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Crisis en el Mediterráneo:

Más de 70 muertos en una playa libia luego de naufragio

miércoles, 22 de febrero de 2017

ALBERTO ROJAS EL MUNDO
Internacional
El Mercurio

Llevaban dos días ahogados y los rescatistas lograron recuperar a solo un sobreviviente, que permanece en coma.



Solo pueden elegir entre los brutales latigazos de los traficantes y la guardia costera libia, que vienen a ser lo mismo, y la muerte en el mar. Uno de cada 10 fallecerá en el agua, pero todos sufrirán humillaciones por parte de sus negreros, que además de ganar altas sumas de dinero cobrarán también su precio en carne humana: violaciones de mujeres, reclutamiento de niños y trabajo esclavo para los hombres. Es el precio de la ruta del Mediterráneo central.

De vez en cuando, las mareas mediterráneas permiten ver ese drama en la costa libia. Ayer, la playa de Zawilla amaneció llena de cuerpos, 74 por ahora, en lo que supone la visibilización de uno de los muchos naufragios, la mayoría sin cadáveres y sin cámaras, de esta ruta mortífera. Llevaban dos días ahogados y los rescatistas recuperaron solo a un sobreviviente, que permanece en coma. La Media Luna Roja agrupó los cadáveres sobre la arena y los cubrió con bolsas.

Según el testimonio de la Oficina Internacional de Migraciones en Libia, los ahogados son las víctimas del hundimiento de una embarcación con 110 personas a bordo hace dos días. Según estas mismas fuentes, los mafiosos "robaron el motor y dejaron (la embarcación) a la deriva". O sea, un asesinato premeditado, al dejar en alta mar a 110 personas sin posibilidad de moverse hacia aguas internacionales, donde están los barcos de rescate. Una muerte segura.

El acuerdo que la Unión Europea ha firmado con Libia -o lo que queda de ella-, busca lo mismo que ya se firmó con Turquía: Frenar las salidas de embarcaciones en origen. El problema es que en Libia no hay una autoridad fuerte, como sí la hay en Ankara.

En tierra, su situación no es mejor. Desde que parten de sus países, los inmigrantes y refugiados subsaharianos, procedentes de países como Eritrea, Somalia, Costa de Marfil o el norte de Nigeria, son sometidos a condiciones de esclavitud en una ruta que atraviesa el Sahara durante nueve o 10 días, en la que los pasajeros tendrán que beber su propia orina para sobrevivir y serán sometidos a un vaciado de tripas por parte de sus traficantes.

Con laxante de caballo, los mafiosos obligan a los inmigrantes a expulsar de sus cuerpos el dinero que guardan en su interior. Esos billetes tendrán que volver a ganárselos trabajando en Libia durante meses. Las mujeres tendrán que prostituirse. Si tienen hijos, ese niño será asesinado en plena ruta, como reconocieron a este periodista varios refugiados, o pasará a formar parte de la mafia, que decidirá su venta. Y lo peor de todo es que nadie sabe el número de muertos que se queda por el camino. En el mar, al menos, algunos ahogados llegan a las playas. En el océano de arena del Sahara las dunas se tragan a los que mueren.

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