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sus lecciones de modelaje

Antonia y Elisa Moro

martes, 06 de diciembre de 2016

Por Claudia Guzmán V. Fotografías: naCho Rojas.
Entrevista
El Mercurio

Con 20 años de diferencia, estas hermanas conocieron de cerca las alegrías y penurias del modelaje. La obsesión por controlarles el peso o ser descartadas en los castings internacionales por ser "demasiado gorda" o "demasiado vieja" fueron parte de los factores que las llevaron a abandonar la carrera afuera, y a mirar hoy con ojo crítico la industria del modelaje.



"Felices de recibirte, pero vuelve el próximo año. Y aprovecha de bajar de peso". Eso fue lo que Elisa Moro escuchó a los 15 cuando quiso postular al concurso de modelaje Elite Model Look. La felicidad con que fue recibida era explicable: su hemana Antonia, 20 años mayor, había sido parte de esa agencia por más de una década y su otra hermana, un año mayor, Josefina, ya se había inscrito para participar en esa misma versión del evento.

-También era súper entendible que me dijeran que esperara un año porque no querían hacerme competir con mi hermana. Y lo del peso, ¿la verdad?, no me pareció mal porque era cierto que estaba un poco pasada, que me alimentaba súper mal.

-¿Qué tan mal?

-Comía muffins todos los días, Snickers todos los días, McDonalds los fines de semana. Entonces mejoré mi alimentación, bajé y volví. Pero la verdad es que el tema del peso, entre los 16 y 20 años, nunca paró.

Elisa repasa sus inicios en el modelaje sentada en un café de Vitacura junto a Antonia -su hermana de 40, hoy retirada del modelaje y con hijos de 6 y 9 años- nacida del primer matrimonio del destacado decorador Luis Fernando Moro. Ella escucha su relato, empatizando con la experiencia de la joven que, por admiración a ella, se embarcó en el modelaje.

-Cuando yo empecé, a los 17 años, no existían las agencias que hay hoy -dice Antonia-. Todo era más familiar. Los encargados de las revistas, los fotógrafos, los maquilladores, los productores, muchos eran conocidos de mis papás. 

El debut y la inexperiencia

La profesionalización del mundo del modelaje en Chile comenzó a mediados de los años 90, con la instalación de agencias internacionales como Elite. Las chilenas comenzaban a abrirse camino en el exterior y Antonia Moro -entonces, estudiante de Arte-, quiso probar suerte en el extranjero.

-Mi primer viaje fueron cuatro meses en Barcelona. Me fui, y ya en el extranjero empieza a haber ciertas circunstancias más incómodas -recuerda Antonia.

A mediados de los 90 se imponía el heroin chic consagrado por Kate Moss en las campañas de Calvin Klein, y poco a poco Antonia -cuenta- que pudo atestiguar que había un estilo de vida detrás del look:

-Era la época de las supermodelos y todo era full fiestas. Impresionaba. Aunque yo tengo una estructura de contención familiar súper amable, igual era impresionante lo que veías en Ibiza, Niza, Nueva York. (...) Alrededor mío, (las modelos) se desvanecían. Nunca quise probar drogas. Yo fui una observadora. Nunca se me confundió la película, menos mal. Lo que sí me afectaba era que al momento de trabajar, de desfilar o de posar frente a la cámara y cambiarse de ropa, empecé a pasar incomodidades. Cada vez más.

Antonia, de un 1.70 de estatura y, entonces, 58 kilos de peso, se sintió cuestionada por su peso:

-Me acuerdo de haber estado ante siete alemanes y una productora haciendo casting para un catálogo y tener que bajarme los pantalones para que ellos vieran si tenía celulitis en el trasero o no. Era fuerte. En esa época no existía el Photoshop.

-A mí me echaban en cara el Photoshop -apunta y recuerda que tras la sesión de fotos para un concurso le comentaron delante de todas sus compañeras algo que la afectó: "Tuvimos que hacerte Photoshop en las piernas, en todas las fotos".

 En ese entonces, Elisa tenía 16 años.

