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Desgastado por la impopularidad del Presidente François Hollande, el partido se juega su supervivencia:

Candidato del ala dura del PS y Valls se enfrentarán en segunda vuelta de las primarias

lunes, 23 de enero de 2017

Erika Olavarría Para ?El Mercurio?
Internacional
El Mercurio

Entre las principales propuestas de Benoît Hamon está la creación de un sueldo universal de unos US$ 800. Las encuestas aseguran que sea quien sea el vencedor socialista, no llegaría al balotaje de las presidenciales.



Benoît Hamon, representante del ala más a la izquierda del Partido Socialista francés (PS), sorprendió ayer al encabezar las primarias internas de la colectividad golpeada por el récord de rechazo a la gestión del Presidente François Hollande. Con 35,2% de los votos, Hamon se enfrentará el próximo domingo al ex Primer Ministro Manuel Valls (31,6%), cuando se decidirá quién será el candidato socialista a las presidenciales de abril.

Hamon (49), profesor de historia y crítico de las desigualdades, dejó el gobierno de Hollande en 2014 después de cinco meses en la cartera de educación, en protesta por la austeridad y el giro liberal que comenzó a tomar la administración socialista. En su decisión le acompañó Arnaud Montebourg, quien también fue uno de los candidatos de las primarias (siete en total). Defensor de un gobierno intervencionista en economía, ha criticado las medidas de corte liberal del Ejecutivo, como la reforma laboral, que han sido en parte causantes de la fractura que aqueja al principal partido de la izquierda francesa.

Al confirmarse su victoria, Hamon dijo estar seguro de que "los electores votaron por convicción y no por resignación" y añadió tener esperanza de estar "a la altura" de las exigencias de los votantes.

Su principal propuesta, altamente cuestionada, es la creación de un "sueldo universal" de 750 euros mensuales (unos US$ 800) para todos los franceses a partir de los 18 años.

En el otro extremo, Valls (54), a quien las encuestas lo daban como favorito en las primarias, es visto como más conservador, pero sobre todo como el responsable y continuador de la administración Hollande. Enfrentado a varios atentados terroristas durante su gestión en el gobierno, Valls se convirtió en la cara más visible de las severas medidas de seguridad decididas tras los ataques en París y Niza, incluyendo el prolongado estado de emergencia que permitió sacar a cientos de militares a patrullar a las calles.

También le critican haber recurrido, como Jefe de Gobierno, a decretos para aprobar proyectos de ley, como la criticada reforma laboral que restringió, a juicio de varios sindicatos, los derechos de los trabajadores al facilitar al empleador contratar y despedir a funcionarios, además de permitir que las empresas establezcan pagos y condiciones laborales de acuerdo a sus necesidades.

En contraposición con "las falsas esperanzas" que a su juicio representa el sueldo "idealista" de Hamon, en la recta final de esta corta campaña Valls llamó a los socialistas a creer en sus proyectos "para aumentar el poder adquisitivo de los franceses (...) y no uno universal que cortaría el vínculo de los ciudadanos con el trabajo y arruinaría al Estado".

Tras conocer su segundo lugar, Valls insistió en la existencia de "dos izquierdas irreconciliables": "El fracaso seguro o la victoria posible; la elección entre promesas irrealizables y difíciles de financiar o la izquierda creíble que asume la responsabilidad del país".

Los otros cinco candidatos -los ex ministros Arnaud Montebourg y Vincent Peillon; la líder del Partido Radical de Izquierda, Sylvia Pinel; el ecologista François de Rugy y el presidente del Frente Democrático, Jean-Luc Bennahmias- quedaron mucho más abajo con entre 17 y 1% de las preferencias.

Pese al entusiasmo de los socialistas, todas las encuestas aseguran que cualquiera de los candidatos del oficialismo sería eliminado en la primera vuelta de los comicios presidenciales. Los sondeos predicen una disputa entre el ex Primer Ministro conservador François Fillon, la líder de extrema derecha Marine Le Pen y el ex ministro de Economía, el independiente Emmanuel Macron. Quizás el mayor indicador de la posible derrota socialista haya sido la adhesión a las primarias de ayer: poco menos de dos millones de personas, una movilización escasa si se la compara con los cuatro millones de votantes que participaron en noviembre en las primarias de la derecha.

Las cifras dan cuenta del estado de salud del partido que, para muchos analistas, está en peligro de muerte. Para Guillaume Tabard, de Le Fígaro, la participación en las primarias era "la última esperanza de vida" para el PS. Un editorialista de Le Monde por su parte, escribía que "quizás esos malos espíritus que hace tiempo anuncian la muerte del PS tienen razón pues de una forma u otra todo debe ser reconstruido". El director del diario Sud-Ouest, Yves Harté, fue más allá planteando que tal vez el futuro de la izquierda está fuera del PS. "Jean-Luc Mélenchon (de la izquierda radical) y Macron serán quienes pongan en el debate los temas que debieron escucharse en un congreso socialista que nunca se hizo", dijo Harté.

El índice más claro de la crisis socialista, sin embargo, fue la ausencia de Hollande del proceso de primarias. Es que el Presidente -quien estuvo hasta ayer en Chile, para viajar a Colombia- tras renunciar a su reelección parece más interesando en dejar un recuerdo de hombre de Estado que salvar a su partido.

31,6%de los escrutiniosobtuvo el ex Primer Ministro Manuel Valls.35,2%de los votosobtuvo Benoît Hamon, ex ministro de Educación.

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