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Cierre de la temporada lírica Ópera francesa:

"La condenación de Fausto" o la ausencia de Dios

domingo, 23 de octubre de 2016

Maureen Lennon Zaninovic
Música
El Mercurio

Después de más de 100 años, desde el 2 de noviembre regresará esta creación del compositor Hector Berlioz al Municipal de Santiago. El director, Maximiano Valdés, y el director de escena, Ramón López, se refieren a este título inspirado en el clásico de Goethe.



Una larga lista de compositores han caído bajo la tentación del Doctor Fausto. En la literatura, Goethe inmortalizó el personaje en su novela homónima y luego -con el correr de los años- la idea del "demonio que todos llevamos dentro" sigue cautivando a públicos y artistas de todas las latitudes.

"En ópera, por citar algunos títulos, están el 'Fausto' de Gounod y 'Mefistófeles' de Boito. Y en materia de música sinfónica sobresalen 'Escenas del Fausto de Goethe', de Schumann, y 'Sinfonía Fausto', de Liszt. Estamos ante una historia sumamente atractiva y que ha despertado la imaginación de creadores muy diversos", comenta Maximiano Valdés, el respetado director chileno que -a partir del miércoles 2 de noviembre- cerrará la temporada lírica 2016 del Municipal de Santiago con "La condenación de Fausto", del compositor Hector Berlioz (este título no se daba en este escenario capitalino, desde 1905).

No es la primera vez que Valdés conduce en el coliseo de Agustinas una obra inspirada en esta inmortal obra literaria: en 2004 lideró a la Orquesta Filarmónica de Santiago en las presentaciones de "Fausto" de Charles Gounod. El repertorio francés también ha tenido un preponderancia especial en su carrera. "Me atrae la clarividencia y la lógica de la música francesa, lo bien escrita que está. También valoro el sentido de economía que tiene su escritura. ¡No hay una nota de más! Me he encontrado cómodo con ese repertorio y creo que, en general, tiene un gusto refinado y, por consiguiente, su música es muy hermosa", dice el director a "Artes y Letras".

"La condenación de Fausto" fue compuesta por Hector Berlioz y estrenada en París en diciembre de 1846. Es una obra que se suele presentar en versión de concierto, aunque, años después de la muerte del compositor, se ha optado por diversas versiones escénicas, que además de la escenografía, iluminación y vestuarios, suman ballet. Es, por lo tanto, una obra situada entre la ópera y la sinfonía coral. Berlioz la había subtitulado como Légende dramatique en quatre parties ("Leyenda dramática en cuatro partes"). "Para muchos, esta no es una ópera propiamente tal", advierte Maximiano Valdés, y agrega que "en este título las voces no tienen una prioridad evidente respecto de la orquesta y coro. La orquesta, coro y voces están casi al mismo nivel. En esta pieza de Berlioz no hay arias o números cerrados. En ese sentido, no es una ópera tradicional, pero es un género operático en cuanto tenemos un nudo dramático, hay cantantes y escenas que nos ayudan a comprender lo que Goethe nos dejó".

El director se explaya sobre las claves musicales: "'La condenación de Fausto' es una pieza que tiene un entramado armónico muy rico: el uso que se le da a las tonalidades está relacionado con cada uno de los personajes. Al final, cuando terminamos de mirar esta ópera de manera global, nos damos cuenta de que todo está contenido en un acorde cuyas tres notas generan una zona armónica. Por ejemplo, el diablo entra en un si mayor y el pasaje anterior -el coro de Pascua de Resurrección que Fausto escucha- está en fa mayor. Entre un fa y un si, hay un intervalo que se llama el tritono y que en la época medieval se denominaba diabolus in musica : el diablo en la música. Se le llamaba así porque suena estridente y muy mal. Está puesto expresamente para mostrar la enorme distancia entre dos mundos".

Maximiano Valdés puntualiza: "Fausto es un intelectual, un hombre que pasa su vida leyendo y que se evade, con la razón, de su realidad cotidiana. Musicalmente su figura se explica a través de procedimientos más intelectuales, como la fuga y todos los cánones basados en el contrapunto. Cuando Fausto sale de este ambiente, empieza a seguir a Mefistófeles y cae en la taberna, la música es brutalmente rítmica y agresiva. Y cuando se encuentra con Margarita, la música pasa a ser eminentemente melódica y fluida. Más adelante nos acercamos a la escena de la naturaleza: los ríos, los mares, los minerales, todo eso está reflejado por la orquesta. Y después nos trasladamos hacia al infierno con una enorme cabalgata que la orquesta muestra de manera extraordinaria, a través del ritmo constante de los violines. Escuchamos a pájaros gigantescos, a personas que están en el purgatorio y, finalmente, la llegada de los diablos para mí es de una brutalidad única y, desde el punto de vista orquestal, apabullante. Ese es uno de los más grandes efectos orquestales que yo he visto y que fueron escritos en ese período".

El papel de Mefistófeles

La última vez que Ramón López realizó la puesta en escena de una producción lírica para el Municipal de Santiago fue en 2003, para "Salomé", de Strauss. Con posterioridad, había participado en otros montajes como escenógrafo e iluminador. "Con 'La condenación de Fausto' estoy regresando a la régie . Yo soy un hombre de teatro, que vibra con los cantantes, con los bailarines, con la creación de mundos de ilusión", dice a "Artes y Letras".

López añade que Berlioz nos legó una versión libre del "Fausto" de Goethe, entre otras razones porque su personaje no se salva, se condena y canjea su alma por la de Margarita. El pacto con el diablo, a diferencia de en la obra del creador germano, no ocurre al inicio, sino casi al final. "Además, en esta ópera de Berlioz estamos ante un Fausto que es joven, lo que lo hace mucho más cercano y contemporáneo. El personaje ofrece una disyuntiva más existencial: por qué existo, qué razón tengo para vivir, y de hecho en las primeras escenas se plantea el suicidio".

El director de escena adelanta que quiso hacer una versión "muy simple, íntima y de cámara. Dentro de la dimensión colosal que tiene la música, diseñé un espacio bastante despojado, sin muchos efectos especiales. Sí incluí algunas proyecciones y elementos de un mundo virtual: un imaginario que tiene que ver con el paralelismo que plantea Berlioz en esta obra entre el universo terrenal de Fausto y un plano sobrenatural fantástico que es el mundo de Mefistófeles. Es una propuesta bastante ecléctica, bastante abstracta, pero también con fantasía, como si se tratara de un gran sueño".

López considera que esta ópera debió haberse llamado Mefistófeles, "porque él es el protagonista. El ser más encantador, seductor y el que lleva la voz cantante en todo es Mefistófeles. Fausto es un mediocre, es un ser que se está desmoronando, un ser depresivo total. Fausto es la inacción, no toma iniciativa, es sumamente pasivo. Lo que hace Mefistófeles es revelarnos la mediocridad de Fausto. ¡Eso es bien tremendo!".

El régisseur puntualiza: "En esta ópera no está Dios, está ausente, salvo en momentos muy mínimos. El diablo, en cambio, llena la escena".

"La condenación de Fausto" de Berlioz

Lugar: Municipal de Santiago

Fechas: Desde el 2 al 12 de noviembre

Director musical: Maximiano Valdés

Director de escena, escenografía e iluminación: Ramón López

Más información: www.municipal.cl

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