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Elías Ricardo Figueroa repasa su bitácora con "El Mercurio", al cumplir 70 años:

"Si el Balón de Oro hubiese existido antes, también lo habría ganado"

miércoles, 26 de octubre de 2016

Claudio Herrera
Deportes
El Mercurio

El mejor futbolista en el historial del fútbol chileno advierte que su legado -"tres veces el mejor de América y dos veces el mejor del mundo en mi puesto", repite- está para ser superado. "No soy un divo", se sincera. Y recuerda el cheque en blanco para jugar por Brasil, la negativa al Real Madrid, el salto imposible ante Montero Castillo y la necesidad que existe a veces de pegar sin contemplación.



Revisa con agrado tres postales de su carrera. Elías Figueroa celebra 70 años y contempla la imagen del día que se despidió de Wanderers para ir a Peñarol. "Siempre me he preguntado quién será el chico que sale al lado", dice, aunque luego revela la fotografía que más le conmueve. "Es una salto con (Julio) Montero Castillo (padre del charrúa Paolo). Él era alto, pero salgo suspendido arriba y mis pies están a la altura de sus hombros, es increíble", revela.

Dice que lo llamaron de todo el mundo por su nuevo cumpleaños, pero lo acongoja la partida del brasileño Carlos Alberto. "Estaba lleno de vida, es un golpe duro, y que se vaya, a uno lo hace pensar", asegura en su refugio de Concón.

-¿Es difícil, socialmente, ser Elías Figueroa?

"Me encanta, porque nunca me he creído un divo o la gran figura, y eso va en la educación que me dieron mis padres. Los pies en la tierra, me repetía mi viejo. Prefiero ser ejemplo como persona que como jugador".

-¿Cómo convive con el elogio permanente y cómo maneja su ego?

"Tengo la suerte de que me reconozcan en todos lados. Voy afuera y todos quieren sentarse al lado mío, me premian en el Principado de Mónaco (...) No olvido mi pasado, vengo de una familia de clase media, mi padre era trabajador ferroviario. No me puedo creer el cuento, tuve la suerte y la perseverancia para triunfar. Fui un niño enfermo de poliomielitis, pasé un año en cama, a los 12 años tuve que aprender a caminar de nuevo, no me olvido de los sacrificios de mi mamá. No me creo superior a nadie, pero nadie me regaló nada".

-¿Se equivocó alguna vez?

"Muchas veces. Lamento no haber estado en el nacimiento de mi hijo, estaba en el Mundial del 66, no existían los celulares, me enteré días después y lo conocí al mes. Son cosas que ahora me cuestiono".

-¿Le inquieta que se superen sus logros individuales?

"No, el legado está y ojalá vengan los nuevos y nos superen a todos los de antes. Hoy existe una generación muy buena, (Arturo) Vidal es elogiado y tiene todas las condiciones, depende de él. (Alexis) Sánchez también. (Gary) Medel me encanta y su entrega es total. No me gusta repetir esto, mi hijo siempre me lo reprocha, pero fui elegido el Mejor de América tres veces y dos veces el Mejor del Mundo en mi puesto, y si hubiese existido el Balón de Oro, también lo habría ganado. Mi hijo encuentra que es como una prepotencia mía decirlo, pero es verdad. Los muchachos dirán: '¿Este qué se cree?', pero no lo digo con vanidad. Dejo los hechos en la mesa, y que el resto opine".

-¿Es verdad que la selección brasileña le puso un cheque en blanco para nacionalizarlo, o es un mito?

"Es cierto, debe haber sido en 1972: me pusieron el cheque y me decían 'agrega los ceros que tú quieras', me daban unas ganas, pero no podía dejar a Chile. Me hicieron una fotos con la camiseta de Brasil y pusieron 'El sueño de Zagallo'. También me vino a buscar el Real Madrid cuando estaba en Uruguay, pero preferí irme a Brasil, ahí estaban los grandes, los tricampeones del mundo: Pelé, Rivelino, Jairzinho (...)".

-¿Cae en la tentación de mirar sus partidos?

"No, mi hijo me muestra cosas, me dice '¿Te acuerdas de esta?', algunas del Mundial de Alemania. Pero hay una en un clásico Peñarol-Nacional, dos rivales me apretaron cerca del banderín del córner, y como nunca me gustó reventarla, giré con la pelota entre las piernas y me di una 'vuelta de carnero' y salí jugando, me querían matar".

-¡Juegue Figueroa, que el resto tiene los pies redondos!

"Je, eso me lo decía el 'Tano' Biondi cuando empecé en Wanderers. La otra inolvidable fue por O Globo, mirando a la cámara: 'El área es mi casa y ahí mando yo', dije, y quedó marcado. Mi señora, con quien llevo 53 años, dice que eso era en la cancha, porque en la casa no mando. Sabe, siento que al cumplir 70 años soy feliz, muy feliz, y eso se lo debo a mi familia".

"Creo que la selección va a clasificar a Rusia, son capaces, pero no deben creerse lo máximo. Pizzi le hizo bien al equipo, pero todavía le falta un poco y puede dar más todavía".

''Yo pegaba dentro de lo que permite el reglamento. Con los delanteros que se las daban de guapos y me amenazaban, no tenía contemplación. Pero si tenía que pegar, lo hacía lejos del área".

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