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480 RETRATOS Inmigración reciente en Chile:

Jorge Brantmayer revela su monumental "Geografía de la piel"

domingo, 23 de octubre de 2016

CECILIA VALDÉS URRUTIA
Artes y Letras
El Mercurio

Una impecable muestra interna en un tema sensible en nuestro país: la inmigración reciente de raíz afroamericana. Brantmayer los retrata en su hábitat, trabajos, ritos y fiestas. La exposición con 480 imágenes -inaugurada en CorpArtes- transita por emociones y formas de vida, confirmando el lugar protagónico que el autor ocupa en la fotografía nacional.



Su exposición "Cautivas" caló profundo en el Museo Nacional de Bellas Artes, hace unos años. El fotógrafo Jorge Brantmayer se internó allí en el mundo de las mujeres reas, en sus sentimientos, miedos y anhelos. Para el crítico Waldemar Sommer es tal vez lo mejor que se ha hecho en fotografía nacional. En tanto, la serie "Muchedumbre", del mismo autor, viaja por el mundo: acaba de exhibirse en Nueva York y Washington, y el 2 de noviembre llega a la Casa de las Américas de la Habana, en Cuba. Eso solo sobre dos grandes series del reconocido fotógrafo chileno.

Pero lo que Brantmayer acaba de inaugurar en CorpArtes -su proyecto "Geografía de la piel- es tanto o más sorprendente. "Siento que ahora contaba con toda la expertise para este tipo de trabajo, y pude hacer una propuesta más sólida y compacta". Se interna con estética y maestría (esas que domina y enseña), y una profunda sensibilidad en una delicada realidad: la inmigración actual en Chile. "El tema surgió en medio de mis andanzas para "Muchedumbre", cuando repentinamente el paisaje humano empezó a cambiar. Comenzaron a aparecer nuevos rostros, distintos. Partí acercándome a ellos con mi cámara, especialmente a los haitianos. Pero lo hice con timidez y algo de vergüenza y miedo, porque la máquina me permitía entrar en sus vidas. Les pedí permiso con respeto y humildad".

Esta nueva exposición en CorpArtes no deja indiferente. Está integrada por 480 rostros, 100 de ellos llevados a papel de algodón sobre aluminio, que cuelgan impecables en las paredes, y el resto se van exhibiendo en forma continua por proyectores de alta calidad, ubicados a la entrada de la muestra. El artista captura la elegancia, ritos, encantos y desencantos, anhelos y miedos de sus retratados. El título, "Geografía de la piel", alude a un paisaje humano de toda Latinoamérica, donde la piel es más protagonista: más ruda, con más texturas, surcos, accidentes, posee un carácter mucho más fuerte, afirma el reconocido fotógrafo chileno de 62 años.

Los retratos -todos en gran formato- fueron cuidadosamente montados a modo de instalación por el mismo Brantmayer. "Los articulé por similitudes o tensiones formales entre los retratados". Hay series sobre niños, de adultos jóvenes elegantes saliendo de iglesias, mujeres con distintos peinados y hasta de hombres tribales, como les llama a algunos procedentes de Ghana. Al final de la enorme sala, una pareja, en formato monumental, detiene al observador. "Los amplié a más de tres metros por sus formas de cabezas tan particulares", nos acota durante el recorrido.

"La elegancia de los haitianos para conducir sus vidas"

-¿Cómo partió este nuevo proyecto?

"Primero tuve que hacer algunas gestiones. Fui a Quilicura donde hay una organización de inmigrantes para que me dieran las coordenadas, los lugares donde los haitianos van a aprender español, por ejemplo. En la Universidad Alberto Hurtado me ayudaron para dar con una comunidad en Estación Central. Y una vez en los distintos lugares -donde fui con un par de ayudantes, entre ellos mi hijo que habla francés-, comencé a acercarme a ellos y los invité a participar, con la condición de que les iba a devolver las fotos en papel o digital. Lo difícil es generar confianza, sobre todo con los haitianos (pues hay de otras nacionalidades retratados), que están en una situación de desconfianza. Pero cuando hay franqueza y una actitud profesional se bajan las barreras. Y te abren sus casas, te invitan a sus fiestas, te sirven comidas...".

-¿Qué le ha impacto más durante toda esta investigación?

"La elegancia que tienen los haitianos para vestirse y conducirse en la vida. Usan ternos blancos de lino, zapatos de charol, y se ponen esmoquin. ¡Y todo para una misa de un día domingo! Si uno se detiene un poco a observar, todo en ellos es elegante, a pesar de la pobreza en que viven, no hay ningún indigente ni pordiosero. Hay allí mucho que aprender. Son comunidades que se cuidan. Estuve en Lo Valledor y uno los ve ahora en las fotos, y nadie podría imaginar que una mujer que es muy bonita y parece bien arreglada estaba en ese momento esperando acarrear un saco de papas. Porque aquí nadie se ha arreglado para las fotografías. Todas fueron realizadas en el momento".