-Desde que me dijeron que volviera al otro año, yo me preocupé de alimentarme bien. Así que no me costó nada bajar. En el concurso éramos 12 o 15, y yo era la más alta; sentía que tenía posibilidades, excepto porque me decían que mis piernas eran muy gruesas. En esa época yo tenía en el colegio gimnasia dos veces a la semana y ejercicios de kinesiología por escoliosis otras tres. Y en verdad soy grande, soy la más alta de las Moro. Y eso que soy, no fue algo fácil de aceptar.

Elisa cuenta que se obsesionó con el peso.

-No podía creer que me hubieran dicho gorda. Yo soy de otra contextura, y eso me costó mucho entenderlo. Me empecé a freakear, a obsesionar. Me desesperaba si no me entraban los pantalones de mi mejor amiga, miraba las piernas de las otras, en los desfiles me daba cuenta de que yo era la que más comía, en el colegio empecé a pedir el hipocalórico, hasta que me dijeron: 'Elisa, para ya. Eres la más delgada de tu generación. Este menú es para gente con problemas alimentarios reales. Tú no tienes problema'. Pero, al final, mi mente fue más fuerte. Por suerte mi cabeza me decía que necesitaba comer.

Demasiado gorda, demasiado vieja

Tiempo después de Barcelona, Antonia viajó a Nueva York a probar suerte sin el amparo de la agencia que la representaba acá. Lo explica Magdalena Jiménez, ex directora de la filial local:

-En esa época Antonia se fue a vivir por su cuenta y lamentablemente la agencia Elite NY no estuvo interesada en representarla -dice Magdalena Jiménez y aclara:

 -Elite Chile es una franquicia. Tú pagas por tener la marca, pero no significa que las agencias elite del mundo tengan la obligación de representar a tus modelos.

-La agencia donde llegué era del terror -recuerda Antonia- Era la agencia del chino Ming (Ming Management) era un departamento en el Soho, que a la vez era el dormitorio del chino y un dormitorio lleno de camarotes donde había miles de modelos rusas, brasileñas, y de pronto vi ahí a la Bianca Hassler, que te juro que fue como encontrarse una amiga en el infierno. Mi primer desfile fue en ropa interior en una discotheque donde había una fiesta medio sado, y nosotras desfilando en medio de eso. Del terror.

En ese mundo Antonia también pudo atestiguar la alta competitividad entre las modelos.

-Alcancé a estar un mes y medio ahí. Nada era sobre compartir. Las leches en el refrigerador se guardaban corcheteadas, los huevos tenían nombre. Y hasta plata me robaron las comadres. Al final me pude ir a vivir a un departamento con mi pololo, que había llegado a vivir ahí, y empecé a buscar otra agencia para trabajar.

Antonia, hija de una ciudadana norteamericana, se valió de su inglés para incorporarse al circuito de casting que las grandes agencias de modelaje abrían semanalmente.

-Empecé a postular a Ford, a Elite, a New Models, a ID. Era competir en cada casting con 80 mujeres, hacer entrevistas o entregar tu book. Una vez entregué mi book y me lo devolvieron con un post-it amarillo que decía: "Thank you, but too chubby" (demasiado regordeta). Otra vez me dijeron en la cara: "Thank you, but too old". O sea, demasiado vieja. Yo tenía 22.

-¿Cómo te sentiste?

-En shock, fue heavy, pero yo me repongo rápido, soy bien resiliente. Entonces dije no importa, seguiré no más. Y de pronto me di cuenta de que en la agencia Ford, donde me habían dicho vieja, el error había sido mío, porque fui a una audición de niñas de entre 14 y 19 años. Después fui a la que me correspondía por edad, y quedé. Ahí fui feliz, porque ellos me cuidaron mucho, me hicieron un book precioso y me mandaron a castings excelentes. Estuve un año con ellos, feliz.

Antonia comenta que ese proceso fue una lección de madurez:

-Esto se lo cuento a mis niños como ejemplo, para que no se rindan, para que entiendan que ante las cosas que uno quiere conseguir hay que ser resiliente.

Mensaje de autoaceptación

Elisa quiso vivir también la experiencia internacional de su hermana.

-A los 18 dije 'quiero vivir afuera, aperrar sola, aprender inglés'. Fui a la agencia a pedir ayuda, pero me encontré con el muro de mi cuerpo otra vez. Me dijeron: "Elisa, para Europa estás gorda, para Nueva York, también. China podría ser". Lo entendí, y me tincó; me gustó la idea de partir a Hong Kong.

