Volver a la capital del vino francés
domingo, 04 de diciembre de 2016
Por Eduardo Moraga.
50 Destinos
El Mercurio
Mostos de excepción, un paisaje ideal y amigable hasta para ir con niños. Las razones para regresar a este valle son abundantes.
Burdeos -la ciudad- tiene el tamaño justo. Sus habitantes son poco más de 200 mil. Es lo suficientemente grande como para tener una notable cantidad de buenos restaurantes. Los bordeleses están empeñados en sacarle lustre a su urbe. Hace seis meses inauguraron La Cité du Vin, un megamuseo de siete pisos dedicado al vino, para honrar a su producto estrella y consolidar la recuperación de su área portuaria (LaCiteDuVin.com). Sin embargo, la ciudad es lo suficientemente acotada como para que el transporte por excelencia sea la bicicleta: hay 200 kilómetros de ciclovías. También es amigable con los niños, con una notable dotación de plazas y eventos culturales especialmente pensados para ellos. Burdeos -la región- tiene el paisaje ideal. Viñedos tras viñedos, salpicados por châteaux y pueblos de piedra y callejuelas, como en Saint-Émilion (Saint-Emilion-Tourisme.com). Si uno recorriera los alrededores, digamos en un radio de una hora en automóvil desde la ciudad, vería que hay más parras aquí que en todo Chile. Es la patria del cabernet sauvignon, del merlot y del cabernet franc. De sus viñedos salen botellas ilustres como Petrus, Lafite o Château Margaux. Hace cinco años que no voy a Burdeos. Pero también podría decirse de otra forma: llevo cinco años añorando volver a Burdeos. (El autor es periodista especializado en vinos).
