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Pese a que la brecha se acorta, salarios en la minería son 68% más altos que la media en Chile y triplican a los sueldos más bajos

domingo, 19 de febrero de 2017

Pablo Obregón
El_Mercurio

En 2006 las remuneraciones de los trabajadores de la minería eran 130% superiores al promedio nacional, pero en una década han tendido a disminuir las diferencias con el resto de los asalariados, de la mano del fin del superciclo del cobre y negociaciones colectivas en que han primado los bonos y beneficios, por sobre los reajustes.

Un bono de término de conflicto de $25 millones y un reajuste salarial de 7% real. Eso es lo que exigen los 2.500 trabajadores que integran el Sindicato Número 1 de Escondida a la administración de la empresa, controlada por la anglo australiana BHP Billiton, la mayor minera privada del mundo.

No hay acuerdo, claro está, y los mineros totalizaron ocho días de huelga al cierre de esta edición, este viernes.

Hay mucho dinero en juego, podría afirmarse sin ningún riesgo de exagerar, pero no es nada inédito en estas ligas. El 2 de septiembre de 2006 es cuando parte todo: después de 25 días de huelga, los mineros de esta misma empresa volvieron al trabajo tras obtener un aumento salarial de 5% real, beneficios en educación, salud y vivienda, bonos por $9 millones líquidos y un préstamo sin interés por $2 millones.

Entonces, el propio semanario The Economist adelantó que, a partir de ese día, se abría una temporada de inéditas movilizaciones en Chile. Dicho y hecho: en enero de 2013, esta misma compañía rompió una vez más con los esquemas conocidos hasta entonces al asignar un bono (más préstamos) de $23 millones por trabajador. En junio de ese mismo año, Collahuasi pagó $19 millones y en febrero de 2014, Codelco El Teniente asignó $16,8 millones por trabajador.

Claro que eran otros tiempos: el precio promedio del cobre en 2013 fue de US$ 3,31 la libra, bastante por encima del promedio de 2016, que llegó apenas a US$ 2,21.

Como sea, el superciclo del cobre -que se inició en 2001 y que alcanzó su máximo el 16 de diciembre de 2011, llegando a US$ 4,6 la libra- hizo de los empleados de la gran minería los mejores pagados del país, por lejos. Considerando a los trabajadores que cotizan en el sistema previsional, es decir, solo el empleo formal, los mineros tienen un sueldo imponible promedio de $1,19 millones mensuales, cifra que triplica lo que ganan los trabajadores peor pagados del país -que son los conserjes- y que es 68% superior a la media nacional, que al cierre de 2016 alcanzó $713.612, según cifras elaboradas con datos de la Superintendencia de Pensiones.

En Antofagasta, que es la capital minera del país, las diferencias son más pronunciadas aun: los mineros ganan $1,7 millones mensuales, 85% por encima del promedio regional y 4,5 veces lo que ganan los conserjes de esa región.

Pese a todo, la brecha de los salarios mineros con el resto de los sectores productivos ha tendido a estrecharse. En 2006 los mineros ganaban 130% más que la media de los chilenos (ver infografía), pero en 2016 esa diferencia se aminoró al mencionado 68%. Es más, la minería es el único sector que en esta última década disminuyó sus salarios reales, de un total de 19 actividades productivas consideradas.

De hecho, los sectores que más han incrementado los salarios son el inmobiliario y en segundo lugar, la actividad agrícola, debido, entre otras variables, a la escasez de mano de obra.

Bonos y préstamos en lugar de reajuste salarial

¿Por qué ha tendido a cerrarse la brecha? Porque los incrementos salariales más importantes en la gran minería se dieron durante los primeros años del superciclo y, con posterioridad, las empresas y los sindicatos de la gran minería comenzaron a negociar beneficios, bonos y préstamos más que reajustes permanentes de los salarios.

"Fue y es una exitosa estrategia negociadora de las empresas mineras que ha empobrecido la negociación colectiva (...) el bono de término de conflicto es una política de empobrecimiento a largo plazo", afirma el abogado y profesor de derecho laboral de la Universidad Diego Portales, José Luis Ugarte.

