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La mujer relató durante casi cuatro horas la relación con su ex pareja y la noche en que fue brutalmente agredida:

Nabila Rifo declara en juicio oral e inculpa a Ortega como único autor del ataque que sufrió

viernes, 24 de marzo de 2017

CLAUDIO CERDA SANTANDER
Nacional
El Mercurio

Asistida por personal de Gendarmería, dijo que en un inicio lo exculpó "para no tener problemas", pero que cambió de opinión tras enterarse que había quedado ciega y el impacto que eso provocó en sus hijos.



Convertida ya en un emblema de la violencia de género en el país, era alta la expectación por la comparecencia de Nabila Rifo en la novena jornada del juicio oral que se sigue en Coyhaique por el brutal ataque que sufrió durante la madrugada del 14 de mayo pasado. A las 9 de la mañana, la mujer de 29 años ingresó a la sala de audiencias del tribunal asistida por personal de Gendarmería en medio del interés de los presentes. Previamente, en una conversación privada con los jueces, había aceptado que se captaran imágenes de ella, pese a la oposición de parte de los querellantes.

Sentada en el estrado, se sacó las gafas oscuras con las que había llegado y evidenció las prótesis que debe emplear tras haber perdido la vista. Durante casi cuatro horas narró los continuos insultos y maltratos que dijo haber sufrido de parte de Mauricio Ortega (42) -"siempre alegaba por algo y se molestaba por cualquier cosa"- y recordó la jornada en la que perdió sus ojos y sufrió múltiples fracturas en el rostro.

La madrugada del ataque habían compartido en su casa una comida con amigos, que incluyó alto consumo de alcohol y derivó en una discusión por una deuda en dinero que Ortega mantenía con ella y porque Nabila insultó a uno de los invitados.

"Él empezó a golpear la lavadora, la puerta. Y ahí ya empezó a quedar la embarrada", afirmó Rifo, quien comentó que en ese momento sus dos hijos más pequeños dormían, mientras los dos mayores jugaban con una consola de videojuegos. Por una alerta de estos últimos una de sus hermanas acudió a buscar a los niños a las 5 de la mañana.

"Mauricio siguió son sus arrebatos. Me dice 'maraca de mierda, por tu culpa pasa todo', y me dio un palmetazo y un combo. Yo me caí del sillón, él me quería pegar más, pero como estaba medio borracho, como pude lo empujé y salí para afuera", agregó con voz calmada, que por momentos se quebraba al recordar ciertos pasajes.

A diferencia de los días previos, Ortega cambió su ubicación de un extremo a otro en la mesa que comparte con los tres abogados defensores. Vestido con una chaqueta café y camisa amarilla, observaba a Rifo sin mayores muestras de emoción mientras ella describía una relación de "permanentes humillaciones". En prisión preventiva desde el 18 de mayo pasado, el chapista o desabollador de profesión declaró su inocencia en el Tribunal en Lo Penal de Coyhaique en la primera jornada del juicio, en una causa en la que la fiscalía pide una pena de 29 años en su contra como autor del brutal ataque.

Rifo se emocionó cuando rememoró la agresión que la dejó inconsciente. "En eso sale Mauricio como loco y me grita 'vuelve, ven para acá, conversemos. Yo iba por Lautaro hacia arriba, hacia la casa de mi mamá. Lo esperé un poco, porque me dijo 'no peleemos'. Le dije 'Mauro, te juro que mañana yo me voy, ya no vivo más contigo'", detalló.

"Ahí me doy vuelta y siento que me pega con una piedra en la cabeza. El primer golpe me llegó a retumbar, me mandó otro golpe y yo me hice la muerta para que él no me siguiera pegando. Me mandó otro golpe y soltó la piedra, y yo quedé con la cara así (hacia un costado en el suelo) y vi cómo él iba subiendo (por la calle). De ahí no recuerdo nada más, porque fueron muy duros los golpes y estaba inconsciente", agregó.

La mujer argumentó que las contradicciones en sus relatos -en dos ocasiones exculpó a Ortega, asegurando que el agresor fue un tipo de aspecto "metalero"- fueron para proteger a su ex pareja por presiones de la familia de este. Y que cambió de parecer al enterarse que había perdido la vista y el impacto que produjo en sus hijos verla en su actual condición.

"Cuando desperté no me dijeron mucho. Los ojos los tenía vendados. Un día le dije a la señora (enfermera), por qué no prendía la luz. Me dijo que había tenido un accidente. Yo le dije '¿y voy a volver a ver?' y me dijo 'no, pero te vamos a poner prótesis'. '¿Con prótesis volveré a ver?' Me dijo que no... Para mí era un infierno lo que me estaba pasando", concluyó.

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