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Julieta Núñez

la mujer que quiere conquistar Antártica

martes, 06 de diciembre de 2016

Por Sebastián González S. Fotos Paula Rossetti arredondo.
Reportaje
El Mercurio

Es presidenta de la Caleta de San Pedro, fundadora del Club Aguas Abiertas Concón, madre de dos hijos, pero por sobre todo, es nadadora de aguas abiertas. Julieta Núñez, que en agosto fue declarada Ciudadana Ilustre de la comuna de Concón, se prepara para su próximo desafío: nadar por quinta vez en la Antártica haciendo soberanía.



Cuando una persona se mantiene en aguas con temperaturas bajo los 4 grados, su temperatura corporal promedio de 36,5 grados empieza a descender. La exposición a un frío intenso provoca hipotermia, el cuerpo pierde más calor del que produce. El primer síntoma se caracteriza por el entumecimiento de las extremidades. En la segunda etapa del proceso viene el amodorramiento: los escalofríos desaparecen, los órganos trabajan más lento y la demanda de oxígeno disminuye. Al final, después de 30 minutos, la temperatura del cuerpo baja a los 30 grados, la piel se oscurece en tonos azules. La conciencia se pierde. Después de 40 minutos el cuerpo deja de funcionar. Se congela. Se muere.

Las aguas que rodean a la isla Decepción, el islote Isabel Riquelme, la isla Greenwich y la isla Lemaire tienen una cosa en común: todas quedan al sur de la latitud 60, en el Océano Antártico. Ahí la temperatura del agua oscila entre los dos y tres grados bajo cero. Estas aguas también han sido partícipes de los "cruces de soberanía" que realiza la nadadora de aguas abiertas Julieta Núñez.

-¿No le da miedo nadar en la Antártica?

-Al principio sí me daba miedo pero hay que mentalizarse, tratar de no pensar en el frío. El 3 de enero me voy a nadar a Bahía Margarita, la base chilena de la Antártica que me faltaba. Pero yo no tenía idea que quedaba tan lejos. Me dan mucho susto las focas leopardos que son muy territoriales.

Se queda callada y luego dice:

-No sé en lo que me estoy metiendo.

A los 55 años, Julieta Núñez, piensa en su desafío y se ríe.

Con una superficie de mil metros cuadrados, la Caleta de pescadores de San Pedro parece un socavón construido al costado de Avenida Borgoño, antes de llegar a la playa La Boca, en Concón. Desde el auto puede pasar inadvertida: solo se divisan un par de grúas. También se ven cuatro botes de color amarillo, boyas, redes, botas de goma. Además, están los pescadores.

Abajo, tras una reja amarilla oxidada, está una oficina, donde trabaja la única mujer del lugar, la presidenta del sindicato de la Caleta de San Pedro: Julieta Núñez.

Son las dos de la tarde de un viernes. Julieta habla rápido y con un tono agudo. Hace ocho años que trabaja en la caleta y desde hace tres es presidenta del sindicato, administra los proyectos y coordina a 24 pescadores.

Julieta vive en una de las casas que cuelgan justo arriba de la Avenida Borgoño, arriba de la Caleta.

-Un día estaba cortando unas cañas en la terraza de mi casa y se me acercó un pescador. Me saludó, y como buenos vecinos, empezamos a conversar y nos dimos cuenta que ambos éramos buzos mariscadores. Me invitaron a bucear a las 7 de la mañana. Al otro día, partí al tiro. Después les conté que me gustaba nadar y me invitaron a salir con ellos. Así empecé a participar en el sindicato y me fui involucrando más.

-¿No le importa ser la única mujer?

-Ningún problema, acá todos nos tratamos de tú a tú y yo siento que la caleta es parte mía porque yo vivo aquí. Yo lo que hago lo hago porque me gusta y porque quiero ayudarlos, yo vivo aquí arriba y de mi terraza, cuando miro hacia abajo, quiero ver una caleta bonita.

En la Caleta le dicen "La Jefa" pero en el mar le dicen "La Tonina", ese delfín tímido que es parte de nuestro patrimonio nacional.

Julieta Núñez tiene el pelo negro, la piel tostada y un rostro firme que se contrasta con sus ojos café color miel y con su alegre carácter que enseña más sonrisas que cualquier otra expresión. Una sonrisa que ha sabido llevar en los más de cien cruces a nado que ha logrado en su trayectoria.

-A veces ni siquiera me baño después de salir del agua, me quedo con la sal en el cuerpo, porque la sal es energía. Además, no ando preocupada de ir a la peluquería, no me arreglo las uñas, no hago nada de eso. ¿Para qué voy a ir a la peluquería si a los diez minutos voy a estar en el agua?

