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Domingo 26 (4º de Cuaresma)/(Jn. 8, 12)

"Yo soy la luz del mundo, el que me sigue tendrá la luz de la vida"

domingo, 26 de marzo de 2017


Vida Social
El Mercurio




La liturgia de este domingo parte con la elección de David y su consagración como rey del pueblo elegido (1 Samuel 16, 1 - 13). Contrariando los criterios humanos, Dios elige al más pequeño, confirmando lo de San Pablo "la fuerza se realiza en la debilidad". Jesús es descendiente de David y heredero del título real. Su trono de gracias será eterno. Por eso el Salmo lo aclamará como el Buen Pastor de los redimidos. Como tal devuelve la vista a un ciego, haciéndolo lavarse en la piscina de Siloé y los vecinos y fariseos discutían y se preguntaban cómo había recuperado la vista. No tenían explicación y molestos lo expulsaron de allí. Al ver esto Jesús le pidió que declarara su fe.

Detrás de este milagro Jesús manifiesta su tarea de iluminar al mundo despertando una gran fe, que disipa las tinieblas y nos ayuda a tener otra visión de las personas y del mundo.

La fe es una decisión libre, porque algunos creen y otros no. Es un don que sobrepasa nuestro entendimiento. Es un salto cualitativo, no irracional, sino que supera la razón. No es solo práctica de ritos o seguimiento de normas morales. Significa un compromiso personal con la Persona de Cristo. De allí derivan consecuencias para la vida; llegar a esa convicción produce un cambio en la escala de valores y en la visión del mundo. Hoy más que nunca, en un mundo secularizado, donde surgen tendencias totalitarias y excluyentes, que amenazan la libertad de las personas y buscan la exclusión, necesitamos más que nunca la visión luminosa de Cristo y su evangelio para encontrar la armonía y el equilibrio no solo individual sino también social.

El Papa Francisco ha convocado a un Sínodo de Obispos para tratar especialmente el problema de la fe en la juventud. Frente a esta generación él piensa que pastoralmente deberíamos apelar primero a la acción para a través de ello llegar al corazón y a la inteligencia de los jóvenes.

Ayer celebrábamos la fiesta de la Anunciación, recordando que el sí de María fue decisivo para la humanidad entera. Su aceptación total de la voluntad de Dios expresaba su gran fe y entrega incondicional a Dios. Que su ejemplo nos ilumine y fortalezca en la vida diaria.

praulferes@gmail.com

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