María de los Ángeles Paul, directora de Elite Model Management Chile, explica sobre la rigidez de los estándares internacionales:

-Algunos son más rígidos. Por ejemplo, si quieres trabajar en las grandes ciudades de la moda como París, Nueva York o Milán se te exigen ciertas medidas, pero no así Alemania ni España ni Chile. En Chile no nos interesa tener modelos muy flacas, queremos tener modelos que se vean sanas y que si son muy flacas es solo porque lo heredaron

Para preparar el viaje de Elisa, le dijeron que tenía que volver a bajar de peso. Esta vez le pedían disminuir su contorno de cadera de 94 centímetros a 90.

-Me puse las pilas full. Usé todos mis ahorros para ir al gimnasio, para hacerme masajes reductivos, para tomar clases de inglés. Me la pasé todo el verano de 2014 sin veranear, sin poder tomar sol. Estaba metidísima en un ritmo que era loco, pero no tan rico la verdad.

Horas antes del viaje, con su maleta ya comprada, Elisa llegó a la agencia a terminar del trámite de su visa, y le dijeron: "Vamos a medirte". Yo partí con 94 y tenía que llegar a los 90, y estaba en 91.5.

María de los Ángeles Paul, recuerda ese momento:

-La Elisa siempre ha tenido una excelente disposición y personalidad y en un momento tuvo la inquietud de viajar y conocer otro mercado pero lamentablemente no resultó su ida a China porque, para viajar a algunos mercados exigen ciertas medidas, y en ese momento la Elisa no estaba lista.

-Fue atroz -recuerda Antonia, una de las primeras personas a las que Elisa llamó tras la decepción-. Le empecé a decir que estaba espléndida, que yo la acompañaba una semana a Nueva York a hacer exactamente lo que hice yo, y estaba segura de que iba a quedar.

Pero Elisa tomó otra decisión.

-Yo no quise saber más. Estuve con psicólogo, con psiquiatra, mal, muy mal. Yo no soy una persona depresiva, pero entonces me vine abajo. Estaba muy triste, muy angustiada. Hasta que al final me repuse, me ordené. Dije: "A ver, cuáles son mis prioridades: ¿Qué quiero? Quiero salir de mi casa un rato para ganar madurez, quiero aprender inglés, quiero vivir sola... ¿Quiero modelar? No, no estoy ni ahí con modelar.

Elisa viajó a Washington, donde se quedó en la casa de la mamá de Antonia durante 6 meses y aprendió inglés en un instituto.

-Me acuerdo de haber estado hablando por Skype con mi papá mientras cocinaba arroz con salchichas, tomando una copa de vino, y sintiéndome feliz, feliz como no me sentía hacía años. Pienso que en China no habría tenido nada de eso. 

Antonia, quien hoy está dedicada a la decoración y a la producción de eventos, concluye:

-En realidad, el modelaje es una experiencia que te da oportunidades, que te permite viajar, conocer gente interesante y ganar tus lucas a temprana edad, pero para hacerlo tienes que sentirte bien con quien eres tú.

Elisa ha compartido, en las últimas semanas, con estudiantes de enseñanza media su experiencia en la industria de la moda. En un ciclo de charlas organizado por revista Ya, dentro de la Campaña por la Imagen Saludable de la Mujer, la ahora estudiante de Producción de Eventos quiere llegar hasta las jóvenes con su mensaje de autoaceptación.

Elisa dice que su sueño de ser modelo internacional quedó atrás. Hoy sigue integrando el catálogo de Elite Chile, donde le reconocen su disposición y trabajo en pasarela como grandes fortalezas. Cuenta que afuera ni siquiera quiso aventurarse en el rubro de las modelos Plus Size, que promueven una mayor diversidad.

-Miro ese mundo, y lo encuentro medio falso, igual. Creo que lo hacen a propósito para decir que son más inclusivos, pero la verdad es que habrá, con suerte, una modelo plus por agencia y otras 40 ultradelgadas, y a todas las persiguen por el peso igual. Eso yo ya no lo quiero más. *

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