Desde que se fue de Santiago a vivir a Concón, el año 2003, lo primero que hizo fue el curso de salvavidas. Después hizo el curso de buzo mariscador. Por último fue a Valparaíso a la escuela de Víctor Contreras, el famoso ex nadador de aguas abiertas y el primer chileno en nadar el Estrecho de Gibraltar. La escuela se llamaba "Los Delfines del Tiburón Contreras". En la entrada de la escuela, había un señor parado en la puerta.

El diálogo fue así:

-¿Usted sabe dónde se encuentra el Tiburón Contreras?

-Yo soy el Tiburón Contreras.

-Ah, mire, me encantaría nadar en el mar.

-Yapo. Si te motiva ven para acá y probamos. Y si te gusta puedes seguir nadando con nosotros.

Lo primero que notó Víctor Contreras fue que la nueva integrante de la escuela tenía condiciones innatas para nadar en aguas abiertas.

-Julieta es una persona valiente, no le teme al frío, no le teme al agua helada. Esas características hablan de un nadador aguerrido. La llevé al Canal de Chacao, lo cruzó. Al Lago Titicaca, lo cruzó. La llevé al Estrecho de Magallanes, lo cruzó. Después la llevé al Canal Beagle, también lo cruzó -dice el "Tiburón" Contreras.

Ella empezó a ganar en casi todas las competencias de su categoría. Fue la primera mujer chilena en nadar el Estrecho de Magallanes y ya lo ha nadado tres veces, un récord que aún conserva. Pero el sueño de Julieta es poder nadar el Estrecho de Gibraltar, la misma hazaña que logró su mentor en 1981, pero necesita de apoyo económico para poder lograrlo.

-¿No ha tenido dificultades por la edad?

-Dicen, 'oye ya estay vieja', yo digo que no. Es cosa de ir a otras partes, hay gente de 70, 80 años que está haciendo lo que quiere. Acá en Chile la gente se hecha a morir muy joven. No digas 'yo no puedo', el 'no puedo' no existe, inténtalo por último.

Cuando nada en aguas frías piensa en sus hijos, en llegar a la meta, en cómo esquivar los hielos, en cualquier cosa menos en el frío y le pide al mar que la acoja.

El 2012 cruzó el canal Aguirre Cerda, desde la península Munita hasta la isla Lemaire, en la Antártica. Fue la primera persona en lograrlo. Fue el nado más austral registrado hasta ahora. Fue un desafío peligroso, el agua estaba a menos de dos grados Celsius y las posibilidades de congelamiento, de sufrir un paro cardíaco, o de que uno pueda ser atacado por una orca son latentes. "A mí me da mucho miedo que mi mamá nade en la Antártica, es súper peligroso. Pero al mismo tiempo siento mucho orgullo. Yo soy muy feliz mientras ella también sea feliz pero estoy muerta de susto cuando parte a estas travesías, aunque sé que no le va a pasar nada", dice su hija Sascha Hannig, de 22 años.

Julieta Núñez fue hija de marino. Desde pequeña hasta su adolescencia vivió en una casa de la población naval, en el sector de Las Salinas, en Viña del Mar. Desde chica, le gustaba nadar y su sueño era entrar a la marina. Cuando cursaba segundo medio sus padres se separaron y ella para evitar los problemas se fue de intercambio a Estado Unidos. Tenía 15 años.

-En esa época yo quería hacer lo que quería. Como que no insertaba en un margen de rigidez que tenía con mi familia. Conocí otro mundo. Me juntaba con cabros que fumaban pitos, que salían a carretear, otra vida nada que ver a la que llevaba -dice.

Ya en cuarto medio, quiso estudiar Arqueología pero su madre no la dejó: "Te vay a morir de hambre". Estudió Decoración de Interiores en la Inacap.

A fines de 1983, partió de Chile: "Si me quedaba aquí en Chile me iba a quedar pegada para siempre". No volvió hasta 10 años después.

Se fue a Canadá, a trabajar en la embajada chilena y se casó en Ottawa, con un chileno que conoció antes de partir. Luego se fue a vivir a Alemania por 8 años junto a su marido, Joaquín Hannig. En 1993 regresaron a Chile con la idea de formar una familia. Se instalaron en Chicureo. Al año siguiente, nació su primera hija Sascha. Luego, su hijo Jens.

En Santiago dedicó su vida a sus hijos, a la jardinería, a pintar cerámicas y a nadar: tenía una piscina grande en la casa. No le bastaba con eso. Todas las vacaciones, de diciembre a marzo, se iban donde su madre, a Viña. En la playa Reñaca, Julieta se hacía amiga de los salvavidas. Ahí empezó a nadar con ellos en el mar.

Desde ese momento que Julieta Núñez empezó a nadar en serio. En Santiago nadaba en el Liceo Amanda Labarca, en Vitacura. Primero fueron mil metros, después dos mil, tres mil y se dio cuenta que la capacidad para seguir nadando era inagotable. Como se entretenía, empezó a nadar todos los días, pero a su marido no le gustaba que nadara, le decía que era egoísta por nadar, algo que Julieta nunca entendió. Joaquín Hannig comenzó a distanciarse, no llegaba los fines de semana a la casa, salía a los bares.

Julieta cuenta que Joaquín cayó en depresión y que el año 2002 dejó a su familia. Su relación con Julieta se congeló.

-Vendí la casa, agarré mis cosas, los niños y nos fuimos a Concón acá en la casa frente a la caleta.

Años más tarde, en 2010, Joaquín Hannig murió de cáncer.

-¿Qué siente al nadar?

-Poner los brazos en el mar y sentir el ruido que genera el movimiento de mis brazos, me calma. Ese sonido es especial, me baja las revoluciones. Yo soy súper acelerada, hablo súper rápido y si tengo rabia, en el mar grito y saco toda la rabia que tengo nadando.

-¿Se sentía atrapada en Santiago?

-Los últimos años en Santiago lo pasé pésimo. No me gusta mucho acordarme de las cosas. De las cosas que me hacen mal. Cuando uno se casa de repente vive la vida del otro. Yo en Santiago vivía muy cómoda, pero no era lo que yo quería. Cuando él se fue di vuelta la página y empecé a vivir mi vida. Tengo un auto viejo y me da lo mismo, a mí no me interesa tener un Mercedes, me interesa estar aquí y disfrutar de lo que tengo.

Su hija Sascha explica que su madre pasó mucho tiempo alejada del mar y que eso le hizo mal.

-Mi mamá es una persona que ha vivido muchas cosas, ha pasado por muchas etapas. Entonces es una persona que ha cambiado mucho, que se desarrolla y se transforma a medida que va viviendo distintas etapas en su vida. Yo creo que su filosofía de vida es eso, la manera en que va cambiando, así como cambian las olas del mar, como cambia el agua -dice Sascha.

La última vez que Julieta estuvo en una competencia fue el 24 de julio, en Estambul. Participó junto a dos mil nadadores de 64 países que cruzaron el Estrecho del Bósforo, el paso entre Europa y el continente asiático. Fue un evento mundial organizado por el comité olímpico de Turquía y Julieta fue la única representante chilena.

Julieta se tiró al agua, en el primer grupo que partió nadando. Las aguas en el Estrecho del Bósforo oscilan entre los 24 y 26 grados, temperaturas que son elevadas para alguien acostumbrado a nadar en Concón, donde el agua oscila entre los 10, 12 grados. Julieta Núñez se demoró una hora, 30 minutos y 18 segundos: no le alcanzó para el podio.

-Pero fui bien evaluada por los jueces -asegura.

A pesar de financiar personalmente todos los costos -como lo ha hecho en casi todas las competencias en las que ha participado- representó a Chile y fue la primera chilena en lograr la hazaña.

No pasaron más de 60 días para que Julieta se pusiera a nadar en la Laguna del Inca, que se encuentra a las espaldas del Hotel Portillo, a unos metros del paso Los Libertadores, en la cordillera de los Andes. Julieta, con un traje de baño, dos gorros de natación y unas gafas, estuvo 15 minutos braceando en la laguna que se encuentra a menos de 4 grados de temperatura. Se esta entrenando para otra travesía: en enero del próximo año tiene contemplado viajar una vez más a la Antártica -con el apoyo de la Armada- para nadar 1,5 kilómetros, y hacer soberanía en la Bahía Margarita.

Ella ya conoce los peligros a los que se enfrenta, pero no desiste. Su hijo, Jens quien es cadete de la Escuela Naval, lo reconoce:

-El valor más grande que me ha enseñando mi mamá es que nunca me rinda. Ser fuerte ante todo y si pasan cosas malas levantar la mirada para arriba y seguir caminando. Para mí es un orgullo que haga estas travesías, además mientras ella haga lo que le gusta, yo voy a ser feliz.

Julieta solo piensa en su desafío. Nadie en el mundo ha nadado en un lugar tan austral. Iría a romper su propio récord. Sería la quinta travesía de Julieta Núñez en la Antártica. Sería la primera persona, la primera mujer, en nadar al fin del mundo.

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