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Un fenómeno global del que muy pocos escapan:

La vanidad no es lo único que motiva a los fanáticos de las selfies

domingo, 22 de enero de 2017

C. González
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Los menos lo hacen por narcisismo; hay muchos que desean motivar una conversación o debate y otros tantos las toman por guardar un recuerdo significativo. Al contrario de lo que muchos creen, este tipo de autorretrato tiene un rol importante en la comunicación moderna, dicen los estudiosos del tema.



Q uizás entre todos los hábitos que han llegado con las nuevas tecnologías, las selfies o autofotos son las que están más a la mano... Literalmente. Basta levantar el celular a la altura de la cara para retratarse y luego compartir esa imagen en las redes sociales.

Eso es lo que hacen millones de personas todos los días alrededor del planeta. Incluso sin medir las consecuencias: desde 2014 se han reportado más de 125 muertes de intrépidos que quisieron inmortalizarse en lo alto de una torre, al borde de un acantilado o cerca de una fiera.

Molestas para algunos, inevitables para otros, "las selfies desempeñan un papel tremendamente importante en la comunicación moderna. Han añadido textura a las conversaciones y mejorado el contexto y la intención de los mensajes", sentencia a "El Mercurio" Steven Holiday, de la Escuela de Comunicaciones de la U. Brigham Young, en Estados Unidos.

En un mundo cada vez más digital, la historia visual de nuestra sociedad va a ser en gran parte compuesta por selfies y estas, además, ya se han convertido en un elemento importante de la identidad virtual de las personas. Tanto "en el rastro que deja cada usuario en la red como en la interacción con otros", comenta el doctor Alejandro Maturana, de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de la U. de Chile.

"La selfie hace referencia a la imagen que proyectamos de nosotros y a cómo nos ven los demás", dice.

Una dinámica que está muy determinada por la valoración de la imagen, predominante en la sociedad actual. "Es una autorepresentación no a partir de lo que pienso, sino de cómo me veo o lo que hago", dice Maturana.

Esto puede ser positivo ya que permite comunicar ciertas cosas, pero también implica un riesgo, agrega el psiquiatra, "en la medida en que te expones más de la cuenta o se cae en una imagen idealizada de uno mismo".

Los jóvenes son los más vulnerables a ello. "Están construyendo su identidad y en ocasiones hay una dicotomía entre la vida real y la virtual", dice Rodrigo Venegas, académico de la Facultad de Psicología de la U. San Sebastián. "Hay una suerte de obligación de mostrarse feliz, una negación del dolor o el aburrimiento, que no siempre es bien manejada".

Precisamente, este fue uno de los hallazgos que obtuvo Holiday en un estudio que realizó junto a cuatro colegas.

Como muchos, ellos solían tomarse selfies y compartirlas en Facebook, Instagram, Snapchat o Twitter. Pero no se sentían representados por la idea de que el narcisismo y el deseo de mostrarse son lo que motiva estas autofotos. "Nuestras propias motivaciones eran mucho más complejas, y teníamos la corazonada de que en los demás sería lo mismo".

En otras palabras, no todos necesitan un "like" para sentirse bien.

Por medio de encuestas a fanáticos de las selfies de 18 a 47 años, identificaron tres categorías de personas, según el objetivo por el cual se ponen frente al lente y descubrieron que la vanidad, aunque presente, es la motivación menos común (ver recuadro).

"Creo que este género de la fotografía tiene un lugar importante en el futuro de la comunicación -dice Holiday-. Las selfies están aquí para quedarse".

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