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Donald Trump, el presidente más impopular

viernes, 20 de enero de 2017

Economía y Negocios Online
El Mundo

Donald Trump aterriza hoy en la Casa Blanca con los índices de popularidad más bajos para un presidente al principio de su mandato de los últimos 40 años.
- Los EE.UU. que hereda Donald Trump

Donald Trump hizo ayer su primer viaje en un avión oficial del Estado de EE.UU., y aterrizó, también por vez primera, en una base militar. Así, en torno a las 12 del mediodía, hora local, llegó a la ciudad en la que residirá al menos los próximos cuatro años: Washington. Justo 24 horas después, hoy al mediodía, jurará el cargo de presidente de Estados Unidos sobre dos Biblias: una, que su madre le regaló en 1955, cuando tenía 19 años, otra, la que el presidente que abolió la esclavitud en EE.UU., Abraham Lincoln, empleó el 4 de marzo de 1861, en la misma ceremonia de jura del cargo.

El uso de la Biblia de Lincoln no está exento de simbolismo. Es el mismo ejemplar que Barack Obama, el primer presidente negro de la Historia de EEUU, usó en sus dos ceremonias de jura del cargo, en 2009 y 2013. Obama justificó la elección por "el llamamiento a la unidad nacional" que Lincoln hizo en 1861, cuando invocó en su discurso "a los mejores ángeles de nuestra naturaleza". Fue una súplica inútil, porque siete estados de EE.UU. ya habían proclamado su independencia por el temor a que el nuevo presidente les obligara a dar la libertad a los esclavos. Lo que siguió fue la primera "guerra total" de la Historia, que duró cuatro años y causó 750.000 muertos.

Donald Trump también asume la Presidencia de un país dividido, aunque sin riesgo de guerra civil. El hombre que a partir de las seis de la tarde de hoy, hora peninsular española, tendrá control absoluto sobre 4.500 bombas atómicas, tiene la popularidad más baja de ningún presidente al inicio de su mandato desde hace 40 años, o sea, desde que existen encuestas. Así lo revelan dos sondeos, uno del diario "The Washington Post" y la cadena de televisión ABC, y otro de la televisión CNN y la consultora ORC.

Ambos ponen a Trump con una popularidad del 40%, una de las más bajas desde que anunció su entrada en política en junio de 2015. Es algo sin precedentes. Trump está 18 puntos por detrás del siguiente presidente con la popularidad más baja en el momento de la toma del cargo -Ronald Reagan, en 1981- y a 44 del que la tenía más alta, que fue, precisamente, Barack Obama en 2009. Es posible que la impopularidad de Trump bata todavía más récords, aunque, como no existen encuestas, es imposible saberlo. Porque hay que tener en cuenta que en 1972 Richard Nixon arrasó en las elecciones al ganar por 23 puntos porcentuales, por lo que su popularidad tenía que ser considerable.

Trump, en su mejor estilo, ha arremetido en Twitter contra las encuestas. "Los mismos que hicieron las falsas encuestas de las elecciones están haciendo las encuestas de popularidad ahora. Están trucadas igual que antes", tuiteó el ya casi comandante en jefe el martes.

En realidad, las encuestas anteriores a las elecciones acertaron con más precisión que en 2008 y 2012, como ha declarado el estadístico Nate Silver en su web FiveThirtyEight. Porque, a fin de cuentas, fue la demócrata Hillary Clinton quien ganó los comicios por 2,9 millones de votos, o sea, un 2,1% más que Trump. Si este último se impuso fue por sus inesperados triunfos en Michigan y Wisconsin. De hecho, fueron 10.704 votos en Michigan los que dieron ese estado, y, con él la presidencia, a Trump, de un total de 136,6 millones de papeletas escrutadas.

Victoria y popularidad


Normalmente, la victoria en las elecciones implica un "bote" en la popularidad del candidato. El mejor ejemplo es el del también republicano George W. Bush, que, al igual que Trump, perdió el voto popular -en su caso, por medio millón de votos- y solo fue proclamado vencedor tras una sentencia del Tribunal Supremo en la que los jueces votaron de acuerdo a sus afiliaciones políticas. Bush "junior", sin embargo, llegó a la toma de posesión con una popularidad del 61%.

Ése no ha sido el caso de Trump. Nadie sabe con certeza las razones, pero lo cierto es que el futuro presidente ha roto, también en esto, con lo que suele ser habitual. Habitualmente, tras ser elegido, un político trata de desarrollar una retórica de unidad, y de presentarse más como un estadista que como un candidato. En el caso de Trump, en vez de estadista, se ha dado a conocer, más bien, como una estrella de la televisión. Ha criticado en Twitter los "ratings" de audiencia de su sucesor en el "reality" "El Aprendiz", el actor -también republicano-, Arnold Schwazenegger, por atreverse a ir contra "el rey de los "ratings"" de audiencia. O sea, él. Ha recomendado sus seguidores que compren productos de la empresa de ropa deportiva L.L. Bean, porque una de las propietarias de la compañía, Linda Bean, le ha apoyado en la campaña. En total, 7 de cada 10 estadounidenses creen que Trump debería dejar descansar su cuenta de Twitter, según una encuesta de la televisión NBC.

Claro que la baja popularidad no es un problema para Trump. El presidente no tiene rival ni en su partido ni en la oposición demócrata, que está enfrascada en una guerra civil tras su derrota en noviembre. Así que hoy Trump podrá estar tranquilo al mediodía de Washington cuando, en palabras de Tom Barrack, el presidente del Comité que coordina los fastos de la toma del cargo, "el presidente electo pondrá humildemente sus manos en las Biblias que tienen un significado especial para su familia y para el país".

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