¿Por qué? Porque los bonos no suponen un costo fijo para la empresa ni constituyen un derecho adquirido para el trabajador. De hecho, en las últimas negociaciones colectivas, los bonos han sido una de las variables de ajuste: entre 2015 y 2016, los bonos de fin de conflicto pasaron de unos $8,5 millones en promedio a $2 millones por trabajador. Los aumentos del sueldo base, en cambio, tienen efectos multiplicadores sobre otras variables -sobre las indemnizaciones, por ejemplo- y, lo más importante, suben el piso para la siguiente negociación.

Últimas negociaciones cerraron con reajuste cero

En las últimas negociaciones colectivas han sido varios los sindicatos que han cerrado acuerdos que suponen un reajuste solo por IPC o, incluso, reajuste cero, que es lo que está ofreciendo ahora la administración de Escondida a sus trabajadores.

Este año, sin ir más lejos, los seis sindicatos de Chuquicamata aprobaron una oferta de reajuste cero y un bono por término de conflicto de $4,3 millones por trabajador.

¿Por qué los sindicatos han aceptado negociar reajustes igual a cero? Conocedores de estas tratativas indican que, ante escenarios de bajo precio del cobre, los dirigentes adoptan una posición defensiva, consistente en negociar a libro cerrado; es decir, resguardando los beneficios establecidos en las negociaciones anteriores, sobre todo los costosos planes de salud, que es uno de los beneficios más pesados para grandes empresas mineras. Por otro lado, los dirigentes tratan de cerrar contratos con una extensión mínima -24 meses, por ejemplo- para volver a negociar cuando el precio del metal haya repuntando.

El ex dirigente del Sindicato de Trabajadores de Andina, Nelson Soto, confirma este fenómeno y señala que el gran desafío del sindicato de Escondida no es el reajuste ni la obtención de bonos, sino mantener el contrato colectivo inalterado: "Lo que se quiere (la empresa) es que los trabajadores nuevos ingresen con condiciones distintas a los antiguos. Si perforan el contrato de Escondida, va a pasar lo mismo en otras empresas".

Los dirigentes del sindicato de Escondida confirmaron esa visión tras reunirse con la ministra del Trabajo, Alejandra Krauss: afirmaron que están dispuestos a negociar -incluyendo el bono de $25 millones- siempre y cuando esa negociación respete los beneficios del contrato actual.

Baja productividad impide reajustar sueldos

Junto con la política de bonos, hay otro fenómeno que ha ido mermando los salarios fijos de los mineros: la caída en los niveles de productividad que se dan en esa industria.

"El aumento sostenido de los salarios en cualquier economía se explica por productividad y en la minería la productividad ha caído. En diez años eso se nota", dice el académico y economista de la Universidad de Chile Alejandro Alarcón.

Cifras de la Cámara de Comercio de Santiago dan cuenta de que el descenso más agudo en la productividad del sector minero se produjo entre 2002 y 2012, anotando una caída anual de 9,2%. En ese mismo período, la productividad de la economía, excluyendo a la minería, creció 1,1% anual.

La Comisión Nacional de Productividad también advirtió sobre este fenómeno y, en un estudio de 2016, afirmó que la caída en los niveles de productividad de la minería se explican, en parte, por la respuesta errada de las empresas mineras a los altos precios del superciclo: "Estos altos precios permitieron la explotación de yacimientos menos productivos, pero generaron un cambio en la composición del mercado laboral, desplazando trabajadores menos calificados al sector minero, mientras que las empresas aumentaban su producción a como diera lugar para aprovechar las favorables condiciones de mercado", afirma el estudio.

Cifras de Cochilco confirman ese diagnóstico: el número de trabajadores en el sector minero casi se duplicó entre 2006 y 2015, pasando de 132.807 a 238.454 empleados. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con la producción, que creció solo marginalmente desde las 5,36 millones de toneladas a 5,76 millones de toneladas.

Los sectores que han aumentado sustantivamente sus niveles de productividad, en cambio, coinciden con aquellos en que los salarios reales crecen con más fuerza, afirma Alarcón. Entre los años 2000 y 2015, la productividad en el agro, caza y pesca creció 3,5% al año, lo que encuentra un correlato directo en los salarios.

En Escondida, el sindicato exige un bono de $25 millones y un reajuste de 7% real.

En la Región de Antofagasta, las diferencias a favor de la minería son más extremas: los mineros ganan 85% más que el promedio de los trabajadores de esa región.

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