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Detalles de la visita a Roma en febrero:

De qué conversaron los obispos chilenos durante las 7 horas que estuvieron con el Papa

domingo, 19 de marzo de 2017

M. Soledad Vial
Reportajes
El Mercurio

Sin restricciones, en dos oportunidades los 29 prelados pudieron conversar con Francisco sobre los temas más espinudos para la Iglesia chilena: "las voces que cantan fuera del coro", los católicos que apoyan el aborto o el acceso a la comunión que piden los divorciados.



"La pelota está aquí, al centro, y el que quiera, que le pegue la primera patada".

La frase no es de Sánchez o Vidal. La invitación a los 29 obispos chilenos la hizo el Papa y fue su forma para que rompieran el hielo o, más bien, que abrieran el fuego en la conversación a solas con que comenzaron su visita al Vaticano en febrero pasado.

Esta fue una "ad limina" distinta. Distinta de la que varios de ellos tuvieron hace 5 años con Benedicto XVI y también a la que encabezó el fallecido Juan Pablo II en 2002. Además de la identificación natural que siente con los obispos chilenos -"hablamos el mismo idioma", dice uno-, Francisco inauguró con ellos un nuevo estilo para este encuentro que cada cinco años tiene con las conferencias episcopales de todo el mundo. Menos formal de rendición de cuentas y más "diálogo cercano, espontáneo como es el Papa, siempre más interesado en escuchar, en saber de la realidad que vivimos", explica monseñor Santiago Silva, el obispo castrense que asumió en noviembre como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal. En su caso fue la tercera visita y la primera del secretario, monseñor Fernando Ramos, que lo acompaña en esta conversación.

Esa cercanía y franqueza no solo marcó ese primer diálogo -más de 3 horas-, las sintieron también en su segundo encuentro, que también superó las 3 horas el jueves, cuando el Papa estuvo acompañado por 10 prefectos de las principales congregaciones romanas y pudieron conversar libremente, tomarse fotos y hasta grabar videos para sus fieles en Chile, durante un café largo de casi media hora. Un descanso en medio de las sesiones donde ningún tema se trató con guante blanco -dicen quienes estuvieron ahí-, ni la realidad que viven los sacerdotes chilenos, la de los divorciados o la difícil reconquista de los jóvenes, tampoco la oposición a Juan Barros, el obispo de Osorno. Francisco fijó la línea en todos.

"El Papa estaba bastante informado", cuenta monseñor Ramos, "nos habló de Chile como 'un país probado', resistente, fuerte, que sale adelante de catástrofes como los terremotos, los incendios que por esos días afligían a la nación y él conocía".

Con seguridad conocía la relación que cada obispo había mandado -escritos de 400 páginas- en julio a Roma, sobre su diócesis. Así comenzaron la preparación para el esperado encuentro, cuyos énfasis decidieron en su asamblea plenaria de noviembre, así como los dicasterios que visitarían y el relator que hablaría a nombre de todos en cada uno.

Ya en Italia, los 29 obispos -el de Antofagasta no pudo viajar- hicieron una escala previa. Por la "potencia espiritual" que irradia Asís, explica monseñor Silva, hicieron un retiro espiritual en la ciudad del santo de los pobres y cuyo nombre tomó el actual Pontífice. Así lo habían hecho también en 2002, antes de visitar a Juan Pablo II.

"Aquí ha pasado en 20 años lo que en Europa pasó en 40..."

Abierto el fuego ese lunes de febrero, en adelante el diálogo sería abierto y franco, con el Papa y también con sus colaboradores más cercanos, como el secretario de Estado Pietro Parolin o el cardenal Beniamino Stella, prefecto para el clero. "Querían escuchar lo que teníamos que decir", nos dice monseñor Silva.

¿Y qué querían decirle los obispos chilenos?

El cambio cultural -"que ha caído como una columna sobre Chile", en palabras del Pontífice- estuvo muy presente en la conversación. "Aquí ha pasado en 20 años lo que en Europa pasó en 40", dice monseñor Ramos."Hay un mayor individualismo, una perspectiva más individual de enfrentar la vida y los sentidos de pertenencias son más frágiles. El servicio y la atención a los pobres y a los nuevos rostros de pobreza, a las personas más vulnerables, al adulto mayor, los pueblos originarios, los migrantes, están muy en el corazón del Santo Padre", agrega el secretario de los obispos.

Como "cura villero" y arzobispo de Buenos Aires, él también conoció de cerca estas realidades y les dio algunas "pistas".

Atención a la mujer "que tiene una participación muy significativa en la vida de la Iglesia".

