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"Una nueva Constitución para Chile" será lanzado el próximo jueves:

Libro de Arriagada, Burgos y Walker defiende régimen semipresidencial y afirma que una nueva Constitución "no reescribe la historia"

domingo, 26 de marzo de 2017

GUILLERMO MUÑOZ
Política
El Mercurio

Texto de tres ex ministros democratacristianos analiza la experiencia histórica en la materia, y plantea lineamientos básicos para una nueva Carta Magna.



Un repaso de la historia constitucional de Chile, un análisis de la actual Carta Magna y una propuesta para un futuro texto contienen las 168 páginas del libro "Una nueva Constitución para Chile, sobre derechos, deberes y poder", escrito por el ex ministro de la Segpres Genaro Arriagada, el ex titular de Interior Jorge Burgos y el senador y ex canciller Ignacio Walker.

El ejemplar será lanzado el próximo jueves 30, buscando ser "una contribución para el debate" por el proceso constituyente.

No a la hoja en blanco

Tras un análisis histórico, el libro aborda la opción de una reforma y concluye que es necesaria una nueva Constitución, pero no porque la actual sea "ilegítima". Asimismo se plantea que la idea impulsada por sectores de izquierda de que una nueva Carta Magna puede hacer un país más justo, con mejor salud y educación, y mayor seguridad ciudadana constituyen expectativas que no puede satisfacer un texto de esta naturaleza. "La satisfacción de estas aspiraciones de progreso y justicia social no dependen de una Carta Magna", afirma.

"Tampoco, al formular una Constitución, se trata de partir de cero, o de una hoja en blanco", asegura. "Una nueva Constitución no reescribe la historia ni es un ejercicio fundacional", agrega el texto, apuntando a que esta debe recoger la evolución histórica del país.

Derechos

En la misma línea, el libro aborda los derechos que debe incluir la Constitución. "No muchos" en cuanto a número, especifica, asegurando que establecer una gran cantidad de estos es popular en el corto plazo, pero crea frustraciones más tarde, y recordando como ejemplo la Carta Fundamental ecuatoriana que incluye garantías como "acceso seguro y permanente a alimentos sanos y nutritivos".

Luego, el texto defiende la inclusión de derechos civiles y políticos, así como los sociales. Sin embargo, agrega que es necesario establecer que los derechos económicos y sociales no deben conducir a una judicialización de la vida económica y social, ni le corresponde a los tribunales señalar su forma y características concretas.

Respecto del número de partidos, el documento afirma que una democracia debe establecer mecanismos políticos que desalienten la división y excesiva proliferación de partidos.

En cuanto a las formas de democracia directa, los autores se plantean como opositores a una "democracia o cesarismo plebiscitario", pero admiten la opción de una ratificación plebiscitaria de un proyecto de reforma constitucional o incluso el texto de una nueva Carta Magna.

Más taxativos se muestran para rechazar los referendos revocatorios y el mecanismo denominado "la propuesta" -como experimentó California y en el que los ciudadanos presentan una propuesta y la aprueban por voto universal-, pues se asegura que esta última resulta "un desastre".

Presidente y Primer Ministro

Tras analizar distintos tipos de sistemas políticos, el libro afirma que el mejor sistema para Chile es el semipresidencial, en que hay un Presidente elegido por voto popular que ejerce como Jefe de Estado, y un Primer Ministro que hace las funciones de Jefe de Gobierno y que, aunque es designado por el Mandatario, requiere del apoyo de una mayoría parlamentaria.

En este contexto, los autores aluden a la realidad chilena. La lectura que muchos han hecho de la tragedia chilena de 1973 es que ella no habría ocurrido si el sistema político hubiera sido semipresidencial. La institucionalidad política habría forzado un cambio de gobierno -mas no de Presidente- y evitado un quiebre institucional, se lee.

Por lo anterior, Allende habría debido cambiar su gabinete hasta obtener una mayoría parlamentaria. "El camino elegido, en cambio, fue jugar hasta el extremo con las posibilidades de un presidencialismo con doble minoría", argumentan.

La proposición de un semipresidencialismo ya fue propuesta en 2012 en un acuerdo de la DC con RN.

Decreto = Atajo

En cuanto al mecanismo de reforma constitucional, los ex ministros afirman que las asambleas constituyentes aprobaron textos de gran legitimidad en Francia e Italia en el pasado, pero que en el último tiempo, en Venezuela, Bolivia y Ecuador, estas "han resultado ser trajes a la medida del caudillo de turno (Chávez, Morales y Correa)".

Por otro lado, se analiza la comisión bicameral propuesta por Andrés Zaldívar y Camilo Escalona; y la convención constitucional planteada por Ignacio Walker y Patricio Zapata (mitad de parlamentarios y otra mitad de ciudadanos elegidos por Congreso Pleno).

Más allá de distintas consideraciones, el libro plantea que es inaceptable que el proceso constituyente, cualquiera sea el instrumento que se elija para llevarlo a cabo, suponga desde la partida hasta su total implementación alguna ruptura del orden constitucional.

"Y eso pasa por el Congreso Nacional", añade el texto, apuntando a que el Parlamento debe aprobar el mecanismo. "Si alguien piensa que eso puede resolverse en un decreto, está pensando en un atajo", especifican los autores.

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