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"La Iglesia no nos ha dejado solos", afirma, y describe con crudeza el proceso de reconstruir la credibilidad:

Director general de los Legionarios de Cristo habla de la renovación del movimiento a ocho años de ser sacudido por los escándalos de Maciel

domingo, 09 de abril de 2017

M. Soledad Vial
Reportajes
El Mercurio

El sacerdote mexicano visitó Chile, donde el Regnum Christi tiene unos 3.500 miembros activos, entre sacerdotes, consagrados y laicos. Lo impresionó el "optimismo e ilusión" con que trabajan. A nivel mundial, en mayo, publicarán su propuesta de nuevos estatutos, primer signo visible de la profunda revisión que han hecho estos años para superar la crisis institucional, luego de los escándalos de Marcial Maciel, su fundador.



"En 2006 yo tenía 54 años, ya no era un niño. Mi vocación no dependía del padre Maciel, dependía de Jesucristo, nuestro Señor. Salen las revelaciones y te preguntas: ¿Si esto fuera cierto, qué? Quiero ser sacerdote, quiero ser Legionario de Cristo y entregar mi vida a Dios y a la Iglesia. Lo tomé con mucha tristeza, pero también con madurez".

El que habla es el mexicano Eduardo Gil Robles. Aunque sus maneras y sencillez no lo delatan, no es cualquier sacerdote legionario: desde hace tres años dirige el proceso de renovación del Regnum Christi -el movimiento apostólico creado en 1941-, para superar la "crisis institucional" que han vivido desde 2008, al morir su fundador y reconocerse públicamente la verdad sobre su doble vida y abusos.

No tuvo cercanía personal con Maciel, aunque lo conoció e incluso recibió un extraño encargo suyo. Siendo sacerdote recién ordenado, le pidió enmarcar un cuadro -no religioso, por cierto- para llevarlo a Sevilla. "Hoy sabemos que ahí vivía su mujer", dice el también director general de los Legionarios de Cristo en esta, la primera vez que habla en profundidad de la crisis y de los importantes cambios que darán a conocer en mayo. Lo hace sin esquivar ni restar a los escabrosos detalles que ellos han reconocido en toda su crudeza. "Queremos expresar nuestro más hondo pesar por el abuso de seminaristas menores de edad, los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario de su autoridad y bienes, el uso desmesurado de medicamentos adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros", señala el punto 4 del anexo 1 del capítulo general extraordinario que realizaron en Roma, hace tres años. Él mismo entrega una copia al finalizar esta conversación.

Gil Robles habla de frente de los tiempos difíciles que les ha tocado vivir. Que han visto partir a muchos compañeros -poco más de un tercio, entre sacerdotes, consagrados y laicos-, que ha habido una "pérdida considerable" de matrícula en sus colegios. Será porque lo anima una esperanza cristiana -"de la cruz nace la resurrección"-, porque vio el optimismo con que están trabajando los legionarios chilenos que visitó esta semana. "Ha sido un trabajo muy de la mano de la Iglesia, que no nos ha dejado solos", recalca varias veces. Alude a la decisión de Benedicto XVI, el Papa emérito que, al enterarse de la gravedad de la crisis, se negó a disolver el movimiento, como otros sugerían. También al respaldo de Francisco: "Vayan adelante con mucho ánimo, no quiero que esto fracase", le dijo en su primer encuentro.

Mayo será un mes importante. Harán pública la propuesta trabajada con el Vaticano y con todos sus estamentos, para los nuevos estatutos que regirán su vida comunitaria. A través de un inédito proceso participativo de asambleas territoriales, tratarán de recoger todas las opiniones para concluir "el próximo mayo" de 2018 con un texto definitivo, que "gobernará" a sus casi 37.000 miembros activos en el mundo y 3.500 en Chile.

"Vivimos un proceso de incredulidad muy largo"

Ha estado varias veces en el país. De hecho, vivió unos meses en los 90, encargado de construir el que sería su primer colegio, el Cumbres. Hoy suman más de 17.000 los jóvenes chilenos, entre colegios pagados, subvencionados y la U. Finis Terrae, que se educan con los legionarios. Era la congregación que más crecía, en forma casi explosiva, en vocaciones consagradas y alumnos, cuando en 2006 el Vaticano ordenó a Maciel un retiro de penitencia y oración, sin más explicaciones.

"Nos cogió por sorpresa, con una cierta incredulidad. Pero que la Iglesia tome medidas hace pensar que hay algo de fondo. Nos tardamos bastante, él murió en 2008 y en 2009 se hicieron públicas las revelaciones de su doble vida", admite el sacerdote.

-¿Fue un error esa incredulidad, como la llama? ¿Terminó perjudicándolos?

-Sí, nos perjudicó porque perdimos credibilidad. No podían entender que no supiéramos, habiendo sido una vida tan larga de mal comportamiento. Se nos hizo ver como encubridores o ingenuos.

