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EN MUSEO DE ARTE PRECOLOMBINO Intervención contemporánea en exposición permanente:

La artista Josefina Guilisasti dialoga con el patrimonio precolombino

domingo, 09 de abril de 2017

CECILIA VALDÉS URRUTIA
Artes y Letras
El Mercurio

La primera intervención contemporánea en medio de las salas del Museo Precolombino inauguró Josefina Guilisasti, marcando un precedente en este museo. Los inquietantes videos muestran momentos de destrucción de objetos, con una estética que se asocia a Morandi, Wei Wei y otros más.



Hay dos maneras de ver esta exhibición contemporánea en la Sala "Chile antes de Chile", como bien dice el director del Museo de Arte Precolombino, Carlos Aldunate: una es pasar frente a las ocho pantallas de videos que proyectan "antiguas piezas" de cerámica que caen, se quiebran, se pulverizan y recomponen. Y la otra forma, la más fuerte y seductora, es observar tras las vitrinas con objetos originales, inquietantes tomas de piezas en "Caída libre".

"Fue muy fuerte para nosotros ver las proyecciones con cerámicas que se quebraban -reconoce el director del museo-. Pero estamos fascinados con el resultado de este proyecto de Josefina Guilisasti. Es una intervención de arte tan bien hecha, tan fina, que parece que siempre hubiera estado allí. Y esto es de mucha importancia para nosotros: implica un vínculo entre el arte precolombino y el arte contemporáneo. Es una relación estrecha con la sociedad contemporánea".

El Museo Chileno de Arte Precolombino -una joya de nuestro circuito museográfico- puso en marcha hace años el programa "ArtEncuentro", en el que participaban artistas actuales. "Fernando Casasempere estuvo, hace décadas, con sus cerámicas que tienen mucho que ver con lo precolombino. Después tuvimos muestras de tejidos contemporáneos, a través de un concurso en el que cada artista se inspiraba en una pieza del museo. Lo ganó Patricia Velasco. Pero el nuevo proyecto es distinto. Es la primera intervención en medio de la exhibición permanente (abierta hasta el 29 de mayo). Y con ella, nos abrimos a que vengan artistas con propuestas relacionadas con el museo. La vara, eso sí, que deja Guilisasti es muy alta. Pero eso es muy bueno", precisa Carlos Aldunate.

Josefina Guilisasti -una de las artistas chilenas originales y reconocidas de su generación- ha venido realizando una investigación sostenida de intervenciones en museos sobre temas patrimoniales. Instaló piezas de silicona "camufladas" en las vitrinas de porcelanas, en el Museo de Artes Decorativas. El año pasado trabajó el tema del expolio, durante la Alemania nazi y en los recientes saqueos de ISIS. Realizaron monumentales pinturas monocromas sobre algunos de los sitios vulnerados o donde se escondieron las piezas, las que exhibieron en el Museo de la Memoria.

Pero este tipo de intervención en las valiosas colecciones de un museo de arte precolombino no es algo usual. Aun cuando la práctica sí es muy contemporánea. La curadora de "Caída libre", Alexia Tala, resalta las realizadas en el Victoria & Albert de Londres y las del Museo del Barro. El Louvre exhibe algunas notables intervenciones de arte actual en medio de ciertas colecciones antiguas, pero tiene salas especiales para ello. El Museo del Prado también se ha internado en esta tendencia con prolijas curatorías.

Videos que tensionan

"Para este proyecto, el video se nos presentó como la única manera de dialogar con esta colección del Museo Precolombino, que es tan superior al arte contemporáneo que no resiste una asociación con un objeto o una pintura de hoy. Las piezas precolombinas son de una belleza y excelencia tal que solo cabía hacer video", confiesa la artista junto a la vitrina que contiene objetos como una escudilla policroma diaguita del 100-1200 d. C.; un jarro-pato diaguita 1000-1400 d.C.; botellas y vasijas con grabado molle; un cántaro rojo pintado de San Pedro de Atacama del 1200-1400 d.C.; un vaso kero de la cultura de Arica, entre varias más.

Las filmaciones silenciosas, sin sonido, no interrumpen la sala tan cargada de objetos y contenidos. "Es una sala, además, que por sus dimensiones e iluminación tenue permitía hacer una intervención más discreta, que se fundiera con las piezas patrimoniales", agrega la curadora.

