Dólar Obs: $ 953,75 | -0,27% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.227,29
IPC: 0,40%
NUEVO LIBRO Se publican en español las cartas que intercambiaron:

Las graciosas e infames hermanas Mitford

domingo, 26 de marzo de 2017

Elena Irarrázabal Sánchez
Artes y Letras
El Mercurio

Después de la familia real inglesa, las Mitford constituyeron el clan familiar más famoso y peculiar de Gran Bretaña. Tan bonitas como irreverentes y desbocadas, llega a Chile una selección de las misivas que se escribieron durante casi 70 años.



Era difícil preveer que del matrimonio de David Bertram Ogilvy Freeman-Mitford -segundo barón de Redesdale y miembro de la Cámara de los Lores- y Sydney Bowles saldría una hija comunista, una nazi que se enamoró de Hitler, una fascista que pasó cuatro años en la cárcel y una escritora de pluma venenosa, siempre lista para retratar a su familia en sus exitosos libros. Eso, sin contar con dos que parecían inofensivas, pero no lo eran tanto: una que se convirtió en experta mujer de negocios y la otra con un "alma rural" que escondía varios secretos.

A las seis les fue negada una educación formal, pues su huraño e irritable padre estimaba que gastar en escuelas femeninas era una "frivolidad" y, además, temía que al jugar hockey les engordaran las pantorrillas. Tom, el único hijo hombre, sí pudo asistir a un colegio (Eton, of course ). Las hermanas fueron educadas, en cambio, por su distante e impasible madre (enemiga de cualquier vacuna o medicina: el "glorioso cuerpo" debía defenderse solo) y luego, por aborrecidas institutrices en su gélida casa en Swinbrock. La paga de las institutrices salía del gallinero que tenía su madre, siempre escasa de fondos.

Pero algo se conjugó a partir de sus genes (su abuelo materno fue el fundador de la revista satírica Vanity Fair), de su entorno y de su peculiar formación que generó una mortífera combinación que explotó hacia los más diversos extremos. Hay tesis que sostienen que su crianza rígida y espartana y la imposibilidad de estudiar les generó muy jóvenes la ambición de salir de casa y destacar en el "mundo exterior", anhelo que no tardaron en concretar. Pintadas por Lucien Freud, fotografiadas por Cecil Beaton, reverenciadas por el poeta John Betjman -"las chicas Mitford, las amo por sus pecados"- , las Mitford deslumbraron a Evelyn Waugh, impacientaron a Winston Churchill y atrajeron al escéptico Christopher Hitchens.

Autodidactas (todas) y desequilibradas (algunas), las hermanas fueron grandes lectoras, agudas narradoras y -como buenas inglesas- expertas en mofarse de sí mismas. Aunque Nancy fue la escritora "oficial" de la familia, casi todas terminaron redactando libros, la mayoría con tintes autobiográficos. Esas obras, más la cantidad de biografías y textos que se han escrito sobre ellas, conforman lo que hoy ha llegado a ser prácticamente un género literario particular, conocido como "mitfordiana". Acervo que, hasta hace algunas décadas, había sido poco traducido al español, aunque la deuda se ha ido saldando de a poco.

"Sería espantoso tener hermanas que no escriben cartas", escribió Deborah Mitford a su hermana Diana, en una de las 12.000 misivas que intercambiaron las seis hermanas desde 1925 (Tom murió trágicamente en Burma durante la Segunda Guerra Mundial). De esa cantidad de cartas, el libro "Las Mitford. Cartas entre seis hermanas" reproduce alrededor del cinco por ciento. La selección del epistolario estuvo a cargo de Charlotte Mosley, nuera de Diana Mitford y autora de varias publicaciones con selecciones de cartas y artículos en torno al mundo de las Mitford, entre ellas, la correspondencia entre Nancy Mitford y el escritor Evelyn Waugh.

La edición, cuidada y con múltiples notas, abarca siete períodos (entre 1925 y 2003) y cada uno se inicia con una extensa introducción explicativa. De esta forma se van desgranando las cartas que intercambian las Mitford, escritas en su característico estilo honesto, rápido e irónico, sin espacio para el sentimentalismo. Así se va armando una suerte de biografía fragmentaria de las seis hermanas. Se trata de un retrato vívido de una familia que recorre el siglo XX y que tuvo -aunque parezca poco creíble decirlo- una cercana relación con figuras como Churchill, John F. Kennedy o Adolf Hitler.

Los acontecimientos mundiales, eso sí, están filtrados por un relato de corte más bien doméstico y social, que incluye desde la narración del baile de la noche anterior, hasta las enfermedades de los niños, incluyendo acontecimientos como la investidura de John Kennedy, la visión sobre Lady Di -"estaba loca"- o el retrato de Deborah que realizaba Lucien Freud ("el cuadro va muy bien, aunque me parece que es poco más que un amasijo de pintura café").

"La noche que pasé en Londres fui sola a ver 'La casa de Bernarda Alba'. Es toda nuestra historia...", señala en una misiva Diana Mitford . El comentario refleja los complejos pliegues familiares entre estas hermanas, cuyas bromas e ironías traslucen también rencillas y enemistades .

Nancy mantenía una relación ambivalente con sus hermanas, que temían sus libros y su carácter (la escritora denunció las ideas de su hermana Diana como "muy peligrosas" y pidió que la mantuvieran encarcelada). Jessica, quien abrazó el marxismo y se instaló a vivir en Estados Unidos, plasma una visión muy crítica de la familia. De hecho, tras la Segunda Guerra Mundial, Jessica y Diana (casada con el líder fascista Oswald Mosley) nunca se volvieron a escribir. Diana y Deborah -quien se convertiría en duquesa- son las más prolíficas y cercanas.

La impresentable simpatía de Unity y Diana por el nazismo figura bien reflejada en las cartas que envían las hermanas desde Alemania en la década del 30. En cambio, el trágico capítulo que protagoniza Unity, quien se trata de suicidar cuando Gran Bretaña le declara la guerra a Alemania, no aparece muy desarrollado en las cartas de las siguientes décadas. Solo cuando aparece una biografía sobre Unity el asunto suscita ásperos intercambios entre las hermanas. Otro tema conflictivo es la visión de los padres, quizás los personajes más intrigantes y menos investigados del clan.

Con el paso de los años, las penas se acrecientan, aunque el humor sigue filtrándose entrelíneas. "¿Has leído el libro de Job alguna vez? Es una buena lectura, muy alegre y puede que hasta te levante el ánimo dadas las circunstancias", le escribe Jessica a Deborah, que atraviesa por un difícil momento.

Por el nivel de detalle de estas misivas, es posible que esta extensa recopilación se torne algo complicada como introducción al "universo Mitford", plagado de sobreentendidos, de apodos y de palabras inventadas (el "boudledidge" era la lengua inventada por Jessica y Unity, y el "honnish" por Jessica y Deborah). En ese sentido, otras opciones pueden ser "Hons & Rebels" ("Nobles y rebeldes") de Jessica Mitford, o el libro sobre las hermanas escrito por Annick Le Flocc'hmoan, ambos en español.

Esta bien editada selección de cartas se lee con placer y aporta rica información de primera fuente sobre las hermanas. Graciosas para algunos, infames para otros, a las Mitford se las puede acusar de muchas cosas, menos de ser aburridas.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia