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El fértil y complejo romance de BOB DYLAN Y NUEVA YORK

domingo, 23 de octubre de 2016

POR Joseph Berger.
Crónica
El Mercurio

El músico devenido hace apenas unos días en premio Nobel de Literatura inició su camino a la fama en el Greenwich Village neoyorquino, barrio al que no solo llegó a vivir desde Hibbing, Minnesota, sino que donde encontró las herramientas que lo convertirían en leyenda. Estas son sus escalas.



En Don't Think Twice, It's All Right, de Bob Dylan, es probable que el gallo que cantaba mientras amanecía fuese una gallina citadina de Nueva York más que el ave de un corral campesino.

De hecho, aunque Dylan se puede haber marqueteado como un chico vagabundo del campo, quienes están familiarizados con su vida saben que saltó a la fama primero como cantante pop que pasaba largos ratos en los cafés de Greenwich Village. Su primer departamento estaba en el 161 de West Fourth Street, y Suze Rotolo, su novia en ese momento, sugiere claramente en sus memorias publicadas en el año 2008 que el canto de los gallos provenía de una tienda cercana, en la intersección de las calles Bleecker y Thompson, donde se vendían pollos recién sacrificados a los residentes del barrio, que en esa época era habitado en gran medida por italoamericanos.

Dylan, quien hace poco ganó el Premio Nobel de Literatura, ha tenido un romance complicado, aunque extraordinariamente fértil, con Nueva York. Si bien creció en Hibbing, Minnesota, y ahora vive en Malibú, California, Nueva York fue donde vivió durante lo que sin duda fue su período más creativo en los años 60 y 70. Era el lugar donde nació su candente aventura con Joan Báez; donde entabló sus contratos con Columbia Records, que trajeron sus baladas sobre los derechos civiles y contra la guerra hasta una audiencia nacional, y donde crió a varios de sus seis hijos. Pero también fue el lugar donde más de algún obsesionado con su trabajo agredió su vida privada.

A.J. Weberman, miembro iconoclasta de los Yippies, quien forjó una carrera estudiando a Dylan y produjo una recopilación de sus letras, es famoso por haber revisado los tachos de basura de la casa unifamiliar del cantante en el número 94 de la calle Macdougal en busca de inspiración. En una ocasión incluso realizó una manifestación en un intento de convencer a Dylan para que dirigiera el movimiento contra la guerra de Vietnam, a lo que el cantante respondió pidiéndole en reiteradas ocasiones que lo dejara de molestar, y a quien agarró y empujó en 1972, cerca de Elizabeth Street, antes de subirse a su bicicleta.

Weberman, con la típica despreocupación neoyorquina, no le dio importancia al episodio. "Me lo merecía", comentó a un entrevistador en 2006. "No se lo reprocho".

Dylan llegó por primera vez a Nueva York en enero de 1961 como un joven de 19 años muy enfocado en sus objetivos, que provenía de un hogar judío de clase media del Midwest. Rápidamente partió a visitar a su ídolo musical, Woody Guthrie, en un hospital cerca de Morristown, donde Guthrie se encontraba gravemente enfermo a raíz del mal de Huntington. Igual que tantos otros refugiados ansiosos de la tierra natal, Dylan fantaseó con varias historias acerca de sus orígenes, contándole al escritor Nat Hentoff que se había arrancado de su casa para incorporarse a un circo ambulante. Su novia de entonces, Suze Rotolo, solo se enteró del nombre real del cantante, Robert Zimmerman, al ver su cartilla de reclutamiento militar.

Greenwich Village en ese entonces era el epicentro de la música popular, aunque muchos de los músicos que guitarreaban melodías de estilo hillbilly y bluegrass fueron hijos e hijas del Bronx y de Brooklyn. Muchos de ellos también inventaron su propia imagen pública. Ramblin' Jack Elliott, por ejemplo, se llamaba en realidad Elliott Adnopoz y era hijo de un médico que vivía en Brooklyn.

En su primer día en el Village, Dylan apareció en el Café Wha? tocando la armónica, y esa misma noche realizó su primer concierto. Pronto tuvo reservas en Gerde's City Folk y en el Gaslight Cafe y llamó la atención de los cantantes folk más experimentados.

Al llegar julio de 1961, en un festival folk que se realizó en la iglesia de Riverside, conoció a Suze Rotolo, que en ese momento era una joven de 17 años proveniente de una familia de izquierda de Queens, a quien describió en sus memorias Chronicles: Volume One como "la cosa más erótica que había visto".

Se fueron a vivir juntos a un departamento en mal estado en el último piso de un walk-up en West Fourth Street. Paseaban por lower Manhattan a toda hora; a veces se dirigían a Chinatown en busca de la comida china que preparaban en el Sam Wo's o para visitar el departamento del músico Dave van Ronk, donde se enfrascaban en partidas de póker que podían durar toda la noche, o seguían hasta la White Horse Tavern para escuchar a The Clancy Brothers y a Tommy Makem cantar sus rebeldes canciones irlandesas.

De acuerdo a la historia del barrio escrita por John Strausbaugh, The Village, fue Suze Rotolo quien instruyó a Dylan en el ámbito de los problemas sociales y quien lo llevó a ver el Guernica de Picasso en el Museo de Arte Moderno, así como a varias obras del Off Broadway, una de las cuales era un pastiche de creaciones de Brecht y Weill que hizo alucinar a Dylan.

En Fourth Street (la amarga Positively Fourth Street de Dylan se lanzó en 1965) se encontraba Music Inn, una tienda que vendía instrumentos. Ahí también estaba la tienda de zapatos de Allan Block, que proporcionaba el calzado que era parte del uniforme folk, y donde los músicos hacían sesiones acompañados con el violín que tocaba el dueño del local. En el Izzy Young's Folklore Center, trovadores indigentes como Dylan podían escuchar discos.

"En esos primeros años, Bob Dylan era un pintor en busca de su paleta", escribió la artista Suze Rotolo -quien murió en 2011- en A Freewheelin' Time: A Memoir of Greenwich Villages in the Sixties. "Tenía en mente las imágenes que quería pintar; solo necesitaba encontrar la paleta de colores correcta para lograrlo". También escribió: "tenía una extraña habilidad para complicar lo obvio y santificar lo banal, al igual que un poeta".

Robert Shelton, en esos tiempos crítico de música folk de The New York Times, vio en septiembre de 1961 una actuación de Dylan en el Gerde's y lo elogió por su estilo original. Ese mismo día, Dylan firmó un contrato con Columbia.

Suze Rotolo es la llamativa joven que aparecía con Dylan en la carátula del exitoso álbum que el músico lanzó en 1963, The Freewheelin' Bob Dylan, que, además de Do Not Think Twice, sumaba otras populares canciones como Blowin' In the Wind y A Hard Rain's A-Gonna Fall. En la portada del disco ella aparece agarrándose de su brazo, encorvada para protegerse del frío, mientras pasean por Jones Street, una calle que se veía blanca de tanta nieve. La escena resume la dulzura de un romance poco convencional en el Village. Uno de corta duración, como resultó ser finalmente: se separaron en 1964, en parte debido al affaire que Dylan tuvo con Joan Báez (sobre el escenario del teatro Capitol, en Port Chester, la noche del pasado jueves, justo cuando se supo de la designación del Nobel de Literatura, Báez homenajeó a Dylan cantando nada menos que cuatro de sus canciones y diciendo acerca del premio que "él se lo merece, es el mejor de los mejores").

Pero Greenwich Village no era la única dirección neoyorquina que tuvo Dylan. Durante la década del 70, vivió en una casa arrendada en la calle East 49th, al lado de Katharine Hepburn. En una nota escrita de su puño y letra, alguna vez invitó a la gran actriz a una fiesta en su casa -"la que tiene perro", puso en el papel- para celebrar la graduación de su hija.

La actriz, al parecer, no habría asistido.
 
© The New York Times

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