-¿Usted fue escogiendo a todos los retratados o se dio una preselección?

"Fotografío a todo el que quiera. Y la proyección de imágenes a la entrada de la muestra contiene la suma total de lo que he retratado. Mi compromiso es que todos los que fotografié aparezcan en la exposición. Porque los que llevé al papel -más de 100- son aquellos con los que logré armar series más contundentes, desde el punto de vista emotivo. Los que se acercan con sentimientos más definidos".

-¿Qué busca transmitir?

"Hay un acercamiento hacia las personas que me interesa mucho. Aprendí de "Las cautivas", una lección respecto a los prejuicios, en el sentido de que detrás de actos que pueden ser violentos hay muchas veces justificaciones superiores. Al leer diariamente sobre el abuso de mujeres y niños se entienden mejor reacciones desmedidas. Ahora, al acercarme a estos inmigrantes, fui descubriendo facetas de ellos a través de unos ojos, de una boca. El amor que ellos tienen, sus esperanzas, cómo se protegen, lo que esperan de este país".

-¿Dónde centra su enfoque fotográfico?

"Mi intención está siempre en los ojos. Pero yo voy conduciendo al retratado hacia donde quiero. Los obligo a la mirada porque en los ojos centro los sentimientos: se ve ahí la tristeza, la alegría, el entusiasmo. Y tengo mis técnicas para capturar los ojos: lo primero es diciéndoles y mirando fijamente -nos mira con sus grandes ojos verdes- para llevarlos a una mirada. Y por último los acomodo directamente. Pero siempre antes, les pido permiso a todos con mucha humildad y respeto".

-En la exposición los agrupa también por formas, como por ropajes o por los peinados...

"Eso es muy interesante: reflejan sus personalidades. Y ellos (haitianos principalmente, también cubanos, algunos peruanos, dominicanos) acostumbran a tener peinados como sus formas de piel, muy distintas a nosotros, sobre todo los niños".

-Una de su series más singulares es la de niños.

"Son 18 fotos de 1 metro por 70 cm cada retrato. Los niños fueron muy entusiastas y sus padres no manifestaron problemas. Y con ellos tuve la misma actitud que con los adultos, les dije: voy a fotografiarlos como si fueran grandes, así que me miran fijamente a la cámara. Algunos como no tienen recursos para el traje del hombre araña, se lo habían pintado en el rostro. La alegría de ellos, el ingenio y la ingenuidad, sus sentimientos, se reflejan en la estructura misma de sus rostros".

-La carga psicológica, para usted, es esencial.

"Es lo que más me importa. Cuando llego al taller me impresiona, porque los rostros tienen una carga psicológica enorme. Por eso los retrato en blanco y negro, porque el accidente del color perturbaría lo que quiero transmitir: los sentimientos, anhelos, lo psicológico".

-¿Comparte la opinión de críticos y aficionados de que la mejor fotografía sigue siendo en blanco y negro?

"En el género retrato pienso que sí. Pero para el paisaje, para las fiestas populares, afloran otras características donde es bueno el color".

-Pero el blanco y negro permite jugar con gamas de grises, con negros intensos, con el claroscuro, que se observan en sus obras.

"Lo cierto es que los negros son aquí profundos, las luces son altas por la calidad fotográfica. Hay una riqueza de los valores de grises y negros, lo que permite dar vida a las pieles. No hay que olvidar que estudié pintura. Y ella marca este trabajo donde hay en el fondo, la contraforma, los pasos y pantallas características del claroscuro. Siempre me ha interesado el cruce de la pintura y la fotografía. El retrato es el género más importante de la pintura. Las Meninas, de Velázquez, es también un retrato.

-¿Qué autor lo marca más a usted?

"Recuerdo haber visto una fotografía de un negro, de Richard Avedon, titulada "Nacido de esclavo". Uno ve eso y está toda la historia. Avedon fotografiaba a la gente en época de crisis, a los cesantes, a los mineros, con mucha intensidad psicológica. Me perturban enormemente. ¡Y eso es lo que me interesa!, porque mi trabajo es con gente real. No estoy en la línea de la especulación sobre arte, sino que en algo testimonial de un momento de la historia. Este trabajo es de este año. Hay aquí una historia de cómo los haitianos, por ejemplo, han tenido que recorrer y llegar a un país donde no hay gente afroamericana".

-Su trabajo busca, ha dicho, rescatar y transmitir valores.

"Me interesa que el arte tenga humanidad, a diferencia de los proyectos de arte que se cuestionan a sí mismos y trabajan las citas de otros artistas. Yo trabajo una realidad tan potente como la que estamos viviendo en la calle. Se aprende a mirarlos con respeto, a fascinarse con sus vestimentas, con su lengua, con su fineza. Y vamos a tener que acostumbrarnos a esta realidad. Habrá nuevos chilenos, que serán mulatos".

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