Dólar Obs: $ 954,58 | 0,40% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.237,20
IPC: 0,40%


Líos de camarín

domingo, 26 de marzo de 2017


Reportajes
El Mercurio

El gabinete es el camarín de un gobierno. Y esta semana vimos a nuestro gobierno jugar tan mal como la selección argentina.



¿Qué explica que un equipo como la selección argentina juegue tan mal -como vimos el jueves en la noche-, pese a tener al mejor jugador de fútbol del mundo y a varios otros que están entre los top ten en su especialidad?

Mi tesis es que la razón no hay que buscarla a ras de pasto, en la cancha. No, soy un convencido de que todo comienza y termina en el camarín.

En el camarín es donde un equipo se juega el partido. Ahí, cerca de las duchas y las calcetas manchadas de verde es donde se expresa el liderazgo del entrenador, un tipo que debe ser más sicólogo que estratega, más pastor que técnico. Allí es donde los jugadores se hacen carnales, panas, partners, hermanos de sangre, compañeros de trinchera, yuntas, brothers. El camarín debe ser no un vestidor, sino un recinto ceremonial.

Si nada de lo anterior ocurre, el camarín no es más que una pieza amurallada y húmeda, asfixiante e inhóspita.

Piensen en el camarín de un spa, de un gimnasio comercial o de un club de campo. Pura indiferencia cordial, individualismo saludable.

Así se me imagina el camarín de la selección argentina: varios multimillonarios escuetos que vienen a cumplir un trámite ineludible, como a pagar un impuesto para poder seguir viviendo sus vidas espléndidas en Europa.

Hay gente que no sabe para qué sirven las banderas patrias. Y son para eso, para empapelar un camarín de modo que nadie olvide por qué están ahí.

Es que un montón de estrellas nunca será una constelación sin un buen camarín.

En la política, la situación es igual. El gabinete es el camarín de un gobierno. Y esta semana vimos a nuestro gobierno jugar tan mal como la selección argentina.

Créanme que no pretendo comparar a ninguno de nuestros ministros con Messi, Higuaín o Mascherano. Pero igual es útil la analogía.

Cuando la ministra del Trabajo -para lucirse ante la galería- le roba la pelota al ministro de Hacienda para hacer un "lujito" y por culpa de eso se termina haciendo un autogol; cuando luego el ministro la reprende en público y todo termina en una batahola en la que vuelan combos, patadas y cachamales, que involucra a los hinchas, el entrenador, los otros jugadores, los dirigentes, etc... ¿No es acaso la muestra de un camarín mal avenido, disfuncional, desechable?

Como en la selección argentina, da la impresión que cada uno de los ministros de este gobierno juega de acuerdo con sus propios intereses, o el de sus respectivos "clubes". No hay compañerismo, solidaridad ni menos complicidad. Tampoco hay táctica ni aplicación. O ganas. Se trancan solos o entre ellos. Hacen fouls a sus propios compañeros y "cargan" al arquero (nada más parecido a un arquero que el ministro de Hacienda) cuando tiene que resolver un tiro complejo.

¿Y el entrenador(a)? No es claro. Parece ausente. Como si oyera desde lejos, pero las voces no la tocaran. Parece como que los ojos se le hubiesen volado.

Al Gobierno le queda todavía un año completo de mandato. Pero a ratos uno ve a los ministros y a la propia Presidenta como si "pidieran la hora", para que el reloj pase rápido y el partido se acabe de una buena vez. Igual que los seleccionados argentinos el jueves.

Y eso no se veía bien. Nunca se ve bien.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia