La nueva vida de Manuel Pellegrini donde muere la Gran Muralla
domingo, 23 de octubre de 2016
Javier Ramírez-Musella y Claudio Herrera
Deportes
El Mercurio
Instalado en un exclusivo hotel cinco estrellas en Qinhuangdao junto a su escudero Rubén Cousillas, el ex técnico del Manchester City cuenta con dos traductores a disposición para serpentear la barrera idiomática. Un auto con chofer lo traslada a diario, y personal para acompañarlo dondequiera que vaya. Allá trabaja sin pausas para intentar inocular su metodología en el millonario club chino.
La vida de Manuel Pellegrini transcurre sin sobresaltos en China. Al igual que a su cuerpo técnico, el jet-lag le pasó factura al ingeniero. Once días pasaron para poder normalizar el sueño al otro lado del mundo. Y el trabajo apremiaba, así que tuvieron que ponerse manos a la obra con el resto de sus colaboradores. Una de las cosas en las que más énfasis ha hecho el entrenador chileno, además de empaparse del fútbol chino, es en que los jugadores se adapten a su estilo de trabajo. Allí juegan un rol fundamental los miembros del plantel del Hebei Fortune que son occidentales: el marfileño Gervinho, el camerunés Stephane Mbia, el brasileño Aloisio y, ahora, el argentino Ezequiel Lavezzi, quien regresó ayer a China y vio desde las tribunas el primer triunfo del ingeniero en Tianjin (5-0). El tema del idioma ha sido un problema. Pellegrini, su ayudante Rubén Cousillas y el resto de colaboradores tienen a disposición dos traductores durante todo el día. Uno traslada al español y la otra, Jin Hong, les descifra al inglés. Todo lo demás queda en manos de la tecnología, o del fútbol mismo. Hasta ahora, todos están alojados en un lujoso hotel cinco estrellas en uno de los distritos más exclusivos de Qinhuangdao, ciudad creciente no muy lejos de Beijing. "Uno tiene todas las comodidades, se vive en hoteles de lujo, un auto te pasa a buscar y te lleva a todos lodos", dice el uruguayo Nelson Agresta, ex técnico del Hebei. Salvo por un breve lapso que le quedó para conocer el Templo del Cielo al sur de Beijing junto con su hijo Juan Ignacio -con quien elabora el proyecto Engineering Football-, Pellegrini no ha salido mucho más que a trabajar y a comer en algunos sitios cercanos. También tiene personal destinado para los traslados. "El idioma es tema, porque tampoco se habla inglés. Hasta las cartas para comer se dificultan, pero ellos sabían a lo que iban", revela Agustín Cousillas, actual arquero de La Calera e hijo de Rubén, el ayudante técnico del ingeniero en China. El trabajo en la cancha es intenso y acapara los días asiáticos del ex zaguero. Ni siquiera ha podido aceptar una invitación del consulado chileno en Beijing, que quiere rendirle un homenaje. La agenda no calzó. "Lo hemos tratado de contactar, pero desde el club nos dicen que por ahora está enfocado en el equipo", dijo Edmundo Bustos, encargado de las comunicaciones de la embajada chilena en China. La exótica aventura de Pellegrini dejó a muchos perplejos. "Nunca le contó a nadie, nos sorprendió a todos", admite Héctor Pinto, estrecho amigo del ingeniero. "Pensé que después del City podían ir a otro lado. Fue una decisión de Manuel, y mi papá obviamente lo respeta y lo sigue donde vaya. El grupo familiar de WhatsApp estaba acostumbrado a seguir los partidos del Villarreal, Real Madrid, el City, pero ahora por la diferencia de horario con China es más difícil", revela Cousillas hijo. En la urbe donde muere -o nace- la Gran Muralla, quizás la mayor obra de ingeniería del planeta, Pellegrini acomoda las bases de un plan que busca la hegemonía continental del Hebei Fortune dentro de tres años. "Se jugó bien (ayer), de acuerdo al estilo que buscamos. Es emocionante lograr la primera victoria. Vamos en la dirección correcta".
MANUEL PELLEGRINI, AYER,
tras el 5-0 sobre Tianjin Teda.
"Lo hemos tratado de contactar, pero desde el club nos dicen que por ahora está enfocado en el equipo".
EDMUNDO BUSTOS,
encargado de las comunicaciones de la embajada chilena en China.
