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Avances y desafíos:

La importancia de la creatividad en la educación superior chilena

miércoles, 23 de noviembre de 2016


Ediciones Especiales
El Mercurio

Las sociedades actuales están conscientes de que tienen múltiples problemas y desafíos que abordar en temas, como la salud, el medio ambiente, la economía, el transporte y la educación, entre muchos otros, y que los actuales métodos de trabajo, conocimiento y enseñanza no son suficientes, por lo que se requieren nuevos enfoques. Ahí entra con fuerza la creatividad.



La creatividad se puede entender como una capacidad que permite resolver problemas con recursos limitados.

Todas las dificultades y necesidades que enfrenta el ser humano, desde las más elementales, como comer, relacionarse o movilizarse, suponen un desafío que puede ser abordado por medio de esta, ya sea con elementos construidos (productos o herramientas) o mediante metodologías o procedimientos (servicios).

Muchas veces se piensa que la creatividad es privativa de algunas personas, pero eso es un error, ya que se trata de una capacidad transversal y universal que, además, se puede entrenar y fortalecer.

Mario Salinas, profesor del Departamento de Diseño y Manufactura de la Sede Viña del Mar de la Universidad Técnica Federico Santa María, asegura que un buen desarrollo y fortalecimiento de esta habilidad permite obtener una serie de beneficios, puesto que el proceso creativo implica mejorar un estado o resolver problemas, desde los más básicos hasta los más complejos de la sociedad.

"Las personas y sociedades con más capacidades creativas tienen la ventaja de detectar problemas más sofisticados e incluso anticiparse a estos. Así surgen los desarrollos tecnológicos actuales, que, si bien muchas veces no atacan problemas de primera necesidad, proponen respuestas a necesidades más complejas, como es el caso de los smarphones, que responden a necesidades de comunicación y relación social muy distintas a las naturalmente humanas, pero que se incorporan en un estándar para una nueva forma de interacción y son, a su vez, un punto de partida para los desafíos de futuros desarrollos tecnológicos. Estos nuevos desarrollos tecnológicos también han cimentado las bases de las sociedades desarrolladas de nuestro planeta y hacen una gran diferencia de aquellos que no están presentes en esta disciplina y que, de no revertir su situación, están confinadas al subdesarrollo. De ahí la importancia de la creatividad como una habilidad primordial en nuestros tiempos", destaca el experto.

Poca valoración

A juicio del profesor Reinaldo Espinoza, fundador del Centro para la Creatividad e Innovación de la Universidad Técnica Federico Santa María, en nuestro país los sistemas educativos son muy retrógrados y afirma que ni la innovación ni la creatividad han sido aplicadas en las aulas, lo que ha trascendido al mundo laboral.

"Estamos en un gran déficit en esta materia y lo que es peor se valora poco", enfatiza.

Otro error -indica- es que las instituciones de educación superior solo han creado organismos a cargo de la innovación y emprendimiento, asignaturas, concursos de ideas, financiamiento de ellas y charlas motivacionales, pero en la mayoría de los casos siguen usando formatos tradicionales para dar respuesta a cosas que requieren de nuevas miradas.

"No es posible producir un cambio social y cultural de la envergadura requerida: pasar de ser una sociedad seguidora-consumidora a un país creador-productor de tecnologías sin un cambio disruptivo que involucre a nuestras instituciones de educación superior, que promueva y permita realmente a los estudiantes desarrollar sus ideas, abriendo espacios para la creatividad en los laboratorios, disminuyendo los cargados currículos y dejando espacio para los sueños", añade.

Abordaje macro

Mario Letelier, director del Centro de Investigación en Creatividad y Educación Superior de la Universidad de Santiago de Chile, señala que numerosos esfuerzos pasados, como el programa Cultura de la Innovación, impulsado y financiado por el Ministerio de Economía, a través de Fondef a inicios de los 90, han dado resultados muy básicos y opina que si no se aplican las políticas pertinentes la actual cultura universitaria no cambiará.

"En principio, habría que considerar dos áreas de ajuste.La primera es la coordinación entre las políticas nacionales para incentivar más a los profesores hacia la creatividad e innovación y la segunda, establecer formas de gobierno y gestión universitaria capaces de generar los liderazgos que se requieren para abrir el actual statu-quo a las necesidades urgentes del país. Los académicos, con excepciones, están más preocupados de hacer investigación que tenga visibilidad internacional, que de relacionar esa investigación en forma efectiva a los problemas nacionales", manifiesta.

De acuerdo a la experiencia de este especialista, el problema requiere se abordado de manera macro, a nivel de políticas y estrategias. Asegura que la tradicional política de laissez-faire o de dar incentivos para que los actores libremente elijan lo que les parezca oportuno hacer parece haber llegado a su límite.

"Es necesario que alguien piense en forma más sistémica lo que el país necesita en ciencia, tecnología, investigación, creatividad e innovación y esto implica generar capacidades nacionales aptas para alinear las necesidades y los recursos del país", concluye.

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