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Estudiantes de 3° y 4° medio de escuelas con alta vulnerabilidad:

Cambios en programa de acceso a la universidad inquietan a alumnos destacados

domingo, 23 de octubre de 2016

M. Cordano
Educación
El Mercurio

Molestos, pero ante todo frustrados. Esa es la sensación de muchos jóvenes a quienes a mitad de año el Ministerio de Educación les informó que asistir todos los sábados a los talleres de preparación, que imparten las universidades por el programa PACE, ya no sería requisito para postular por un cupo especial a la educación superior. No se reconoce su esfuerzo y compromiso, dicen.



Para la investigación que debió desarrollar en su clase de Lenguaje, Matías Varas (18) se paseó por Santiago buscando personas con las que conversar. A las 50 que consiguió les preguntó lo mismo: qué alimento no podía faltar en sus casas. "Quería averiguar sobre la alimentación según nivel socioeconómico. Y para asegurar una nota buena, pensé que era importante dar vueltas en más de un lugar. Partí preguntando en la población La Legua y terminé en Vitacura y Las Condes", cuenta sobre el proyecto, en el que concluyó que la fruta es más común en los hogares con recursos. En los con menos triunfó el pan.

A pesar de que su meta fue obtener una buena evaluación, los traslados en micro y los fines de semana que Matías invirtió en su trabajo no fueron para el colegio. Desde hace más de un año, el estudiante de 4° medio del Liceo Gabriel González Videla (Santiago) participa en el Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo -PACE- que promociona el Ministerio de Educación. Para ello, todos los sábados se traslada hasta el Campus San Joaquín de la Universidad Católica, donde está desde las 9:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde.

Igual que los proyectos del colegio, las tareas del programa Matías se las toma muy en serio.

Programa de acompañamiento

El PACE es la tercera medida comprometida para los primeros 100 días de gobierno; se lanzó oficialmente en mayo de 2014.

Su objetivo es identificar y acompañar a estudiantes con talento que provienen de sectores vulnerables. Para ello, alumnos de 3° y 4° medio tienen actividades de preparación académica (en matemática, lectoescritura y otros), además de clases para prepararlos para la educación superior (orientación y manejo de habilidades socioemocionales) en distintas universidades del país.

Junto con esto, cada universidad en convenio entrega un número de cupos para que los alumnos PACE entren más tarde a su establecimiento, sin importar su puntaje PSU. En la UC (que se incorporó en 2015) actualmente se ofrecen 120 cupos distribuidos en todas sus carreras.

A la fecha, 456 establecimientos educacionales con altos índices de vulnerabilidad, en 304 comunas de las 15 regiones, son parte del programa PACE. Los acompañan 27 universidades, un centro de formación técnica y un instituto profesional.

Entre los requisitos para el ingreso a la universidad de los alumnos PACE se encuentra egresar de 4° medio en el 15% superior de puntaje ranking de cada colegio, equivalente a 705 puntos ranking a nivel nacional. Además, se pide rendir la PSU de Matemática, Lenguaje y otra optativa, aunque el puntaje no se considera para la selección final.

Incertidumbre

Existe, además, un tercer requisito, expuesto a través de una carta al director de "El Mercurio" por el vicerrector académico de la UC, Juan Larraín. En el texto, el académico explica que el Mineduc decidió modificar la exigencia a los alumnos de aprobar la etapa preparatoria del PACE (en su caso, pasar los talleres de fin de semana supone asistencia y rendimiento mínimo) y dejar solo el requisito de estar inscrito en ella.

"En reuniones sostenidas durante julio y agosto nos hemos enterado de cambios unilaterales en las reglas del juego. Estos consisten en la eliminación de considerar la asistencia a los talleres como elemento para la selección de ingreso a la universidad, medida que ha generado incertidumbre en los jóvenes", escribió.

"Desde nuestra perspectiva, los cambios apuntan a eliminar aquello que reconoce esfuerzo, persistencia, compromiso y logros, elementos que creemos hacen más equitativo el proceso y, junto con ello, favorecen la permanencia en la educación superior", explica a días de la publicación, que todavía no recibe respuesta oficial del ministerio (ver recuadro a la izquierda).

"Todo partió como un rumor. Nadie manejaba información, pero hace tres semanas se oficializó esta pésima noticia", dice Fernanda Cabrera (18). La estudiante del Liceo Técnico San Miguel lleva un año y tres meses yendo todos los sábados al Campus San Joaquín, trayecto que le toma una hora desde su casa, en la población La Bandera, de San Ramón. Lo hace inspirada en su prima, graduada de Enfermería y la primera profesional de su familia.

"El sentimiento de frustración, desilusión y molestia nos invadió. Todo el esfuerzo que semana a semana colocamos... el dejar muchas veces cosas de lado por priorizar el programa", comenta acerca de que su chance sea igual a la de otros que quizás no privilegian las clases y actividades como ella.

Tras el cambio, el número de alumnos que llegan los sábados a la UC se redujo a la mitad: de más de 300 jóvenes pasó a cerca de 150.

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