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ENRIC SALA

domingo, 22 de enero de 2017


Conservacionistas
El Mercurio

el objetivo de este biólogo marino español se volvió claro tras una expedición que marcaría su rumbo: dejó la academia para llegar a ser uno de los más trascendentes promotores en la protección de los océanos.



La historia de este explorador y defensor de naturaleza salvaje parte -irónicamente- frente a la pantalla de un televisor. Es en Gerona, una ciudad de Cataluña, en la costa sur de España. Aquí, Enric Sala, nacido en 1968, pasó su infancia hipnotizado por los documentales de Jacques Cousteau y el Calypso, la embarcación del francés con la que soñaba: quería unirse al grupo de buzos y explorar los mares a bordo de esta nave.

Lo que pudo ser una obsesión infantil, marcó su ruta: más tarde se convirtió en biólogo marino para estudiar los océanos. Pero de aventuras por los mares, poco y nada. Como profesor de la Scripps Institution of Oceanography en California, y del Consejo de Investigaciones Científicas de España, Sala empezó a sentir que estaba dedicándose a algo cercano a lo que quería, pero solo eso: cercano.

"Lo único que estaba haciendo era escribir el obituario de los mares", dice Sala hoy, a propósito de esa etapa. Por eso, en 2007 -el último año que pasó en el instituto californiano-, ya no le veía sentido a la mera recopilación de datos.

En ese momento, interesado en el efecto de las reservas marinas, Sala reunió a un equipo de científicos marinos para hacer una expedición al Kingman Reef, un arrecife de coral que se extiende a lo largo de un kilómetro al sur de Hawai. La idea era documentar esta área para saber realmente qué pasaba con los esfuerzos de conservación allí realizados. Lo que encontró superó sus expectativas. Depredadores como los tiburones se veían bien desarrollados, con varios cardúmenes de peces potenciando el ecosistema, además de un fondo cubierto por el coral más sano que Sala hubiera visto. Con esa experiencia, llegó a una conclusión: debía dejar el mundo académico y trabajar en conservación.

Sala postuló a una beca en la National Geographic Society y en 2008 comenzó su nueva vida: lanzó el proyecto Pristine Seas, que apunta a identificar, examinar, proteger y restaurar los últimos mares intocados. Tras esas exploraciones, la meta es generar información técnica para que los países involucrados establezcan reservas marinas.

La apuesta de Sala, que hoy es Explorador Residente de National Geographic, dio frutos: en 2008 fue nombrado Young Global Leader por el Foro Económico Mundial, y ha participado en llamativos proyectos como el documental sobre calentamiento climático de Leonardo DiCaprio, Before The Flood. Pero a Sala los logros que más le enorgullecen son otros, como inspirar a distintos mandatarios a crear las mayores reservas marinas del planeta. La labor de Pristine Seas ayudó a crear reservas marinas en Gabón, Costa Rica, Kiribati, las Islas Pitcairn y las aguas del Pacífico estadounidense. Además, colaboró para el anuncio ocurrido en diciembre, de una zona protegida en el archipiélago Revillagigedo en México. También ha aportado en Chile, donde en 2016 se anunció el nuevo Parque Marino Nazca-Desventuradas, la mayor reserva marina de las Américas. Nada mal para un chico que pasaba pegado a la televisión.

Más información
NationalGeographic.org/projects/pristine-seas

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