-¿Y estaría por ordenarlas como sacerdotes? Sectores en la Iglesia especulan que dará pasos en eso.

Ramos: "No, eso no pasará. Es evidente que una mujer tiene las mismas capacidades que un hombre para ser gerente de una empresa, pero esto no es de capacidad o de poder, es de fidelidad a como Jesucristo estableció los ministerios y roles dentro de la Iglesia, y ahí las mujeres prestan un enorme servicio".

Trabajo serio con los jóvenes... "Con los jóvenes, antes uno partía por la cabeza, iba al corazón, y seguía con las manos. Ahora hay que partir por las manos, seguir al corazón y terminar con la cabeza", eso les dijo el Papa de la prioridad que debe tener la juventud.

Avivar su gran solidaridad es un camino. "Ellos deben ser hoy los profetas, no los críticos acérrimos, no los constructores de una sociedad de cadáveres sino de esperanza. Para eso hay que decir lo que está mal y proponer cosas nuevas", explica monseñor Silva.

Saben que van contracorriente, "en una sociedad que quizás quiere escuchar menos estos temas pero que también se está quedando más sola. ¿Qué contestaría la gente si hoy le preguntamos cuántos amigos tiene y cuántos tenía hace unos años? Hay una mutación de las cosas más esenciales, pero el valor de la familia perdura en los jóvenes, lo muestran todas las encuestas".

-Más que todo se los ve indiferentes, ¿cómo recuperar su confianza luego de los casos de abuso de sacerdotes?

Silva: "Nos duelen los casos de abuso, nunca debieron pasar y estamos poniendo todos los remedios para prevenirlos. Hay que partir por el testimonio. Si no somos capaces de dar un testimonio alegre, de que Cristo es resurrección y vida, no vamos a conquistar a los jóvenes".

Ramos: "Actuando consistentemente, procediendo como la Iglesia ha establecido si existe una situación de delito; con procedimientos claros, respuestas claras y trabajo en prevención, como lo estamos haciendo. Tenemos más de 10.000 agentes pastorales de prevención de situaciones de abuso en todo el país".

Por qué no ordenará hombres casados

El padre "en fuga" fue una figura que el Papa puso como otra arista del nuevo orden cultural. "Ese padre que enseña, que educa y que es clave en la formación de una persona ha desaparecido. Las madres están siempre presentes ahí, para sus hijos. El Papa nos invitó a que como pastores incorporemos fuertemente esa dimensión de acompañamiento y cercanía de las realidades que nos toca asistir", explica Ramos.

"Nos pidió: ¡por favor, sean padres de sus sacerdotes!", dijo en el encuentro del jueves, según otras fuentes. Cómo cuidarlos frente a la soledad, cómo enfrentar casos muy excepcionales que no viven en castidad, cuando hay homosexualidad o existen hijos... Francisco fue claro en que deben buscar caminos para regularizar estas situaciones, incluso dispensándolos de su ministerio, según nos relataron otros observadores de ese privado diálogo con el Papa.

Ahí surgió el urgente tema de las vocaciones, que vienen cayendo desde los '90. El Papa pidió a los obispos hacer un "trabajo serio" con los jóvenes, "entrar en contacto con la persona de Jesús que induce la pregunta por la vocación más profunda. Más que un proselitismo rabioso o marquetero, se trata de que cada uno vaya descubriendo a qué lo invita Dios en esta vida. Para cada uno hay un proyecto", resume monseñor Ramos.

¿Es cierto que el Papa estaría pensando ordenar hombres casados? , les preguntamos sobre su entrevista -pocos días después de que estuvieran con él- al diario alemán "Die Zeit", que se interpretó en esa línea. "No, y en la misma entrevista el Papa dice que el celibato voluntario no está en la agenda", responde el secretario de la Cech. Y explica que se le preguntó por la posibilidad de que los "viriprobati", hombres casados de vida cristiana probada, ayudaran en lugares apartados. El tema también lo abordó con ellos el prefecto del clero, el cardenal Stella, y fue tajante: "No es el camino".

¿Comunión a los divorciados? Con la misma decisión, el Pontífice negó que su objetivo con el sínodo al que convocó sobre la familia haya sido autorizar la comunión de los divorciados. Les habló de que no hay "moral de situación", dicen otras fuentes."Nos cuesta mucho ver los grises", les habría dicho, cuando contó un caso personal, familiar suyo. "Tengo una sobrina casada con un divorciado, bueno, católico, de misa dominical y que cuando se confiesa le dice al sacerdote 'sé que no puede absolverme, pero deme su bendición'".

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