"Vivimos un proceso de incredulidad muy largo. Desde 1997 habían empezado a salir en los medios testimonios de ex seminaristas, se presentaron al Vaticano, que siguió confiando en el padre Maciel y en nosotros, le preguntaron a él y lo negó, y le creímos más a él que a quienes lo atacaban".

-¿Es una suerte de "mea culpa" por la ceguera de tantos años?

-No lo viví como "mea culpa". Cuando defendí al padre Maciel creí que estaba defendiendo a un inocente. Con la misma sinceridad hoy tengo que decir que nos equivocamos y que era cierto. No fue un acto de encubrimiento, sino la defensa de alguien que creímos era atacado injustamente.

-¿Cree que ya está hecho el duelo que significó reconocer esa verdad? Según sus estadísticas, hasta el año pasado partieron sacerdotes y debieron expulsar a un par.

-Diría que el duelo ya pasó. Hay sacerdotes que no están satisfechos con cómo se ha realizado el proceso, hay personas que estaban frustradas desde antes, pero también hay que pensar que no todos los sacerdotes de la Iglesia Católica perseveran en su vocación. No diría que los legionarios que hoy salen, que pasan a una diócesis o que dejan el sacerdocio, se deba principalmente a la crisis que vivimos. En las estadísticas se ve 2009 como el momento de mayor crecimiento y a partir de ahí, hay claramente un decrecimiento en las vocaciones.

Su atención a las víctimas: "Es una experiencia que golpea mucho"

-Usted participó en la comisión que atendió a las víctimas de Maciel, ¿cómo fue esa experiencia en lo humano y en lo sacerdotal?

-Golpea mucho, tristemente. Te encuentras personas que han sufrido, muchas es la primera vez que lo hablan. Atendimos 13 o 14 personas que buscaron la ayuda de esta comisión constituida por el cardenal Velasio De Paolis -nombrado por el Papa-; querían reconocimiento, justicia. Fue una experiencia de tristeza ver el sufrimiento y también de alivio al ver que se iban más tranquilas.

-¿Debieron compensarlas económicamente?

-Sí, en algunos casos hubo reparación económica, una ayuda para alguna necesidad, para ayuda profesional. No fueron tan significativas como otros casos que hemos visto, con cantidades millonarias.

-¿Y cómo resolvieron los casos de otros sacerdotes acusados de abuso? ¿Qué están haciendo para prevenirlos?

-Estamos viviendo tres procesos distintos. Uno es proporcionar ambientes seguros en todas nuestras instituciones, especialmente en colegios, trabajando mucho la prevención. Luego está la respuesta rápida: parte de los errores que cometimos nosotros y la Iglesia fue no haber creído, no haber escuchado. Hoy atendemos personalmente y acogemos, hacemos una comisión para investigar y llegar a la verdad. Y en tercer lugar, atender a las víctimas, ayudarlas a superar una situación trágica en sus vidas.

-¿Cuánta gente al interior del Regnum Christi sabía de la doble vida de Maciel o, incluso, cometía los mismos abusos?

-¿Cuántas personas sabían? No sabemos. Los cinco obispos que hicieron la visita apostólica, entre ellos el cardenal Ezzati, dijeron en su declaración de mayo de 2010 que habían encontrado personas que sabían, no dijeron desde cuándo ni qué sabían. Es lo que sabemos oficialmente. Eran pocas personas las que sabían y ahí vemos un cierto maquiavelismo del padre Maciel; él usaba a las personas. Conozco un sacerdote al que le pidió que tradujera al inglés un fideicomiso, y no se lo pidió a su secretario personal, que era irlandés. El fideicomiso dejaba una cantidad para una mujer que hoy sabemos era la hija.

"A mí me pide en 1983, recién ordenado en España, que enmarque un cuadro porque lo va a llevar a Sevilla. Se me hizo rarísimo, era un cuadro como para una sala; hoy sabemos que ahí tenía la mujer. ¡Yo le empaqué un cuadro, pero era impensable para qué!".

-¿Apartaron a esas personas?

-El cardenal al que le tocó el proceso de depuración, entre 2010 y 2014, definió que no era una cacería de brujas. No encontró culpables de encubrimiento ni de favorecimiento de los crímenes; sí hubo un proceso de renovación en tres ámbitos que nos pidió la Iglesia: redefinir el carisma, un gobierno más participativo con rotación de superiores, y revisar la formación general.

-¿Cuál debe ser hoy el carisma de un legionario? ¿Qué debería distinguirlos?

-Tratamos de reproducir ese Jesucristo que reúne a sus discípulos, los llena de su amor misericordioso y los lanza a la evangelización. Queremos reproducir esa relación personal que tiene Cristo con las personas, llevar el Evangelio, transmitirlo a otros, al mundo.

"Chile es un país muy importante para nosotros, el que creció más rápido. Creemos que seguimos haciendo un trabajo muy válido para evangelizar la sociedad", dice el superior de los Legionarios, quien también reconoce una baja en el alumnado de sus colegios.

"Cuando defendí al padre Maciel creí que estaba defendiendo a un inocente. Con la misma sinceridad hoy tengo que decir que nos equivocamos".

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