Dólar Obs: $ 956,32 | -1,25% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.207,48
IPC: 0,40%
La industria de la moda, la gran aliada de la revolución tecnológica

lunes, 27 de febrero de 2017

Evelyn Tapia
El_Mercurio

Prendas que analizan tuits, telas que detectan enfermedades y ropa de procesos de reciclaje son los flancos con los que el diseño y la innovación afianzan su alianza.

Cuatro meses de trabajo y $5 millones requirió el equipo de la firma de inteligencia artificial Cognitiva Chile para lograr que un dispositivo del tamaño de una moneda antigua de $100 -adaptado a la cola del vestido de la modelo Vanesa Borghi durante la Gala del Festival de Viña del Mar- analizara 200 comentarios de Twitter por minuto, mientras emitía un juego de intensidad y velocidad de luces que intentaba evocar un cielo estrellado.

El vestido, diseñado por la chilena Lupe Gajardo, fue el primero en Sudamérica que utilizó lógica y algoritmos de inteligencia artificial capaces de comprender español. Fueron 1.228.192 cometarios y reacciones en torno a las prendas de la gala -con el hashtag #vestidocognitivo- los que analizó el dispositivo.

"Lo más complejo fue entrenar la inteligencia artificial para que entendiera cuando la gente hablaba de ropa y emociones en chileno", explica Jorge Mujica, gerente de Soluciones de Cognitiva Chile.

Esta es una más de las creaciones que la Internet de las Cosas está haciendo posible en el mundo. Se trata de un término acuñado en 1999 en el MIT y se refiere a la posibilidad de conectar a internet sensores, vehículos, electrodomésticos e incluso la ropa, para ofrecer datos en tiempo real y soluciones a problemas cotidianos.

En 2016 en el Met Gala, la modelo Karolina Kurkova desfiló con un vestido al que se le adaptó inteligencia artificial de IBM Watson, similar al de Borghi, pero que medía tres tipos de emociones en inglés.

Y antes, está el vestido de Nicole Scherzinger, vocalista de Pussy Cat Dolls, que en 2012 lució una prenda con luces led que reproducía tuits.

En este campo, la moda emprendió camino hace varios años. Una muestra de ello fue la exposición Manus x Machina, que en mayo de 2016 reunió en el Met de Nueva York unas 120 piezas con guiños tecnológicos. Por ejemplo, Hussein Chalayan presentó un vestido con conectividad que se movía a control remoto.

¿A dónde va este camino de la moda y la tecnología? Para la diseñadora Lupe Gajardo, el futuro prometedor está en el desarrollo de textiles inteligentes. "El caso de los vestidos es más con un fin lúdico, para entretener, pero veo potencial en los textiles inteligentes enfocados en la salud", señala.

En Cognitiva ya trabajan en un proyecto de este tipo."Imagina un cinturón que tenga acelerómetros que aprendieran de tu forma de moverte y determinaran cuándo sufres un desmayo y enviaran un mensaje a un familiar", detalla Mujica.

En el mundo, firmas como Cyrcadia Health de EE.UU. ya han dado pasos importantes. En 2012, la firma lanzó el iTBra, un sostén que detecta los cambios en la temperatura dentro del tejido mamario y que, con inteligencia artificial, alerta sobre patrones cancerígenos. Mientras, la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, en 2013, creó calcetines para medir la presión sanguínea.

La masificación de estos dispositivos aplicados a la salud aún es compleja, por los altos costos de investigación. Por ahora, los wereables o "artículos vestibles", como los Spectacles (lentes para usar Snapchat) y el Apple Watch muestran que el matrimonio de la moda y la tecnología es comercializable.

En el medio ambiente

La innovación también se alía con el diseño con fines ambientales. Una iniciativa de este tipo es la de Bureo, una empresa que desde 2013 recicla las redes de plástico que se utilizan para pescar en Chile y las convierte en lentes de sol y tablas de skate .

Ben Kneppers, cofundador de este emprendimiento, explica que desde 2014 se han producido 7.000 lentes.

Bureo compra las redes al final de su vida útil por $150 o $200 el kilo. En 2017 esperan recolectar 200 toneladas de redes gracias a una alianza con Sonapesca y con el 50% del material comenzar a producir telas, asociándose con la estadounidense Patagonia.

"En 2018 será una realidad. Nuestra idea es competir con los precios de nailon plástico virgen", señala Kneppers.

Añade que esta tela sería hasta un 20% más cara que el nailon plástico virgen, pero se compensaría con la reducción del impacto en los océanos.

Según un estudio de la huella hídrica de la ropa, de la Fundación Botín de España, para fabricar un pantalón de algodón se necesitan 3.117 litros de agua.

La diseñadora chilena Daniela Hoehmann apostó a una innovación que contribuye a reducir la huella hídrica del vestuario.

Hoehmann participó este mes en el Epson Digital Couture Project, en el marco del New York Fashion Week, con sus piezas confeccionadas con telas cuyos estampados fueron impresos con la tecnología Epson.

Hoehmann señala que trabajar con este tipo de tela le permite disponer de un material personalizado -ella diseña sus estampados- y utilizar tela de menor impacto medioambiental, como el poliéster.

"Fabricar algodón consume una cantidad de agua impactante. El poliéster que se utiliza con este tipo de impresión tiene más duración en el tiempo", explica.

A nivel mundial, H&M lidera acciones de este tipo. Harold Michelsen, gerente de Marketing de la firma en Chile, cuenta que la última colección de esencia sostenible es Conscious Exclusive 2017 y estará disponible en el país desde el 20 de abril. Se trata de una colección fabricada con poliéster derivado del reciclaje de plástico desechado en las costas del mundo.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia