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La nueva batalla nutricional

¿Pueden los niños seguir las mismas dietas que sus Padres?

martes, 06 de diciembre de 2016

Por Sofía Beuchat S. Ilustración Francisco Javier Olea.
Reportaje
El Mercurio

A medida que crece el número de personas que adoptan sistemas de alimentación alternativos -desde la dieta vegetariana hasta opciones más extremas, como el higienismo o el crudivorismo- aumenta también la duda sobre si ellas pueden incorporar a sus hijos en estos hábitos sin costos para su salud. La disputa ha llegado incluso a tribunales, mientras el mundo médico advierte que los niños tienen necesidades nutricionales específicas y que suplir posibles carencias puede llegar a ser, en su caso, un tema de vida o muerte.



El 8 de junio, la doctora Paulina Bravo, nutrióloga pediátrica de Clínica Santa María, recibió una citación del Segundo Juzgado de Familia de San Miguel. Sin quererlo, se vio envuelta en un litigio por la tuición de una niña que entonces tenía siete meses, cuyo nombre pide mantener en reserva. La petición la hizo el abuelo. Exigía hacerse cargo de la niña, porque, a su juicio, la alimentación que los padres -su hija y su yerno, ambos veganos- le estaban dando ponía en peligro su desarrollo normal. Estaba asustado. También enojado. Que los adultos coman lo que quieran, decía, pero a su nieta, que la cuiden bien. Y eso, para él, significa darle carne. O, al menos, leche materna alta en proteínas de origen animal, cosa difícil de lograr cuando la madre no come carne de ningún tipo ni toma leche.

En su calidad de "consejera técnica", el juzgado le pidió a la doctora Bravo que hiciera un informe sobre el estado de salud de la niña. Pero también algo más: la citación, que recibió por correo electrónico, decía que su documento debía aludir a los factores de riesgo "asociados con una eventual alimentación deficiente que estaría otorgando la progenitora". Y también se le pedía que aclarara en qué medida "la alimentación desprovista de carnes, en esa etapa de desarrollo, interfiere en la condición de salud de la lactante". En suma: el tribunal necesitaba argumentos médicos para apoyar -o no- a ese ofuscado abuelo.

La pregunta por el derecho de los padres a alimentar a sus hijos según sus propias creencias ha llegado a tribunales en otras oportunidades, algunas de ellas cargadas de polémica. Ya en 2005, por ejemplo, la historia de la pareja estadounidense formada por Joseph y Lamoy Andressohn dio la vuelta al mundo: ambos terminaron en la cárcel, luego de que un tribunal en Miami los declarara culpables de la muerte, en mayo de 2003, de su hijo Woyah. Tenía seis meses y lo habían alimentado solo con frutas y verduras crudas, pese a que mostraba signos de desnutrición. La pareja argumentó que sus otros cuatro hijos, el menor de 4 años y el mayor de 9, habían seguido siempre la dieta crudivorista y estaban bien, pero esto no fue suficiente para frenar la sentencia por negligencia.

En julio de este año, en Milán, se dio un caso similar: según relata la BBC, una pareja de abuelos se quedó con la tuición de su nieto, a quien sus padres alimentaban con una dieta vegana. Habían tenido que hospitalizarlo debido a una desnutrición avanzada: tenía 14 meses, pero su peso corporal era equivalente al de un lactante de tres meses, y sus niveles de calcio se habían reducido al mínimo. Los médicos precisaron que el niño, cuya identidad no se dio a conocer, tenía una afección cardíaca congénita que tal vez podría explicar en parte su bajo peso, pero que esto exigía tener aún más cuidado con su alimentación. "Es necesario reflexionar sobre los regímenes alimenticios a los que son sometidos los niños", declaró, según registró la prensa, el médico italiano Luca Bernardo, entonces director de Pediatría en el hospital que recibió al niño.

El caso que vio la doctora Bravo, afortunadamente, no llegó a complicarse a estos extremos. Según el documento que presentó al juzgado, la niña llegó a su consulta el día 23 de mayo de 2015, cuando se le diagnosticó "una desnutrición calórico proteica". No había recibido más alimento que la leche de su madre hasta aproximadamente un mes antes, cuando, según describe el oficio, "se introdujo alimentación sólida con ausencia de proteínas de origen animal debido al vegetarianismo de los padres". La doctora les recomendó incorporarlas, pero como obtuvo una respuesta negativa, sugirió "la pronta introducción de otras fuentes de proteínas como huevos, soya y legumbres, además de mantener una suplementación con fierro y vitamina D", y la introducción de leche en polvo de reemplazo.

La doctora no sabe si, finalmente, ese abuelo se quedó con el derecho de tuición que solicitaba: nunca más fue contactada por el Poder Judicial. Pero sí sabe que esos padres siguieron sus indicaciones y que, gracias a ello, la niña cambió mucho. Exámenes descartaron deficiencias de hierro y vitamina B12 y constataron una mejoría en su peso, talla y circunferencia craneana. Aún así, según queda registrado en el documento que se envió al juzgado, "se mantiene el diagnóstico de desnutrición de causa no precisada".

Los padres no estuvieron dispuestos a abandonar su sistema de alimentación. Pero accedieron a lo más importante: controlar a la niña con frecuencia, para poner atajo a cualquier deficiencia nutricional que puediera presentarse.

Los especialistas coinciden en que la discusión sobre si es saludable o no alimentar a los niños con dietas alternativas no es un asunto que se dé solo en el Primer Mundo, sino que está cada vez más presente en Chile. La doctora Bravo cuenta que en la Clínica Santa María de Providencia le toca ver bastantes padres con hijos pequeños que son vegetarianos o veganos; en el local de La Dehesa recibe a muchos padres preocupados porque sus hijos adolescentes están adoptando este tipo de alimentación y quieren tener información confiable sobre ellas.

-No hay estadísticas al respecto -dice la doctora Eliana Reyes, directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de los Andes- pero todos los profesionales de la salud sabemos que en Chile hay cada vez más personas, sobre todo jóvenes, que están siguiendo dietas alternativas. Algunos de ellos ya son padres y las están traspasando a sus hijos.

El problema, por supuesto, no es el vegetarianismo en sí. Ni el veganismo. De hecho, un documento publicado este año por la revista de la Academy of Nutrition And Dietetics de Estados Unidos enfatiza que todas las formas de dieta vegetariana (incluyendo al veganismo) "pueden ser beneficiosas para la salud y la prevención de algunas enfermedades y son adecuadas para todo el ciclo vital, incluyendo el embarazo, la lactancia, la infancia, la niñez, la adolescencia, la vejez".

El punto es que estas conclusiones son válidas -en eso el documento es enfático- siempre que se trate de una "dieta apropiadamente planificada". Esto significa que si se eliminan ciertas categorías de alimentos de la alimentación habitual, hay que buscar los nutrientes que estos aportan en otros alimentos y, en muchos casos, tomar suplementos, siempre con la asesoría de profesionales certificados en nutrición. Ahí es donde la tarea, en el caso de los niños, se vuelve más difícil. Especialmente cuando, como denuncia la doctora Reyes, se siguen consejos que se encuentran en internet y que no siempre son confiables. En esto cunde el "me dijeron", el "a mi amiga le resultó".

-Los niños no son adultos chicos: tienen requerimientos nutricionales específicos -precisa.

Según explica Cecilia Benavides, nutricionista de Clínica Indisa, los niños en general son considerados como grupo vulnerable a la hora de hablar de alimentación, pero hay períodos vitales en los que el aporte adecuado de nutrientes es aún más esencial: se trata de las llamadas "etapas de crecimiento rápido": de 0 a 2 años, la pubertad y también -aunque más en los niños hombres- la adolescencia. Son momentos en los que el organismo "gasta" nutrientes a mayor velocidad, por lo que se requiere no más comida, en términos de porciones, sino una mejor alimentación. Una alimentación que las dietas alternativas, cuando son desprolijas, no pueden asegurar, lo que puede afectar el desarrollo normal de los niños.

Los nutrientes más importantes para asegurar el desarrollo normal de menores de edad son, según la doctora Reyes, el zinc, el calcio, el fierro, la vitamina B12, la vitamina D y los ácidos grasos Omega 3. La falta de fierro y de vitamina B12 se asocia con anemias que, advierte, pueden llegar a producir alteraciones neurológicas y alterar el crecimiento. En el caso de los veganos, el documento de la Academy of Nutrition And Dietetics recalca la importancia de suplementar esta vitamina, que no está presente en el mundo vegetal y sí, por ejemplo, en los huevos. Es especialmente importante en niños de hasta tres años, cuando cumple una función vital en la formación del sistema nervioso central. El calcio y la vitamina D tienen que ver con el fortalecimiento de los huesos; en casos graves de carencia no solo pierden densidad ósea y se fragilizan, sino que además los huesos pueden crecer con deformaciones. El zinc es vital en el crecimiento y la maduración sexual. La falta de ácidos grasos Omega 3, por su parte, pu
ede llevar a un menor desarrollo cerebral y rendimiento intelectual. No es poco.

-Las necesidades de calcio, por ejemplo, suben al triple en la etapa de la pubertad y adolescencia temprana: si un niño pequeño necesita 500 ml diarios, a los 12 o 13 años necesita 1200 -ejemplifica la doctora Bravo. -Y en eso las leches vegetales son engañosas; de hecho no debieran llamarse leches, porque en rigor son extractos. Los frutos secos efectivamente tienen alto aporte de calcio, pero lo que importa no es cuánto calcio tienen, sino su biodisponibilidad: este no es utilizado por el cuerpo con la misma eficiencia que el calcio que está en la leche de vaca, porque su absorción depende de la presencia de vitamina D y de la cantidad de proteínas. La leche de coco, por ejemplo, prácticamente no tiene proteínas.

La respuesta usual en estos casos es sugerir la suplementación del calcio, fierro y Vitamina B12. Pero esto tampoco es la panacea. Es más bien una solución parche, además de costosa: la doctora Reyes calcula que una suplementación completa y adecuada, redondeando, puede costar más de 20 mil pesos mensuales. La doctora Bravo agrega que puede ser difícil de llevar a la vida diaria: toda madre sabe que no es fácil lograr que los más pequeños tomen medicamentos.

-Los alime ntos tienen acciones sinérgicas -explica la nutricionista Benavides. -La acidez de la leche, por ejemplo, mejora la absorción del calcio. Por eso la comida siempre es más saludable y más efectiva que los suplementos.

En esto importa no solo lo que come el niño, sino también la madre que amamanta.

-Me tocó ver a una mujer vegetariana, casi vegana, con tantas carencias nutricionales que andaba mareada, casi no se podía sostener en pie -cuenta la doctora Bravo.-Tenía tan bajas reservas que por su leche no pasaba vitamina B12. Ella revertió rápido su situación tomando suplementos. Pero su hijo quedó con retraso en el lenguaje y deficiencias en lo motor. Tiene un retraso generalizado del desarrollo: hoy tiene tres años, pero se ve como si tuviera dos.

En Australia, un caso reciente -aunque quizás algo extremo- grafica la gravedad que las carencias pueden llegar a tener. En agosto, una conocida naturópata llamada Marilyn Bodnar fue condenada por ley a no ofrecer sus servicios a nadie menor de 16 años, luego de que uno de sus pacientes, una guagua de ocho meses, llegara al Hospital de Niños de Westmead "a días de morir", según las actas del juicio en contra de la madre y de la naturópata en la corte local de Campbelltown, un suburbio de Sidney. El niño llegó pesando apenas 6,4 kilos (percentil cero), con los ojos hundidos, seriamente deshidratado, con niveles peligrosos de sodio y con una deficiencia de calcio y vitamina D tan alta que los huesos de sus pies y manos habían empezado a enchuecarse. Estaba, literalmente, muriéndose de hambre. Además, sufría de retraso neurológico: tenía las habilidades de un niño de tres meses. ¿Cómo llegó a ese estado? Un par de meses antes, su madre -una enfermera, curiosamente- le había pedido ayuda a Bodnar para sanar el eczema (una enfermedad de la piel común) que sufría la guagua. La naturópata, argumentado que el problema se debía a la presencia de toxinas, le recomendó que se alimentara solo de frutas y verduras crudas. Al ver poco avance, sugirió tres días de ayuno líquido. Los vómitos de la guagua eran interpretados sin más como "una saludable depuración". Hoy la justicia australiana aún discute quien tuvo más culpa: la naturópata o la madre que confió en ella a ciegas.

En Chile, la dieta crudivorista aún no es tan popular, pero su número de adeptos crece. A la doctora Reyes le parece especialmente preocupante que la adopten niños.

-Las frutas y verduras no son el problema -puntualiza -sino los otros alimentos que esta dieta propone comer de manera cruda, como ciertas carnes, cereales, legumbres. Estos alimentos, cuando están crudos, pueden traer gérmenes que pueden provocar infecciones. Los adultos han desarrollado una flora bacteriana protectora, pero el tracto intestinal de los niños no está maduro hasta los 10 o 12 años. 

El abuelo quería la tuición de su nieta, convencido de que la alimentación vegana que le daban su hija y su yerno podía afectar su desarrollo.

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