La instalación está integrada por ocho pantallas negras, que proyectan ocho filmaciones distintas, que duran entre tres a ocho minutos cada una. Y que fueron realizadas con cámara de cine digital de alta velocidad, a 1.500 cuadros por segundo. "Los videos son continuos, como un loop, y el espectador siempre verá algo distinto. La idea fue filmar las réplicas de objetos de las culturas diaguita y molle, en cámara lenta", precisa la artista.

Guilisasti le encargó el trabajo al realizador Enrique Stindt. El que consistió en representar el detalle de los quiebres de las réplicas diaguitas y molles, que la artista mandó a hacer a expertos en reproducciones de esas piezas.

Estética que cita a Morandi

El objetivo de la obra es "transmitir y alertar sobre la indiferencia frente al patrimonio. Los videos capturan los distintos momentos de destrucción de un objeto patrimonial, que fuera del espacio museográfico han perdido su valor como memoria de un territorio. Pero al ralentizar la imagen permito detenernos en esos fragmentos que oscilan. Hay un ejercicio de destrucción y construcción en diálogo con la colección, lo que obliga al público a contemplar los detalles y la belleza de cada uno de esos fragmentos. A revalorizar el valor de ese objeto perdido".

La intervención conlleva también una crítica a una parte de la historia y a la realidad actual "en el tratamiento a los pueblos originarios".

La atmósfera estética y esos tiempos lentos de filmación conducen a Bill Viola. Parece ineludible una asociación con acciones de Wei Wei, cuando quiebra las vasijas. "Pero "Caída libre" no se asocia solo al artista chino -puntualiza Guilisasti-. Hay citas a la obra de Sandra Monterroso, "La culpa", que consiste en una destrucción de ollas y cántaros de barro que cuestiona la injusticia de la vida cotidiana. Y cito al artista colombiano Juan Manuel Echavarría con "La bandeja de Bolívar": una réplica de la bandeja de porcelana, fragmentada, entregada al prócer. Ahí la porcelana triturada, vuelta polvo, reemplaza a un montículo de cocaína para asociar ese trabajo con el contexto político y social del momento".

"Pero la idea final de esta obra, a diferencia de esos artistas, es el cuidado de un patrimonio en contraposición a la destrucción, por ello se ubica en medio del museo. Y esa destrucción es, al mismo tiempo, construcción".

Las imágenes son, además, muy pictóricas. "Al filmarlas en movimiento está latente la referencia a las pinturas de Giorgio Morandi. Las naturalezas muertas del maestro italiano son representaciones de objetos simples sobre una mesa, con una tonalidad uniforme y atemporales. Me interesó trabajar con esa atmósfera que, a través de un fondo neutro, provoca una incertidumbre en la perspectiva y sitúa al objeto como protagonista de la escena", señala.

Uno de los "cuadros" -cuando están los pedazos de un objeto sobre el suelo- semeja el trabajo con naturalezas muertas que ha venido realizando la artista. Y el video que proyecta la imagen detenida del jarro-pato diaguita (cuya historia habla de recuperación del patrimonio) es como una naturaleza muerta en sí.

Muestra diaguita

"Caída libre" invita a un redescubrimiento de la Sala "Chile antes de Chile" y conduce a visitar la muestra temporal "El arte de ser Diaguita", que celebra la riqueza de esa cultura con 230 piezas emblemáticas. Varias procedentes de la Sala Chile.

La muestra diaguita fue el punto de partida del proyecto. "Conversamos mucho con Carlos Aldunate y el curador de la exposición, José Berenguer. Así nació la idea de trabajar con la exhibición que entonces preparaban sobre la cultura diaguita, en la que un jarro-pato es una de las piezas protagonistas de esa exposición. Y clave en "Caída libre".

Carlos Aldunate y José Berenguer jugaron, además, un rol esencial en la reconstitución de los objetos recreados. "Para nosotros era muy impactante ver las piezas que se destruían. Le pedimos a la artista que esas cerámicas recreadas pudieran reconstituirse en los mismos videos", revela el director del museo.

El resultado es ejemplificador. Pero -advierte Aldunate- este es un proyecto que demanda detenerse. Y no todo el público está acostumbrado a ello. "Temo que pueda haber varios que solo pasen. Esta es una muestra sutil. Requiere tiempo. Luego de ello: uno empieza a embrujarse".

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