedad y responsabilidad que lo caracterizan".

-A propósito del Frente Amplio, ¿qué importancia les asigna?

-No los subestimo. El desprestigio de la política hace que los votantes se puedan dejar seducir por jóvenes que se presentan como puros y buenos, y que se manejan con utopías románticas. Por otro lado, cabe estudiar la elección francesa, donde hay muchos candidatos en primera vuelta y pasar a la segunda se convierte en una lotería. La prensa tiene la responsabilidad de apretar al Frente Amplio, no dejar que despotriquen contra lo que hay sin explicar qué quieren a cambio.

"Cabe estudiar la elección francesa, donde hay muchos candidatos en primera vuelta y pasar a la segunda se convierte en una lotería", advierte Gallagher, a propósito del efecto que pueden tener fenómenos como la irrupción del Frente Amplio.

"El gobierno de la Nueva Mayoría abolió el consenso, y para colmo, abandonó el profesionalismo, dando lugar a la improvisación. Para el Chile que yo quiero, eso ha sido fatal".

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